¿Se pasó el enojo?

Al escucharlo, Thomas entrecerró los ojos y una idea cruzó por su mente. Por lo tanto, se llevó las manos a los bolsillos y respondió: "Tío, la verdad no sé por qué te molestaste tanto, y no quiero pensar que besé a una de tus amantes. En fin, si es así, me disculpo. Sé corregir mis errores. Ahora me iré y espero que este incidente pase a la historia". Con esto, el joven se dirigió a su auto con su plan en mente.

Larios lo corrió frente a todos, y su padre tiene acciones en el grupo Larios. Para él será sencillo hablar con su padre, Alejandro, para que le ceda las acciones. Entonces, Enrique no podrá correrlo más. Mientras tanto, Larios también salió del edificio, dejando a Tamara arriba. Estaba tan molesto que no le importó su novia. "¡John, llévame a casal!" -le ordenó Larios con la mirada ensombrecida. Lo único que lo hacía sentir mejor era Mariana. La niña es la única que le da esa paz que necesita.

Por otro lado, Mónica conducía con disgusto. La acción de Thomas la enojó tanto que hasta descargó su enojo con su jefe y no comprende el porqué. Lo único que agradece es que Thomas no mencionara la relación que hubo entre ellos.

Sin darse cuenta, Mónica llegó hasta la costa, exactamente donde Larios quiere construir su isla. Perdida en sus pensamientos, se sentó en una banca frente al mar, y el viento comenzó a jugar con su cabello. Se quedó ahí aproximadamente dos horas y reflexionaba en todo lo que ha sufrido. El sol no era muy fuerte, y pasado un tiempo, una sombra la cubrió del sol. "¿Qué haces aquí?" La pregunta vino de Enrique, quien se paró junto a Mónica. "¡Yo...! Mónica miró a su alrededor y cayó en cuenta de dónde se encontraba. "¡Quería distraerme un poco y la verdad no sé en qué momento llegué hasta aquí!" Ella fue sincera y no le mintió. "¡Mmm... ¡Ya veo! ¿Cómo te sientes? ¿Se pasó el enojo?" Tras preguntar, Larios se sentó junto a Mónica, y en ese momento el olor que desprendía el joven la llevó a recordar la noche que pasaron juntos.

Ese olor del licor mezclado con tabaco y menta la llevó a recordar las caricias y los besos de Larios.

-¿Estás ebrio? -preguntó Mónica con vacilación-. En todo el tiempo que llevo trabajando para usted, nunca lo había visto así.

"Solamente fueron un par de copas. Thomas y sus padres me sacan de mis cabales, no los soporto", respondió Larios.

En ese momento, el viento le revolvió el cabello y Mónica se lo acomodó antes de que volviera a hablar.

-¡Pensaba en ir a ver a mi hija, pero estaba tan enojado que no pude entrar! Ella necesita paz y en este momento no se la puedo dar. Mi madre la está cuidando y está en las mejores manos.

Con el paso de los días, Mónica se ha dado cuenta de lo mucho que Enrique quiere y protege a su hija. A veces, incluso siente que está haciendo mal al intentar separarlos. No obstante, es su hija y no piensa renunciar a ella.

-¡Señor Larios, ¿quiere que lo lleve a su auto? -preguntó Mónica. Larios asintió a la pregunta. Él no sabía cómo llegó allí, simplemente condujo y se bajó del auto cuando vio a Mónica sentada en una banca.

En ese momento, Mónica se levantó y esperó hasta que Larios se pusiera de pie, cosa que no hizo. Fue entonces cuando lo vio tambalearse hacia los lados.

-¡Usted no solamente se bebió un par de copas, usted se tomó la galaxia entera! -cuestionó Mónica. De repente, desvió la mirada hacia el auto del CEO y no vio al chófer por ningún lado, por lo que le recriminó-. "¡Qué imprudencia! ¿Cómo puedes tomar y manejar? ¡No sabes que puedes causar un accidente!"

Mónica se enojó por la irresponsabilidad de su jefe, pero sus emociones estaban a punto de cambiar al escuchar lo que le diría Larios.

-¡Por mí, ya me habría arrojado a un barranco, pero Marianita me detiene! -dijo Larios.

Esto hizo que la joven se quedara perpleja. Larios es un hombre exitoso y, a tan corta edad, es uno de los hombres más poderosos. Además, está a punto de casarse con la mujer que ama, al menos eso fue lo que ella pensó.

¿Por qué piensa así? ¿Acaso los ricos no se conforman con nada? Se preguntó mientras ayudaba a Larios a llegar hasta el auto. En ese instante, cayó en cuenta de que él no puede manejar en ese estado.

Por lo tanto, después de acomodar a su jefe en el asiento del pasajero, se subió y comenzó a conducir. "Mañana me tocará venir a recoger el auto de Agustín", se dijo Mónica. Lo que salía de la zona, de todos modos, ya no tenía empleo, ella renunció en un arrebato de ira.

Y tras el volante, reflexionaba sobre dónde llevaría a su jefe. Él estaba muy ebrio y si lo dejaba en la mansión, quizás malinterpretaran las cosas. Entonces decidió llevarlo a su apartamento. De todos modos, su mejor amigo tenía guardia ese día y no se enojará con ella.

Tan pronto llegaron al apartamento, Mónica ayudó a su jefe y lo acomodó en un sofá y le dijo: "Te prepararé un tinto y una sopa para que se te bajen las copas". Larios asintió un poco aturdido. Él no había dicho nada, simplemente analizaba el comportamiento de Mónica. Anteriormente, quiso buscarla y pedirle que regresara a la empresa, pero en ese estado no puede. Quizás ella no lo tomaría en serio, por eso está cooperando con ella.

En ese instante, Mónica se giró con la intención de ir a la cocina, pero tropezó con la alfombra y cayó justo en el regazo de Enrique. Ellos quedaron tan cerca que cada uno podía sentir el aliento del otro. Ambos se miraban fijamente a los ojos. Fueron los segundos más incómodos que pasó Mónica. Sin embargo, esto le permitió apreciar los rasgos de Larios. Notó que eran perfectos y esas largas pestañas que cada vez que parpadeaba parecían atraerla. Al bajar un poco la mirada, vio esos labios tan carnosos que le provocaba besarlos.

¡Ejem, ejem! Larios carraspeó su garganta y eso la sacó del ensueño. Por lo que Mónica se puso de pie y se disculpó. "¡Disculpe, me tropecé por accidente!", contestó sonrojada. Al segundo siguiente, desapareció de la vista de Larios. Mientras que él, se quedó mirando fijamente hacia la cocina.

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