El CEO Y LA MARIPOSA. EL Final Del Invierno

Terremoto en Tokio.

¡Haré lo que me ordene! Contestó John con pesar, en realidad él no tiraba los obsequios, él se los hacía llegar a su pequeña sobrina que era de escasos recursos. Son buenos regalos y a su sobrina la hacen muy feliz.

Cuando John estaba por salir escuchó la fría voz del empresario; -¡No me vuelvas a desobedecer o

te quedarás sin empleo, todos los años preguntas lo mismo, así que ya lo sabes! John siguió caminando y no volteó debido a que temió ver la mirada de su jefe, lo había molestado y lo sabe.

Mientras tanto, a un lado de Enrique, Tamara se burló a escondidas, sabe que la niña únicamente cuenta con la protección de Enrique y sus padres, esto porque Alicia la hermana mayor de Enrique también detesta a la niña y ni qué decir de su hijo Thomas, el sobrino de Enrique, ellos son de la misma edad, pero existe una gran rivalidad entre ellos.

-¡Mi vida no le des importancia, mira a tu hija, ella se asusta cada vez que te ve perder los estribos, no dejes que estas pequeñas cosas arruinen el cumpleaños de nuestra pequeña niña! Como siempre Tamara mostró su hipocresía al preocuparse por Mariana.

-¡Tienes razón! Contesto, Enrique al levantarse y luego se sentó junto a la pequeña para ayudarla a cortar el pastel, hecho que no fue del agrado de Tamara, creyó que ella tendría la atención, sin embargo, el hombre la ignoró y centró su atención en Mariana.

Mientras tanto, en el quirófano todo marchaba sobre ruedas, de repente los objetos del lugar se comenzaron a sacudir fuertemente.

-¡Es un terremoto! Exclamó, Agustín, y a su izquierda el cirujano se asustó tanto, que por accidente rozó el bisturí por la mejilla de la joven.

¡Evacuen, el movimiento no cesa y el edificio se puede derrumbar! Añadió aterrorizado uno de los enfermeros.

-¡Doctor, no podemos dejarla así, mira, le cortaste el rostro, por lo menos cierra la herida! Agustín se preocupó debido a que Mónica esperó tanto ese momento y ahora todo es un desastre.

-¡Agustín hay que sacarla de aquí, nuestras vidas están en peligro, por favor, termina con esto o moriremos todos! El cirujano no pensaba quedarse, el movimiento era tan fuerte que amenazaba con derrumbar el edificio, por lo tanto, el cirujano se despojó de los guantes y la bata, no quiere perder su vida, tiene una numerosa familia que mantener y no piensa dejarlos solos.

-¡Pues bien, lo haré yo mismo! Con manos temblorosas Agustín tomó la aguja, dispuesto a cerrar la herida, pero de repente el movimiento fue más fuerte.

-¡Lo siento mucho! El cirujano colocó la bolsa de suero sobre el vientre de Mónica y la tomó en brazos, luego añadió ¡Tenemos que salir de aquí! Después de todo el cirujano no era tan inconsciente.

En ese instante, Agustín se vio obligado a seguir al hombre, ellos eran los últimos que faltaban por salir, por lo que las escaleras de emergencia se encontraban despejadas facilitándoles la salida.

Segundos después, el terremoto hizo que gran parte del edificio se derrumbara, mientras que Agustín no hacía otra cosa más que pensar en la dueña de su corazón, de repente observó que las calles de Tokio se habían abierto y a su alrededor la mayoría de los edificios se vieron afectados, la mayoría se encontraban en llamas y derrumbados y las sirenas de evacuación sonaban por doquier.

“Mónica esto no está bien” dijo el hombre sentado en el suelo con la inconsciente joven sobre sus brazos, el cirujano ya se había marchado y los dejó solos, en medio de un desastre.

No tomó mucho tiempo para que en la ciudad de Tokio se levantara un hospital hecho con tiendas, eran muchos los heridos y tenían que controlar la emergencia, Agustín llevó a Mónica para que recibiera atención médica y también para poder cerrarle la herida del rostro.

Se sentía triste porque Mónica, con tanto que había esperado y resultó ser todo un desastre, sabía que en cuanto Mónica despertara se desilusionaría.

Tres días después del terremoto, la chica fue dada de alta, durante esos días ella solamente lloraba, pero la noche anterior decidió continuar con su vida, años atrás su rostro quedó peor y ahora que luce diferente y hermosa una simple cicatriz no la detendrá, por lo que le pidió a su amigo comprar los boletos de regreso a su país natal, también decidió quedarse un tiempo más con su cicatriz, esto porque descubrió que cada vez que la miraba se llenaba de coraje, ese coraje que la hizo regresar cuanto antes.

Al otro lado del mundo, Enrique llegó muy temprano a su empresa, había preparado una gran donación para los afectados de Tokio, la noticia de la catástrofe le ha dado la vuelta al mundo, y Enrique quiso dar su granito de arena.

Suban todo a las camionetas yo mismo lo llevaré al aeropuerto, ese día tenía planeado llevar a su hija al zoológico, por lo que Mariana se encontraba en el auto junto a Tamara.

Por atrasos en el proceso, ellas tuvieron que esperar y Enrique hizo la entrega de las donaciones cinco horas después, y una vez en el lugar, Tamara aprovechó y le pidió a Enrique entrar al aeropuerto, resulta que en el último viaje que realizó, vio un anillo en una de las tiendas del lugar y cómo era algo caro se tomó el atrevimiento de pedírselo al CEO.

Mientras caminaban, la niña se posicionó en medio de los dos y sujetó fuertemente la mano de la pareja, de pronto recordó que iría a ver a las jirafas, en ese momento se soltó y corrió hacia

adelante mientras exclamaba.

¡Mami, mami, iremos al zoológico juntas! Instantáneamente, la niña tropezó con la pareja que iba adelante de ellos.

En ese instante el corazón de Mónica se congeló cuando sintió que unos pequeños brazos le sujetaron el vestido, y más cuando escuchó las palabras que dijo la niña.

Mónica actuó con rapidez y cuando volteó y bajó la miraba se encontró con la pequeña Mariana.

-¡Hola pequeña! Parecía como un sueño hecho realidad, Mónica pensó que era a ella a quien la niña había llamado mami, cuando en realidad fue a Tamara, esa mañana la cruel mujer la convenció para que le comenzara a decir mamá y así presionar a Enrique con el matrimonio.