En el castillo de Borverd, ubicado en la capital Skjuverdy del país Avalon, el rey de Avalon escuchaba atentamente el relato del capitán de los caballeros. El ceño fruncido en su hermoso rostro y la mirada desconcertada en sus ojos azules denotaba que no le gustaba el rumbo que tomaba la historia. Acomodó su cabello rubio en su trono y prestó más atención cuando llego a la parte climática.
El país de Avalon era parte de un grupo de noventa países en el continente Azure, uno de los siete en el mundo. Era el gobernante sobre los otros ochenta y nueve países y sus estados. Cada uno de los gobernantes de esos países y los señores de los estados le rendían cuentas al rey de Avalon.
Todos esos gobernantes y señores se hallaban presentes en la sala. Los gobernantes, con ropa distinguida y un logo de su patria, estaban oyendo las palabras del caballero en la parte izquierda. Los señores, con ropa menos distinguida y los símbolos de su país y estado, escuchaban enojados el informe del caballero al lado derecho.
—Y con eso termina el informe —terminó el caballero inclinado y con su cabeza agachada.
El caballero mantuvo sus ojos azul oscuro en el suelo. Su cabello, del mismo color, ondeaba levemente en el aire por la fuerza liberada de los presentes. La armadura de cuerpo completo de color marfil se agrietaba por la presión en el aire. Su rostro calmado ante tal situación presentaba una cicatriz vertical en su ojo izquierdo.
—Entonces, ¿me estás diciendo que dejaste escapar a ese desastre andante? —preguntó el rey. Su rostro con seriedad enviaba instinto asesino en toda la sala, causando que la mayoría de los receptores temblaran de miedo.—Dame una razón para no destituirte y enviarte al tartaro.
—Porque no eres capaz de hacerlo —comentó. Miró al rey y continuó:—Ambos sabemos que mi destitución afectaría al poder del continente Azure, y por ende, el tuyo. Además, conoces mejor que nadie que yo soy el primero en la fila para eliminar a los caidos.
El rey detuvo su instinto asesino y tuvo que darle la razón. Luego de los eventos con Fafnir, Gil entrenó sin descanso hasta el punto de estar cerca de la muerte. Esa perseverancia insana aterró a muchos en el palacio y lo convirtió en una de las personas más fuertes actualmente. También, fue la causante para que la iglesia de la salvación lo convirtiera en un candidato para probar los prototipos de las reliquias. Al final, resultó ser compatible con dos, hasta el punto que la iglesia le da autorización para utilizarlo en cualquier momento.
—Qué descaro. ¿Cómo puedes hablarle así al rey? ¿No temes por tu vida? —gritó un hombre del lado derecho de la sala.
—Solo por ser el líder de los caballeros no significa que tengas más autoridad que el rey —agregó un hombre a su lado.
El rey observó con calma la rabieta que empezaban a mostrar todos los del lado derecho de la sala y la mayoría del izquierdo. Habían olvidado que ese líder del que tanto se burlaban era un hombre aterrador y capaz de destruir sus naciones y habitantes con suma facilidad.
En cuanto a los demás, el rey decidió obsequiarles recursos y mazmorras de alto rango. Ellos, a diferencia de los otros, guardaron silencio y pensaron en los pros y contras de la decisión. Su actitud y análisis de la situación demostraban las verdaderas cualidades de un gobernante. Pero era de esperarse, sus países eran los más fuertes y capaces de este continente. Tal vez, debido a que todos sus gobernantes habían estado en mazmorras de alto rango y habían sobrevivido.
—¡¡Deténganse!! —calló el rey. Se levantó de su trono y caminó hasta estar frente a Gil.—Si te doy otra oportunidad, ¿estás seguro de cumplir tu misión?
—¿Cómo puede estar de acuerdo, mi...?
—Dije que se callaran. ¿O acaso esto es un signo de rebelión? —volvió a callar. Sus ojos brillaron y enviaron escalofríos a los presentes. Su presión en todos ellos los obligó a agacharse en el suelo.—Me entiendes.
—... S... Sí, mi rey. Lo siento.
