La Leyenda De Atherea : El País Del Cielo
Según contaban las historias y leyendas de los textos sagrados, el mundo de Atherea siempre se había caracterizado por la gran diversidad de vidas que existía en ella. La enorme cantidad de regiones de este mundo era tan extensa que se podrían escribir cientos de libros explicando cada cultura, y se quedarían cortos. Mientras algunas estaban apegadas a estrictas religiones, otras eran agnósticas y se dedicaban al estudio del universo utilizando sus bastas tecnologías. En tanto algunas se centraban en el avance tecnológico cada vez más acelerado, otras preferían apegarse a la naturaleza y convivir con ella. Pero de entre todas las regiones, destacaba una, El Reino De Sythara, el cual era gobernado por el Dios Rohnan, que según los mitos, había liberado a Atherea de los dioses de la creación hace al menos 5000 años. Aun así había otra razón por la que este reino era tan especial, pues nadie podía acceder a ella por cuenta propia, ya que este reino se encontraba en el cielo. En algún lugar, entre las nubes del norte de Atherea, un pedazo de tierra enorme flotaba, conformando el reino de Sythara, cuyos habitantes eran los únicos que podían acceder a ella a través de un viaje especial. La ciudad era tan inaccesible que, a pesar de que la mayoría de seres consideraban al Dios Rohnan como un salvador, había otros que no confiaban tanto en él.
En algún momento del pasado la paz era abundante en Atherea y las diferentes regiones convivían en armonía, pero de un día para el otro todo cambio.
Hace 2000 años, mientras más avanzaban las investigaciones de algunas regiones más desarrolladas, el interés por conquistar terrenos desconocidos aumentaban por parte de los líderes. Sin embargo, otras regiones no podían darse esos lujos, ya que debido a las condiciones climáticas a las que se enfrentaban o a la escasez de recursos, las demás regiones se veían en la necesidad de expandir sus territorios. Los conflictos comenzaron, y las diferencias de intereses comenzaron a agravarse. Así estallaron los conflictos y comenzó la gran guerra de Atherea. Pero mientras todas las regiones se destruían entre sí, El Reino de Sythara se comportaba como una especie de juez, ya que (según los mitos y las historias) gracias al poder de Rohnan, Sythara se había convertido en un imperio militar masivo nunca antes visto. Mientras todos los países de Atherea luchaban entre sí, Sythara con un solo movimiento se encargaba de detener el conflicto, impartiendo justicia según lo indicaban los valores del Dios Rohnan. Y no importaban que intentasen hacer las diferentes regiones de Atherea para derrocar a Sythara, el país del cielo era intocable.
Los conflictos entre naciones no cesaron y las guerras siguieron sucediendo, hasta que un día algo muy extraño ocurrió. El Dios Rohnan había muerto. Los rumores se extendieron por todo el mundo. Algunos afirman que había sido causa de alguna especie de magia con la cual habrían podido destronarlo, pero otros, más concretamente fanáticos de Rohnan en Sythara, decían que simplemente había dejado este mundo, ya que su misión de proteger y traer prosperidad al mundo de Atherea estaba cumplida. De todos modos, los Sytharianos no podían permitir que una vez Rohnan no estuviera presente, el país del cielo se volviera vulnerable. Así que se encargaron de transmitir de generación en generación los valores de Rohnan y de expandir cada vez más sus recursos militares. Así, Sythara se convirtió en un imperio militar imbatible, y sin importar los esfuerzos de las demás regiones, jamás podrían hacer algo frente a ella.
100 años después de la tercera gran guerra de Atherea, en una provincia del país del cielo llamada Runna, se aproximaba el momento de que los jóvenes sytharianos tuvieran que asistir al ejército de su nación. Para motivarlos, en diferentes escuelas se encargaban de transmitir los valores del antiguo reino.
"Justicia, deber, honor. Son algunos de los valores que han llevado a la gloria a nuestra gran nación. Gloria que nos ha costado incontables vidas de hombres y mujeres valientes que entregaron hasta su último aliento para defender estos valores. Queridos jóvenes sytharianos, este es un mensaje para ustedes, futuros defensores de nuestra nación. Somos guardianes de nuestro pueblo, listos para dar nuestras vidas para garantizar que todos y cada uno de los sytharianos estén protegidos contra la opresión de los tiranos de Atherea. Para honrar a nuestros antepasados, para honrarlos a todos ustedes, jóvenes Sytharianos, futuros defensores de nuestra nación, sepan que la muerte al servicio de la gran Sythara es la mayor gloria que obtendrán en vida".
