El Amistoso Sargento Falcon

Luego de que aquel hombre interrumpiera en el cuarto bruscamente, los jóvenes se quedaron petrificados, firmes en frente de sus literas.

- Soy el Sargento Demetrius Falcon, y seré su instructor durante su estadía aquí en el cuartel - Exclamó el hombre con una poderosa voz de mando - A partir de hoy sus vidas me pertenecen, solo harán lo que yo les diga, y además, la primer y última palabra que saldrá de sus sucias bocas cuando se dirijan a mi sera Señor. ¿Entendieron? -

- Señor, si señor - Dijeron todos alunísono, pero con cierta timidez.

- ¡A ver, no escuché nada!. Quiero que lo digan fuerte y claro. ¿Entendieron?

!SEÑOR, SI SEÑOR!

- Si ustedes logran sobrevivir al entrenamiento, y salir con vida de este cuartel, entonces serán súper soldados. Embajadores de la justicia y honorables guerreros. Pero hasta que este día llegue, ¡Ustedes no son nada! Absolutamente nada. Quizá, ustedes me odien durante su estadía aquí, pero mientras más me odien, más aprenderán. Siempre he entrenado a mis reclutas con mucha dureza, pero jamás con injusticias. Lo único que puedo prometerles, es que no tendré preferencias por nadie. No me importa si son hombres, mujeres, grandes, pequeños, altos o bajos. Para mi ustedes no son más que unos niñatos malcriados pedazos de basura. Y mi única misión aqui es expulsar a todos los estorbos que no tengan los huevos o los ovarios de estar en nuestras filas. ¿Les quedó claro?

- ¡SEÑOR, SI SEÑOR!

El sargento se detuvo justo al frente de Pyke. Parece que este le llamó la atención por alguna razón.

- ¿Tu como te llamas, musculitos? - Preguntó

- ¡Señor, Recluta Patrick Phellinton, Señor! - Respondió Pyke, diciendo su nombre real.

- Creo que a partir de hoy te llamaré el recluta esteroides. ¿Te gusta ese nombre?

- Señor, si señor - Contestó Pyke, con una mirada confusa.

- Tengo un problema contigo, recluta esteroides. Tienes una cara de payaso que para nada coinside con tu cuerpo. Tu físico intimida, pero tu rostro me dan ganas de llorar de la risa. ¿Tu que opinas al respecto? -

- Señor.... ¡No lo se, señor! -

- ¿Como que no lo sabes? ¿Acaso nunca le prestaste atención a tu estúpida cara? A partir de hoy, entrenarás tu expresion para que parezcas una bestia completa. A ver, muéstrame una cara que intimide de verdad. ¡Ahora! -

Pyke se enrojeció por completo mientras fruncía el ceño y trataba de poner su cara más intimidante posible. Probablemente nunca antes había estado tan avergonzado en su vida. El resto de reclutas en el cuarto estabam aguantando las risas con todas sus fuerzas.

- ¿Esa se supone que es tu cara intimidante? A ver, hazlo en serio. Quiro que me hagas llorar del miedo en este momento. Quiero que me espantes con un grito como ¡AAAAAAAAHHHH! -

El sargento pegó un grito tan fuerte que Pyke tuvo que cerrar sus ojos del susto. Así estuvieron durante unos minutos. Pyke gritando lo más fuerte posible con su cara de maldad improvisada, y el resto de los reclutas haciendo lo imposible por no reírse. Uno de ellos no lo logró. Un joven delgado y con enormes lentes soltó una fuerte carcajada. Para su desgracia, el Sargento Falcon logró oirlo.

- ¿QUIEN FUE? ¿QUIEN CARAJOS ACABA DE REÍRSE? ¡MÁS VALE QUE ME LO DIGAN EN ESTE INSTANTE! - El sargento se acercó hacia el otro extremo del cuarto, con una mirada endemoniada. Aquel muchacho se quedó petrificado del miedo.

- ¿A CASO NO FUE NADIE? MUY BIEN, ¡AHORA MISMO LOS PONDRÉ A ENTRENAR HASTA QUE SE MUERAN! Y CUANDO ESTEN MUERTOS VOY A COCINARLOS Y A COMERME SUS CADAVERES EN UN BANQUETE.

- Señor, fui yo señor - El muchacho encontró valor de alguna manera.

- Así que eres tú. Ni siquiera voy a preguntarte tu nombre por que me vale una mierda ¿Por que no me cuentas de que te estabas riendo? Asi por lo menos me río yo tambien.

El muchacho se quedó en silencio de la vergüenza y el miedo, mientras que el Sargento comenzó a amenazarlo.

- No será que te estabas riendo de tu compañero ¿O si?

- Señor, si señor - Respondió el muchacho, cerrando los ojos.

