Duarte, lo culpó.

¡Ding! De pronto, el sonido del elevador que se detuvo atrajo la atención de Raúl. Al ver que era Mónica, exclamó:

-¡Querida! -Raúl caminó despampanante hacia Mónica y la sujetó de la mano, mostrando indignación.

-"Ay, me duele el corazón, siento que voy a morir ahora mismo, me va a dar un soponcio. El jefe se ha comprometido y que todos los ángeles del cielo vengan por mí para que acaben con mi suplicio de una vez por todas. Jamás voy a soportar verlo casado con esa zorra".

Ja, ja, ja. Mónica estalló en una carcajada y entre risas añadió:

-¡Si Larios te ve sufriendo por él, te pondrá de patitas en la calle! Mejor ve por el café del jefe y creo que tendrás que llevar otro para tu rival.

Instantáneamente, Raúl se detuvo y llevando su mano derecha al pecho exclamó:

-¿Por qué me lo restriegas en la cara? ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Qué te he hecho para que me trates tan mal?

Sin la presencia de Enrique, Raúl podía mostrarse tal cual es. Todos sus compañeros sabían de sus preferencias sexuales. El único que lo desconocía era Larios, ya que frente a su jefe, da la impresión de ser todo un caballero.

"Lo siento, Raúl. No quise hacerlo. Se me olvida que eres muy sensible. Pero es la realidad y supongo que, al igual que tú, hay muchas mujeres que ahora mismo desearían tirarse de un puente. Ese asesino de corazones va a acabar con todas sus amantes a la misma vez". De cierto modo, hasta ella se sentía algo susceptible.

Al llegar al escritorio, Mónica dispersó a sus compañeros. Les dijo que tenía mucho trabajo y que no podía esperar. En segundos, su oficina frente al ascensor quedó vacía y solamente quedaron ella y Raúl.

-¡No te atrevas a cambiar la noticia! -Espetó Raúl y continuó diciendo- "Quiero mantenerme informado. Necesito saber cuándo será la boda. Quizás tenga tiempo y mi querido Enrique se fije en mí antes de que se case con la boa esa".

Raúl no quería para nada a Tamara y se le notaba hasta en la manera en que se expresaba de ella.

Afligida, Mónica caminó hasta la ventana y desde allí observó a Larios y a Tamara frente a la prensa. En ese instante, se cruzó de brazos y preguntó: "¿Cuántos años llevas trabajando para Larios?" Sin apartar la vista del noticiero, Raúl cruzó la pierna con elegancia y añadió: "Nueve años. Estoy aquí desde antes de que él fuera nombrado presidente. Su abuelo Eliot se jubiló, al principio Thomas era el elegido, y todo cambió porque Enrique se convirtió en padre. Desde entonces, el jefe ha dado la talla y las empresas continúan en aumento. Ha adquirido varios negocios más y poco a poco ha ido apoderándose de la ciudad. Mmm, se nota que es un hombre de negocios, pero eso no le quita lo mujeriego y lo gruñón que es. Parece que no tiene sentimientos", espetó Mónica sin apartar la mirada de la ventana.

"Te equivocas, querida. A ese Adonis yo lo vi quebrantarse y fue cuando le entregaron a su hijita. Mariana tenía un día de nacida y no sabía qué debía hacer. Y te digo algo, si la madre de la niña estuviera con vida, quizás el jefe ya se hubiera casado con ella y Tamara ya estaría en el pasado al olvido". Raúl lo conoce desde hace mucho tiempo; sin embargo, sus palabras inquietaron a la mariposa, quien de inmediato preguntó: "¿A qué te refieres con eso? ¿Acaso Larios supo quién era? ¿Alguna vez vio el rostro de la madre de Mariana?" "No... ¡qué rostro iba a tener la pobrecita! Voy a cerrar la puerta para contarte, pero no quiero que andes de chismosa. Son muy pocas personas que saben esto, así que tienes que ser una tumba", respondió Raúl.

Tras cerrar la puerta, el hombre caminó como toda una diva de Hollywood y le soltó el chisme: "Verás, el jefe tuvo un romance de una noche, y según sé, esa chica le movió el piso. Bueno, aunque yo diría que también le movió algo más. Ay, qué dichosa, qué afortunada, todo lo que movió". El hombre habló con lujuria, pero al recordar el resto de la historia se mostró serio.

¡La cosa es que al día siguiente de su aventura, él me pidió que buscara a esa chica, no logró verle el rostro, dice que escapó a mitad de la noche!

"Yo la busqué por todos lados y no la encontré, hasta busqué las grabaciones del hotel, pero ese día las cámaras no servían.

¡Larios no tuvo noticias de ella, y nueve meses después, cuando el malvado Carlos Duarte le entregó a la niña!

Duarte es un maldito desalmado! -cuestionó Mónica con odio. Pero Raúl no se detuvo y continuó.

¡Y no sabes cuánto, el muy zángano le dijo que la madre de la niña era su hija, Duarte lo culpó porque la noche que pasaron juntos, a ella le desfiguraron el rostro!

¡Duarte le dio una fotografía de la joven, en donde se le veía la piel casi derretida por ácido, él lo culpó, le dijo que ella murió de depresión, que ella se había dado por muerta antes, y que el día del parto finalmente murió!

A Mónica ya nada le sorprende de su padre, pero sí le sorprendió lo que hizo Enrique.

¿Larios la buscó, con qué motivo, si solamente fue una noche? -preguntó Mónica, realmente sorprendida.

"Por eso te digo nena, que esa chica le movió todo a Larios" -la respuesta de Raúl fue muy clara.

-¡Ya veo, ¿entonces nunca supo el nombre de la madre de Mariana?! -La curiosidad de Mónica se debió a que tenía que recaudar toda la información que pudiera, y ver si Larios también es inocente.

-¡Claro que sí lo sabe! -respondió el hombre con seguridad.

En ese momento, Mónica casi le da algo, al imaginar que Larios sabía quién era.

-¡Ella se llamaba María, eso al menos fue lo que Duarte le dijo, pero hay algo muy extraño, y es que el jefe no encontró ninguna información sobre la hija de Carlos!

"Esa estúpida de la Nana, le contó todo a mi padre, no omitió nada, cómo pude confiar en ella" -pensó Mónica mientras tomaba asiento.

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