El salón de clases se llenó con el sonido de un video reproducido en un proyector. Todos los estudiantes estaban reunidos alrededor, observando atentamente mientras se reproducía el video. Estaba claro por las expresiones en sus rostros que todos estaban profundamente conmovidos por lo que estaban viendo.
Cuando el video llegó a su fin, las luces del salón se encendieron y los estudiantes estallaron en aplausos. Hablaban animadamente entre ellos, compartiendo sus pensamientos y sentimientos sobre lo que habían visto. Todos, excepto una chica joven de complexión delgada, con cabello azul oscuro y ojos negros que se sentó tranquilamente en su asiento con la cabeza gacha.
La profesora Charlotte del 5.º B se levantó de su escritorio y se paró de frente a los alumnos con una sonrisa de oreja a oreja luego de ver la reacción y el entusiasmo de sus alumnos.
Veo que están todos emocionados - dijo llena de orgullo - Espero que mantengan este mismo entusiasmo durante el resto del verano, pues en unos meses ustedes serán reclutados
Casi al frente de los asientos había un alumno, cuya emoción era probablemente la mayor de todas. Era un muchacho bastante alto y corpulento, llevaba un peinado bastante decoroso y engominado y un reloj de plata brillante.
Por fin, en tan solo unos meses podré mostrarles a todos de lo que soy capaz - dijo mientras sonreía y apretaba los puños con fuerza.
Así es, Pyke - respondió la profesora Charlotte. Este año tus calificaciones han sido las más altas de toda la clase. Estoy segura de que te convertirás en un orgullo para nuestras fuerzas.
De repente, la profesora Charlotte volteó su mirada y observó a aquella chica con el cabello azul y la cabeza gacha. Rápidamente, notó su falta de entusiasmo y se dirigió a ella con una voz desafiante: - ¿Tú qué piensas acerca del video, Jiren?
La joven se encogió de hombros y levantó la cabeza.
¿Yo? Pues... creo que estaba bien - respondió con timidez.
¿Bien? ¿Cómo que bien? - dijo el muchacho del reloj de plata.
Para él, se sentía casi como una ofensa saber que había una persona joven que no mostrara ninguna emoción ante los discursos sobre los valores sytharianos. En realidad, así lo era para todos los habitantes de la ciudad.
Bah, en realidad no podía esperar menos de una cobarde como tú - dijo el muchacho mientras volvía a darle la espalda.
Todos los alumnos de la clase se comenzaron a reír de la joven Jiren mientras la llamaban cobarde, pero ella no respondió. Simplemente volvió a agachar la cabeza, fingiendo que no escuchaba a ninguno de sus compañeros. Jiren Nakamura era así, callada y tímida, todo lo contrario a los jóvenes llenos de entusiasmo y energía de Sythara. Jiren fingía que no le importaba nada de lo que le dijeran como si fuera una roca, pero en realidad era todo lo contrario. A ella le afectaban mucho esa clase de cosas, a tal punto de que afectaban su confianza para realizar las tareas de un estudiante sythariano. Jiren, aun en ese momento, tenía esperanzas de que la profesora Charlotte se opusiera al comportamiento de sus compañeros, pero en realidad no hizo nada. Solamente se sentó de vuelta en su escritorio y comenzó a leer sus carpetas de trabajo. Claro, las notas de Jiren habían disminuido un montón este año porque iba a hacer algo para defenderla.
En Sythara, absolutamente nadie se mostraba indiferente ante las enseñanzas que recibían desde joven. La población de Sythara era gobernada por una oligarquía teocrática llamada El Santo Conclave, guiados por la "Voluntad de Rohnan", quien era el supuesto Dios de la creación de Atherea y el fundador de la ciudad en el cielo. En este sistema, un selecto grupo de personas que habían demostrado ser líderes profundamente espirituales y eruditos de los Textos Sagrados forman un consejo, conocido como el Santo Cónclave. Los Textos Sagrados eran una colección de escritos antiguos que abarcaban las enseñanzas espirituales, la historia y las leyes de Sythara. Formaban la base tanto del gobierno como de la religión de la Ciudad. El Santo Conclave tenía el poder más alto del país, tomaban decisiones en nombre del Dios Rohnan e interpretaban los Textos Sagrados como ley y guía espiritual.