- ¿No te parece feo burlarte de un compañero? ¿Crees que un supersoldado como los que formamos aquí puede reírse de su propio compañero? Estoy seguro de que a ti no te gustaría que tus compañeros se rían de ti ¿O si? Vamos a comprobarlo - El sargento le hundió el estómago de un golpe, que le hizo caer de rodillas.

- Te dolió mucho ¿Verdad? ¡Ponte de pie!

- Señor, si señor.

- ¿Escuchas a alguien riéndose de ti recluta?

- Señor, no señor.

- No sería nada lindo que tus propios compañeros se rían de ti mientras te retuerces de dolor ¿Verdad recluta?

- Señor, no señor.

- ¿Vas a volver a reírte de algún compañero, Recluta?

- Señor, no señor.

- Pues más vale que así sea, porque te voy a estar vigilando.

El muchacho acabó entre lágrimas, y sujetándose la barriga del dolor. Mientras tanto, las sonrisas que tenían el resto de reclutas, se borraron dramáticamente. Jiren observaba la escena con una mezcla entre incomodidad y risas, las cuales trataba de ocultar a como diera lugar. Pero luego de un rato, El Sargento se acercó a Sarah.

- ¿Es ese tatuaje lo que creo que es Recluta? Así que tenemos a una señorita de Sefyra entre nosotros. ¡Dígame su nombre recluta!.

- Señor, recluta Sarah Blender señor - Respondió Sarah con firmeza.

- De Sefyra tengo entendido que solo vienen Cargas de oro y petróleo, y hippies adoradores de la naturaleza. Y como usted no parece ser una roca de oro ni un barril de petróleo, entonces está claro lo que es. ¿Qué hace una hippie en nuestras adoradas filas?

- Señor, solo vengo a cumplir mi deber. Estoy dispuesta a hacer lo que haga falta, señor.

- Vaya parece que a pesar de ser una hippie mugrosa tienes valor, y con eso me basta. Voy a estar vigilándola de cerca - De repente el Sargento volteó hacia Jiren.

- ¿Y esto que se supone que es? ¿Una anguila desnutrida con el cabello azul? - Dijo acercándose a ella - ¡Nombre!

- Señor, recluta Jiren Nakamura señor - Jiren sintió como si su corazón se detuviera.

- Dígame recluta ¿Cómo hace para aguantar su peso y no salir volando en los días de tormenta?

- Señor ¿A que se refiere señor?

- Soy yo el que hace las malditas preguntas aquí señorita ¿Por que diablos se pintó el cabello recluta?

- Señor, solo es mi color natural señor.

- ¿Me lo está diciendo en serio? Diablos recluta, usted sí que es una anomalía de la naturaleza ¿No le parece? La recluta anguila desnutrida, ese será su nombre a partir de ahora. Dígame ¿Qué diablos está haciendo alguien como usted aquí?

- Señor, al igual que mis compañeros, yo solo estoy aquí para cumplir mi deber señor.

- Ah, así que es una soldado. Pues yo creo que alguien como usted no tiene lo necesario recluta anguila desnutrida. Pareces débil y patética.

Jiren se mantuvo firme, luchando por no dejarse afectar por las palabras hirientes del sargento. Se recordó a sí misma que debía mantener la calma y no ceder ante la provocación.

- Señor, estoy aquí para aprender y superar cualquier obstáculo. Estoy dispuesta a trabajar duro para conseguirlo.

El Sargento Falcon se acercó aún más a Jiren, clavando su mirada en ella.

- Eso ya lo veremos recluta. A partir de ahora, estaré vigilándote en todo momento. Mi aliento estará en tu nuca. Incluso me apareceré en tus pesadillas durante todas las noches. Y no vas a llorar o a salir corriendo. Más te vale demostrarme que estás hecha para estar en mi adorado cuerpo. ¿Está Claro?

- Señor, si señor - Cuando el Sargento se apartó, Jiren relajó sus hombros y cerró los ojos, tratando de controlar su agitada respiración. Las palabras hirientes del sargento Falcon seguían resonando en su mente, desencadenando una mezcla de emociones dentro de ella. Se sintió enojada, humillada y desafiada. Pero también recordó las palabras de su tío Theron. Sobre todo aquella frase que el tanto resaltaba. "Controla tu miedo". Con determinación, Jiren abrió los ojos y se levantó. Sabía que no podía permitir que las palabras del sargento la debilitaran. Tenía que enfrentar sus miedos y demostrarle que era capaz de superar cualquier desafío. Justo en ese momento, el Sargento Falcon se paró nuevamente en la puerta de la habitación, interrumpiendo los pensamientos de Jiren.