—De acuerdo. La próxima vez que me vuelvas a interrumpir, tu cabeza rodará a mis pies y tu familia bajará de rango al más bajo —comentó. Miró a Gil, que lo veía serio, y preguntó:—¿Crees que puedes eliminar a Alexa?
—Esta vez sí puedo, mi rey —respondió.—La única razón de su escape se debía a que ocultó su fuerza y habilidades. Me tomó por sorpresa que su capacidad esté a la par de aventureros de rango A. Ese descuido le dio el tiempo para teletransportarse.
El rey tarareó pensativo. Él podía confirmar eso, ya que cuando vino solo pudo detectar capacidades de rango C. Con ese rango y al venir de aquella aldea, generó un interés para unirla a sus fuerzas. Ese era el plan, hasta que se enteró de que había tenido contacto con Nightmare y se convirtió en una amenaza global.
—Confío en que lo harás bien esta vez. Tu misión ahora es buscar su paradero en su aldea natal y matarla.
—¿Y si ellos tratan de ocultarla?
—Entonces aniquila a toda su aldea —respondió. Sus palabras sorprendieron y alegraron a todos, excepto cinco personas y Gil.—Si se presenta esa situación, contacta con los bandidos locales y úsalos para aparentar que fueron los causantes.
—Disculpe, mi rey. ¿Está seguro de enfrentar a Finn? —interrumpió un hombre peliblanco y ojos grises. Su interrupción llamó la atención de todos.—No olvide que ese hombre derrotó a Fafnir hace años. Tenerlo de enemigo puede destruir nuestro reinado.
El rey pensó por un momento. Es cierto que Finn tenía la capacidad de arrasar este y varios continentes con facilidad. Sin embargo, actualmente sufría la maldición del dragón y todas sus capacidades no eran nada en comparación a su apogeo. Además...
—¿Puedes contra él, Gil? Sé con certeza que formaste equipo con él y tienes una idea de sus habilidades.
—... Si uso dos de los prototipos, la armadura de los mil mundos y la lanza devoradora de mundos, puedo derrotarlo —respondió. Su razonamiento estaba basado en la condición de su excompañero.—Solo que la armadura y la lanza no regresarían en un estado óptimo y tendrían que ser reparadas de nuevo.
—Un riesgo tolerable. De acuerdo, ve y recoge esos prototipos. —dijo. Sacó un pergamino de su manga y lo extendió.—Dale este pergamino al líder de los bandidos si se llega a esa situación. Si ocurre ese escenario, necesitaremos que se encarguen de supervisar el bosque y las mazmorras para evitar otro desbordamiento.
—Como usted ordene, mi rey.
Gil recogió el pergamino y lo guardó en su sello. No le gustaba para nada ese panorama, pero si llegaba a pasar, tenía que matar a su excompañero. No permitiría que esa misma tragedia sucediera de nuevo.
Después de una larga conversación, la reunión terminó. Gil se marchó de la sala y caminó por los pasillos. Se dirigía al campo de entrenamiento para llevarse a los más fuertes. Si quería completar la misión bien, tenía que llevarse a los más capaces.
—Hmm. No tienes buen rostro. ¿Qué te preocupa, capitán?
Gil volvió su mirada hacia la voz femenina. Se encontró con una mujer de cabello verde oscuro de un metro setenta. Sus ojos verdes lo veían con burla, como si la situación fuera divertida para ella. A diferencia de Gil, que llevaba su armadura, ella tenía un vestido de bruja negro.
—Nada, solo un pequeño problema que tengo que eliminar. Ya que estás aquí, acompáñame, Sil. Tenemos una misión que completar.
—Al fin, ya estaba aburrida —habló con un toque de emoción. Iba a preguntarle más del tema, pero lo vio marcharse.—¡Oye, espere, capitán! Es de mala educación dejar hablando a una mujer de mi clase.
Sil se tiró de la barandilla y fue corriendo hacia su capitán. La seriedad con la que actuaba no era normal, solo lo había visto pocas veces. Por lo tanto, razonó que debía tratarse de un caido de alto rango.
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