Mientras el salón de clases se llenó de risas y burlas hacia Jiren, otra estudiante sentada en los asientos traseros estaba con los brazos cruzados y los ojos cerrados, aturdida por todo el griterío. Era una joven con el cabello corto, con flequillo y rapado a los costados, y un llamativo tatuaje que cubría completamente su brazo derecho.
¡YA CÁLLENSE! - Gritó con fastidio.
De repente, el silencio volvió a inundar el salón, como si una autoridad de la escuela hubiera aparecido de repente, pero no, solo era aquella joven.
Además, estoy segura de que ninguno de ustedes payasos terminó su ensayo de historia moderna atheriana, la fecha límite era hoy - dijo con una sonrisa pícara.
¡Silencio Sarah! ¡No lo digaaaaas! - Gritaron todos los alumnos.
Una hora después, al terminar la clase, Jiren caminó por el pasillo de la escuela hasta su taquillero tratando de no voltear a ver a nadie, únicamente agachó la cabeza y fue hacia adelante.
- Oye tú, Llorona - Escuchó Jiren detrás de ella.
Cuando se dio la vuelta, un grupo de seis compañeros de clase liderados por Pyke Harvester, ese grandullón con cabello engominado y reloj de plata brillante, la rodearon en cuestión de segundos. Ellos sonreían maliciosamente mientras se le acercaban cada vez más.
Dime Jiren, ¿cómo te ha ido el día de hoy? - Dijo Pyke con una sonrisa amenazante.
Bien... gracias - Respondió Jiren tímidamente y con la mirada baja, haciendo todo lo posible para disimular así esta situación se acabara lo más pronto posible.
Pyke agarró el libro de texto de las manos de Jiren. - Vaya, me sorprende que una cobarde llorona como tú sea capaz de por lo menos escribir todo lo que dicta el profesor - Dijo mientras hojeaba el libro fingiendo leerlo.
Jiren se sonrojó y miró hacia abajo, tratando de evitar su mirada. Uno de los chicos que venía con él también se sumó a la conversación
Mira, incluso parece que ahora mismo esta cagada de miedo, ¿qué tan patética eres? - dijo entre risas.
Junto a ellos también había una chica. Se trataba de una joven alta y delgada con cabello rubio, y tenía una postura altanera y sobradora.
Sabes, Jiren, si no fueras tan cobarde, podrías tener algunos amigos, o mejor aún, podrías tener... esto - Dijo mientras señalaba su propio pecho, enfatizando sus senos significativamente más grandes.
Mírate, tu cuerpo no tiene ningún tipo de forma, eres una vergüenza para las mujeres sytharianas - Los otros estudiantes se echaron a reír de nuevo.
Es cierto, Jiren no tiene nada allí. Debe ser por eso que está tan asustada todo el tiempo. ¡Qué patética es! - Decían entre fuertes carcajadas.
Jiren, con lágrimas en los ojos, intentó agarrar su libro y marcharse, pero Pyke le bloqueó el camino. De repente, su mirada había cambiado de una sonrisa maliciosa a una mirada de odio total.
¿Adónde crees que vas, Jiren? ¿Huyendo como el cobarde que eres? - Las manos de Jiren temblaban mientras agarraba su libro y las lágrimas corrían por su rostro.
No solo te acobardas cuando se trata de cumplir con tu deber, sino también cuando alguien te presiona. Me das asco Jiren, me repugnas. Debería golpearte aquí mismo - Dijo Pyke en voz baja y apretando sus puños.
Déjenme en paz, por favor - Respondió Jiren mientras su voz se quebraba.
De repente, un grito se oyó desde otra esquina del pasillo:
¡Oigan, Ratas! ¿Por qué no la dejan en paz y se van de vuelta al basurero de donde salieron? - Era aquella joven de cabello corto quien había callado a la clase entera hace un momento.
