El CEO Y LA MARIPOSA. EL Final Del Invierno

Larios está prohibido para mí,

¡Gracias por defenderme! Ahora, si no le molesta, quiero ir a mi casa. Mónica no quiso hablar más. Enrique se estaba portando tan lindo con ella que tuvo miedo de contarle la historia de su vida, por lo que prefirió callar. Minutos después, Enrique la llevó hasta el residencial y, al llegar, se bajó del auto y quiso acompañar a Mónica hasta el departamento. Sin embargo, cuando Mónica puso un pie afuera del auto, de las sombras salió la figura de un hombre que caminó hasta ellos. Ese hombre era Agustín. Él llevaba rato esperándola y, en cuanto la vio salir cubierta de vino, actuó con preocupación.

"Mónica nena, ¿qué te sucedió?" Tras esa palabra, Agustín la atrajo hacia sus brazos y le dio un beso en la frente. Mónica no vio nada de malo en la actitud de su amigo y, con ingenuidad, le dijo: "No es nada, vamos adentro". En ese instante, la joven le devolvió el saco a Larios, quien mantenía la mirada fría como un témpano de hielo. "¡Gracias por todo, Sr. Larios! ¡Que tenga un excelente fin de semana!" Con esto, Mónica caminó junto a Agustín y los dos se perdieron de vista al entrar al departamento de la joven.

Mientras tanto, Larios apoyó su espalda en el auto y encendió un cigarrillo. Su mirada se había posado en la ventana, donde se acababa de encender la luz. "¿Será su novio o será su esposo? No, esposo no es. ¡Ella no porta un anillo!" Se preguntaba en lo que terminaba el cigarrillo. "¡Es todo un misterio! ¡Ella no habla de su vida!" De repente, hizo un alto a sus pensamientos. "Ya sé dónde lo he visto. Él es el mismo del aeropuerto. Entonces, Mónica era esa mujer".

De pronto, rechinó sus dientes y tiró la colilla del cigarro. "¡Si son pareja, ellos venían juntos de un viaje!" Con esto, puso en marcha el auto, pero lo hizo tan enfadado que se escuchó fuerte el chillido que hicieron las llantas.

Ese fin de semana, Mónica no tenía nada que hacer. Entonces, decidió avanzar un poco el proyecto, el cual es muy importante para Enrique y también para ella. El grupo Larios es el más reconocido en toda la ciudad y, si se logra construir la isla, conseguirá una buena recomendación en su hoja de vida. Así, cuando deje el grupo Larios junto a su hija, no tendrá que preocuparse. Con esa recomendación, puede conseguir empleo en cualquier otro sitio y así puede mantener a su pequeña.

Se puede decir que Mónica tiene bien planeada cuál será su jugada, pero ¿será que lo consiga? Quitarle la niña a Enrique no es tarea fácil, y menos cuando no tiene pruebas de nada de lo que pasó.

Ese domingo, por la tarde, ella se sentó en el balcón y de pronto observó el auto de Agustín. "¿Es extraño lo que le sucedió? Se supone que hoy tiene guardia en el hospital. ¿Por qué volvió antes?" Mónica pensó en llamarlo y preguntarle si le había sucedido algo. Sin embargo, antes de poder marcar el número de su amigo, lo vio caminar hasta su apartamento, por lo que se apresuró a recibirlo.

Tan pronto como abrió la puerta, Agustín exclamó: "¡Mónica, te tengo excelentes noticias!" El joven se mostraba alegre y sostenía una carpeta en sus manos. "¿Sabes qué es esto? Es tu expediente clínico. Lo encontré en el archivador del hospital. Mira aquí, dice muy claro tu nombre. ¡Mónica Duarte, edad veinte años, y también se muestra el parentesco que tienes con ese hombre! Aquí dice claro: Padre, Carlos Duarte Segundo, y madre, Magda de Duarte. Y si lees la información, es desde el día en que entraste al hospital hasta el día que te dieron de alta. Todo está aquí. Describe bien claro las lesiones que sufriste y las quemaduras del ácido. Mónica, con esto puedes comprobar que eres hija de Duarte. Ese demonio tendrá que explicar muchas cosas".

"Es una magnífica noticia. Déjame ver", dijo Mónica, quien de inmediato agarró los documentos y los leyó. "Es verdad, todo está debidamente detallado". Pero en ese momento, Mónica recordó que en el registro civil no aparece nada que la ligue a Duarte. Aunque sí hay un acta del matrimonio de Carlos y Magda, no hay registro de que el matrimonio haya engendrado un hijo. Duarte hizo todo esto con un solo propósito: la herencia de Magda. Al no haber un hijo de por medio, no tenía que compartir la herencia. De pronto, se apagó la alegría de Mónica, quien dijo con pesar: "Agustín, gracias por todo lo que haces. Siento que cada vez estoy más en deuda contigo. Primero tenemos que arreglar lo del registro".

Agustín no supo leer los gestos de Mónica y, malinterpretando todo, se acercó y hizo algo que jamás se había atrevido a hacer. El hombre la besó sin previo aviso y a Mónica no le dio tiempo de rechazarlo. Cuando Mónica reaccionó, lo empujó y preguntó: "¿Por qué lo hiciste, Agustín? Te pedí tiempo, por favor no lo arruines".

Evidentemente, Agustín la ama y está dispuesto a aceptarla con todo y Mariana.

"Lo siento, pero no sé cuánto tiempo más puedo esperar. No te lo dije, pero me llené de celos al verte aparecer junto a uno de esos Larios. Recuerda lo que hizo Thomas, y en este tiempo, has escuchado la reputación que tiene Enrique. No hay mujer que se resista a él. Incluso tú ya caíste una vez", dijo Agustín.

Fulminándolo con una mirada, Mónica refutó: "Mi caso es diferente. No me compares con esas bobas. Ese día me encontraba drogada, ni siquiera sabía quién era él. Larios está prohibido para mí, aunque sea el padre de mi hija. No pienso formar una familia con él. Eso sería lo último". Mónica se sintió ofendida por el comentario y más aún por haber salido de la boca de su amigo.

Ella se había prometido no caer en los brazos de Enrique Larios, pero ¿será que puede mantenerse al margen? ¿Será que de verdad el amor entre ellos es imposible?