- Muy bien pendejos, escuchen bien. A las 16:00 en punto, deberán asistir al Templo Sagrado donde se llevará a cabo su ceremonia de bienvenida. En ella presentarán a los reclutas de cada provincia ante los líderes de nuestras fuerzas y nuestra nación. Más vale que cuando estén allí no vea a nadie con una sonrisa estúpida en sus rostros ni nada parecido. Están a punto de conocer a los pilares del imperio más grande del mundo, deben mostrar respeto en todo momento ¿Entendido?

- SEÑOR, SI SEÑOR.

Los reclutas se miraron unos a otros, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo ante la noticia. Jiren se unió de vuelta a su grupo, junto con Sarah, Cody y sus amigos. Los jóvenes de Runna se subieron a los mismos autobuses en los que llegaron al cuartel para dirigirse al templo. La emoción seguía estando presente, pero luego de haber conocido al Sargento Falcon, las sensaciones eran diferentes. Todos estaban callados, quietos, y con la cara de seriedad más realista y convincentes que lograban poner. Nuevamente, atravesaron la majestuosa capital de Venturia, y mientras viajaban, parecía como si todas las personas en las calles observaban directamente a los autobuses. Como si estuvieran orgullosos de ellos. El sol brillaba en lo alto del cielo, iluminando el camino mientras los reclutas se dirigían hacia el majestuoso Templo Sagrado. El aire fresco de la tarde acariciaba sus rostros y llevaba consigo el aroma a césped mojado de la gran ciudad.

Pero mientras más viajaban, el camino los guiaba hacia un exuberante bosque, donde los árboles se alzaban imponentes y frondosos a ambos lados. Los rayos de sol se filtraban entre las ramas, creando una danza de luces y sombras en el suelo cubierto de hojas. El susurro del viento entre las hojas parecía susurrar palabras de sabiduría y misterio.

A medida que avanzaban, el sonido de un río cercano se hizo presente. El agua cristalina fluía con suavidad, reflejando el resplandor del sol. Al cruzar un pequeño puente de piedra, los reclutas podían admirar la belleza serena del río y escuchar el suave murmullo del agua que fluía sin descanso. A medida que se adentraban en el bosque, el sonido de los pájaros llenaba el aire con su melodía, ocasionando una sinfonía natural. Los reclutas podían avistar diferentes especies, sus plumajes de colores vibrantes contrastando con el verde intenso del follaje.

Luego de atravesar el inmenso bosque, finalmente estaban en el centro de la ciudad. Y al fondo lo podía observar con claridad. El templo sagrado, en frente tenía una enorme estructura con la forma de una catedral descomunal. El autobús ingresó dentro de ella, donde se pudo presenciar lo magnífico que era el templo. Era como una ciudad completamente nueva, pero debajo de un techo y rodeado de ventanales increíblemente gigantes. Y en el centro, una plaza de bienvenida con una majestuosa estatua del Dios Rohnan en el centro.

Todos los jóvenes estuvieron a punto de desmayarse al verla. Tallada en mármol blanco, su imponente figura irradiaba una presencia divina que llenaba el espacio a su alrededor. Con una altura de varios metros, el Dios Rohnan se mostraba en toda su gloria y poder.

La estatua representaba a Rohnan como un guerrero de noble porte, con una armadura reluciente y una espada en su mano derecha. Su rostro esculpido mostraba rasgos fuertes y serenos, con ojos profundos que parecían penetrar en el alma de aquellos que lo observaban. Una melena larga y ondulada caía sobre sus hombros, dándole un aspecto majestuoso.

En su otra mano, extendida hacia adelante, sostenía un escudo adornado con símbolos sagrados. Los detalles de la armadura y la espada estaban meticulosamente tallados, mostrando cada hendidura y cada detalle ornamental. La estatua parecía cobrar vida, capturando la esencia misma del Dios de la Guerra y la Justicia.

A los pies de la estatua, se encontraban ofrendas de flores y velas encendidas, dejadas por devotos que buscaban el favor y la protección de Rohnan. Los rayos de luz que penetraban por las altas ventanas del templo iluminaban la estatua, creando un efecto celestial que realzaba su esplendor.

La presencia de la estatua del Dios Rohnan llenaba el ambiente con una sensación de reverencia y respeto. Los reclutas que pasaban por el templo no podían evitar sentirse pequeños y humildes ante la grandeza divina que la estatua representaba. Era un recordatorio constante de la importancia de la fuerza, la valentía y la justicia en sus vidas y en su servicio a Sythara.

Jiren no podía creer nada de lo que estaba viendo. Al estar allí dentro, se sentía como si estuviera dentro de un sueño. Ya había escuchado cosas sobre el templo sagrado, pero verlo con sus propios ojos era inexplicable. Pero lo más importante, su ceremonia de bienvenida, aún estaba por comenzar.

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