Ah, Blander, eres tú - dijo Pyke otra vez con su sonrisa maliciosa. ¿Qué hace una estúpida extranjera metiéndose en asuntos que no le interesan? Ese tatuaje que llevas en tu brazo demuestra la basura que eres.
A la joven no parecía importarle las palabras de Pyke.
Di lo que quieras, payaso, por lo menos no tengo un cabello tan patético como el tuyo - respondió.
Pyke se enfureció y decidió marcharse - Vámonos, muchachos, no tengo tiempo para lidiar con dos basuras a la vez - dijo mientras se marchaba con sus amigos.
Sarah Blander era la única amiga que Jiren tenía en la escuela. Ella era muy decidida y ambiciosa, todo lo contrario a Jiren. Sarah no era sythariana, ya que ella provenía de la tierra de abajo, y llegó a la ciudad del cielo desde muy joven en circunstancias especiales. Desde entonces, Jiren y Sarah son mejores amigas, puesto que ambas son las únicas amigas que han tenido. Ambas tenían 15 años, por lo que en unos meses se verían obligadas a enlistarse en las fuerzas armadas de Sythara, tal y como lo indican las leyes. Sarah conocía bien a Jiren y sabía acerca de la desconfianza con la que cargaba, pero lo que más la atormentaba era la idea de tener que entrar en el ejército. El miedo que le producía a Jiren tan solo pensar en esa situación era demasiado para ella, y Sarah lo sabía perfectamente. Por lo que siempre intentaba darle su apoyo y palabras de ánimo.
Esa misma tarde, saliendo de la escuela, Sarah intentaba levantarle los ánimos a Jiren después de ser acosada por los demás estudiantes.
No puedes dejar que esos idiotas te molesten así, debes defenderte de alguna manera - dijo.
Lo sé, pero son más fuertes que yo, y además más grandes, ¿qué podría hacer contra ellos? - respondió Jiren secándose las lágrimas de hace un momento.
Oh, vamos, no me dirás que crees todas las asquerosidades que dicen esos idiotas, ¿o sí? - dijo Sarah con un tono de regaño.
De nada me serviría decir que soy más fuerte que ellos, sabiendo que no lo soy Sarah. Prefiero ser realista. Además, esa chica tenía razón, mi pecho ni siquiera ha crecido tanto, soy una anormal en todos los sentidos - dijo Jiren con la mirada baja.
Por favor, Jiren, escucha lo que dices. Esa estúpida tiene más tetas que cerebro y lo sabes bien. No puedes dejar que sus palabras te afecten así, eres mucho más que un par de tetas grandes, te lo aseguro - respondió Sarah. Además, dime una cosa, ¿qué harás en un par de meses cuando tengamos que enlistarnos?
De repente, un silencio invadió a ambas. En ese momento, Sarah se dio cuenta de que había tocado el punto débil de Jiren, aquel que la atormentaba todos los días. Todos tienen una pesadilla en particular, y Jiren estaba bastante segura de que la suya era tener que enlistarse y tener que convivir en un sitio donde el principal objetivo es valerse por la fuerza y el carácter, justamente sus mayores debilidades. Por un lado, no solo era surreal para ella imaginarse siguiendo las órdenes de un mando militar estricto y tener que pasar el día entre jóvenes sytharianos, sino que a Jiren también le aterraba lo que viniese después. ¿Qué pasaría si en algún conflicto, Jiren perdiera la vida de manera inesperada? Ella siempre se mostraba indiferente a todos los valores que se les inculcaban a los jóvenes sytharianos. ¿Qué pasaría si se viera en la situación de arriesgar su vida por algo que ella no tenía ni el más mínimo interés, qué pasaría si tuviese que morir únicamente porque estaba obligada a hacerlo?
