Más tarde, Arthur estaba con su padre en el sótano de su hogar. Luego de regresar de la fiesta, su madre se fue a acostar mientras su padre lo traía a este lugar. De su explicación, entendía que era para darle el arco familiar.
—Bien, hijo. Un trato es un trato —dijo Finn. Extendió su mano y un círculo mágico se formó.—Debo advertirte que este arco no es un juego. Un solo error y perderás la movilidad de tu mano.
Arthur sintió al arco materializarse y tuvo sentimientos encontrados. La sola presencia del objeto le provocaba náuseas y su poder, más allá de su entendimiento, enviaba escalofríos. Inconscientemente dio unos pasos hacia atrás y trago fuerte.
—También me sentí igual la primera vez que lo sentí —comentó con nostalgia.—Ahora, grábate su forma y presencia en tu mente y alma. Este arco, capaz de matar a los mismos dioses y destruir el mundo, se llama: Last breath.
El arco terminó de materializarse y mostró todo su esplendor. Estaba hecho de un material desconocido y de color verde, que no permitía la refracción y reflexión de ninguna partícula de luz. Las líneas grises de un extremo a otro no emitían ninguna energía, como si necesitara de algo para producirla. Y sus cuerdas eran tan diminutas que se necesitaba observarla detenidamente para notarlas.
—Es la primera vez que veo un arco como este —habló sin despejar su vista del arco.—Todo de él parece hecho por manos divinas. No, las armas divinas no son descritas de este modo, ¿qué es?
—No estás listo para esa información. En el momento que lo sepas ya no habrá vuelta atrás. Hasta tu abuelo esperó que cumpliera los quince años para contarme —comentó.—La única información que te puedo dar: este arco está vivo y te protegerá.
—Comprendo: Lo trataré como parte de mí.
—Así se habla.
Finn recogió el arco y estuvo un rato en silencio. Escuchó los murmullos del arco y se acercó a su hijo para entregárselo. Entonces le explicó que debía verter una gota de sangre y dio un paso atrás.
—¿Así de fácil? —pregunto incrédulo. Miro con un poco de temor el arma y vio a su padre.—Creí que tendría un combate de vida o muerte para formar un contrato de sangre.
Por la necesidad de sangre para blandir el arco, Arthur razonó que el arco era un arma espiritual. Este tipo de armas poseía una crispa de conciencia que crecía con el tiempo. A diferencia de los yokai de este tipo, las armas espirituales nacen por las manos y los sentimientos de su creador.
Las formas de contratar un arma espiritual eran dos: contrato de sangre y contrato de alma.
Los contratos de sangre se formaban por el acuerdo del arma y el contratista. Estos se creaban al tener un combate y demostrar capacidad para utilizarlas. Las únicas formas de romperlos eran matar o tener más poder que el contratista.
Los contratos de alma eran similares al de sangre con la excepción de que eran irrompibles. El arma se vinculaba al alma del contratista por toda la eternidad. Otras características de ellas son: se pueden invocar de cualquier parte, tienen la posibilidad de más contratistas y los siguen en sus siguientes vidas.
—Last breath no necesita una prueba. Ella es una herencia de nuestro linaje que nos acompañará en nuestros caminos. Y por eso, tú ya debes entender que este no es un contrato de sangre, sino uno de alma—explicó. Noto el rostro pasmado de su hijo y rio para sus adentros.—Aunque te advierto que en tu cumpleaños número catorce ella te tomará una prueba.
Arthur salió de su estado y asintió en confirmación. Rasguño su pulgar para hacer una herida y soltó una gota de sangre en el arco. En el momento que la gota tocó el arma, su cuerpo cayó al suelo y convulsionó. Una fuente de energía desconocida recorrió y explotó por todo su cuerpo y se adentró en su alma. Su mente semi inconsciente, captaba por instantes la imagen del sótano con su padre y a una joven sentada en un trono congelado. Lo último que su cerebro pudo asimilar, antes de caer en la inconsciencia, fueron las palabras de su padre:
—Duerme. Deja que tu cuerpo se adapte a...
◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇
Oscuridad. Una gran y extensa oscuridad fue la primera vista de Arthur. Después de caer por el contrato, pensó que se encontraría con esa joven que no pudo ver bien, en cambio, se encontró en este lugar.
—Perderás todo lo que te importa—dijo una voz.
Arthur buscó el origen de la misma. El tono era sincero y monótono al mismo tiempo. La persona quería informarle de una desgracia, pero parecía no importarle. Era una combinación extraña.
—Tus sentimientos actuales te debilitan. No tienes armonía contigo mismo, ¿y crees que puedes conmigo? No sueñes—dijo otra voz.
—¿Quiénes son ustedes?— preguntó Arthur, confundido.
Primero había escuchado una voz distorsionada, y ahora era la voz de una mujer la que hablaba. Por la pizca de melancolía y enojo en su tono, supo que ella estaba sufriendo. Pero no entendía cuál era el problema que tenía con la otra persona.
—Nunca me entenderás, al igual que yo a ti. Vivimos en un infierno y lo tomamos de formas distintas. Ahora no vengas a frenar mi camino con esas palabras, porque nunca entenderás mi sufrimiento y yo el tuyo—dijo una voz masculina.
Arthur estaba anonadado y tenía muchas preguntas. La voz de un adolescente, con los mismos sentimientos que la voz anterior, sonaba idéntica a la suya. Un poco más madura y con más seriedad, pero la reconocía como suya. ¿De qué infierno hablaban?
Su vida no había sido mala. En su niñez, era muy cerrado con la gente y había tenido problemas por su actitud, nada más. Nunca había sido maltratado por un aldeano o sus padres.
—Oye, quien quieras que seas, ¿dime por qué estoy aquí? ¿Qué quieres decirme?— preguntó Arthur. Espero una respuesta y nunca la obtuvo.
Una corriente de agua invisible para los ojos de Arthur lo arrastró hacia las profundidades de la oscuridad. Su mente volvió a fallar y comenzaba a caer en la inconsciencia. Antes de perder su conciencia, escuchó:
—Tan ciego como siempre. Caminas entre las sombras sin conocer la verdad. Date cuenta del verdadero trasfondo. Solo así tendrás el privilegio de estar frente a mí y probar la veracidad de tu decisión.
Las sombras consumieron el cuerpo de Arthur. Su presencia en el sitio desapareció. Unos ojos blancos veían el lugar donde estuvo y sonrieron con expectación.
—La brisa del cambio surge de la sangre menos esperada. Tuviste tu oportunidad y ahora es mi turno. Ahora verás que tu lucha por esos seres sin valor es causa perdida. ¿No lo crees, daydreams?
Arthur se levantó con sudor de su cama. Su corazón palpitaba con velocidad mientras su vista se aclaraba. Su mente estaba centrada en los fragmentos de voz que escuchó.
—¿Qué demonios fue todo eso? ¿Qué me pasó?
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