Saliendo de la escuela, las jóvenes caminaban por las calles de Runna (ciudad al suroeste de Sythara) rodeadas de edificios tremendamente iluminados y vehículos por doquier. Atravesando la Avenida del Libertador, las chicas observaron los concurridos centros comerciales, tan iluminados y extensos, que llegaban hasta donde no alcanzaba la vista. Además, caminaran por donde sea, se podía observar la característica decoración sythariana, la cual consistía en césped cubriendo la parte exterior de la mayoría de las estructuras, ya sean edificios o casas, y un largo camino de césped corto al costado de las carreteras. El olor de las hermosas flores de los árboles cubría toda la ciudad, lo cual hacía tan agradable los paseos y las caminatas que los ciudadanos debían realizar. También, mirando hacia arriba, se podían observar vías de tren conectadas entre los largos edificios, y sobre ellos, largos trenes bala corrían a toda velocidad por toda la ciudad. Luego de caminar por unos minutos, se sentaron en un banco de la plaza Del Rey. Una de las plazas principales de la ciudad, la cual estaba llena de enormes árboles igual de iluminados que el resto de la ciudad. En ella también había un campo de césped atravesado por caminos de cemento los cuales dirigían al centro de la plaza, donde estaba una gran fuente.
Ya sentadas en aquel banco, Sarah decidió romper el silencio:
Dime, ¿qué te ocurre? Hace mucho te veo con esa expresión de tristeza. De hecho, no recuerdo cuando fue la última vez que te vi sonriendo - preguntó colocando una mano en su hombro.
Jiren respiró hondo antes de hablar.
No quiero hacerlo, no creo poder hacerlo - dijo ella apenas con un susurro. - No siento ningún orgullo ni nada parecido por este país, no me emociona su historia, no me conmueven sus valores cuando supuestamente deberían hacerme llorar del orgullo y no tengo interés en nadie de aquí. De hecho, todos aquí me odian, no tengo a nadie en esta ciudad. Estás solo tú, pero ni siquiera eres de aquí, eres extranjera Sarah. No siento nada por este país, pero aun así tengo que arriesgar mi vida para servir. ¿Cómo se supone que voy a hacerlo? Todo es tan difícil y no sé cómo lidiar con ello. Ojalá hubiera nacido en otro sitio - dijo Jiren mientras se le empañaban los ojos.
El corazón de Sarah se hundió. Siempre supo que atormentaba a su amiga, pero nunca la había oído descargarse de esa forma.
Lamento mucho que pienses así. Pero no te rindas, eres muy importante para mí, no sé qué hubiera hecho sin ti desde el momento que llegué a este país - Sarah decidió anteponerse a la situación con el carácter que siempre la había caracterizado.
¿Sabes qué? Voy a mostrarte que no es tan malo como crees - dijo mientras se ponía de pie de golpe.
¿Cómo? - preguntó Jiren.
Siempre que hemos estudiado las diferentes regiones de Atherea nunca nos han mostrado imágenes de cómo se veían o de cómo lucían sus paisajes, curioso, ¿no te parece? ¿No te parece intrigante ver cómo se vería la tierra de abajo? - preguntó Sarah con una sonrisa ancha y mucho entusiasmo.
Supongo que sería interesante, pero nunca he visto un paisaje tan maravilloso como para hacerme una idea - respondió Jiren llevando una mano a su cabeza.
Entonces ven, sígueme - dijo Sarah mientras tomaba a Jiren del brazo y la levantaba del banco
Espera, ¿a dónde vamos? -
Tú solo sígueme.
Las chicas corrieron a través de las calles de Runna a toda velocidad hasta llegar a una entrada de un ascensor que llevaba a uno de los puentes por donde pasaban los trenes entre los edificios. Mientras subían en el ascensor, ambas observaban detenidamente las elegantes y aerodinámicas estructuras de la ciudad. Una vez en la cima se podia observar un enorme cartel brillante: "Estacion del camino Sagrado". Las chicas corrieron a través del puente hasta llegar al centro donde una maravillosa vista se robaba el protagonismo. Desde allí se podía observar con claridad toda la ciudad atravesada por los grandes edificios y los trenes bala viajando sin parar y a toda velocidad. Pero lo mejor de todo era el aspecto de las nubes que atravesaban las estructuras, acompañadas de un magnífico atardecer.
Esto es hermoso, ¿no lo crees? - Dijo Sarah.
Jiren respiró el aire fresco que abundaba allí, y sintió una brisa fantástica, como si fuera una caricia de la naturaleza. - Sí, creo que lo es.
Una frase que, sin darse cuenta, sería crucial en su vida.
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