Arthur aumentó su velocidad y esquivó los recién lanzados Poison Fireball. Vio cómo el alfa se preparaba para lanzar trozos de tierra y activó Water Cutter en su daga venenosa y la magia Air Cutter en su otra daga.
El peliblanco cortó los trozos que bloqueaban su vista del gorila morado y se encontró con un puño a unos centímetros de distancia. Con poco tiempo, pudo bloquear con sus dos dagas el ataque.
El cuerpo de Arthur retrocedió un poco. El alfa no se detuvo y continuó su ataque hasta romper su defensa. Dio un golpe fuerte al cuerpo desprotegido, y el sonido de varias costillas rotas no se hicieron esperar.
—Poison Fireball.
Arthur reaccionó a tiempo y esquivó el ataque. Movió sus dagas al costado de la criatura y le dejó heridas superficiales. Aun así, el veneno de su daga empezó a hacer efecto.
El alfa gruño y giró su cuerpo. Su cola golpeó el rostro de Arthur y lo aturdió momentáneamente. Con la fuerza centrífuga de su giro, golpeó el estómago de Arthur y lo mandó hacia el aire.
—Poison Fireball. Poison Fireball. Poison Fireball.
Arthur se recuperó y vio las tres bolas de fuego. Activó Water mirror y reflejó los Poison Fireball. El humo resultante ocultó su presencia y lo envenenó.
Arthur usó consecutivamente dos hechizos del collar: Holy Water(agua bendita) y Water spirit protection(Protección del espíritu de agua). La primera para curar su estado de envenenamiento y el segundo para tener un período de inmunidad. Por último, curó todas sus heridas con Heal.
Recuperado, Arthur agarró su arco del sello y disparó veinte flechas consecutivamente hacia el gorila. Cada una con la fuerza para perforar una roca de gran tamaño.
El alfa rugió y causó que las flechas cambiaran su trayectoria, el humo se despejara y enviara a volar al peliblanco en otra dirección.
Boca abajo y en el aire, Arthur activó el tercer hechizo, WaterBall(Bola de agua), y comenzó a dispararlas hacia el gorila. Observó que cargaba más Poison Fireball, pero continuó su ataque mientras se preparaba para aterrizar.
El ataque de ambos generaba vapor. La humedad incrementaba al igual que la temperatura de ambos. Debido a la baja temperatura de la madrugada, el ambiente actual obtuvo una temperatura similar a las nueve de la mañana.
El gorila detuvo su ataque y corrió mientras esquivaba las WaterBall. Con la vista en el peliblanco, aumentó su velocidad y envió golpes más débiles y rápidos. Su furia y velocidad incrementaron conforme Arthur bloqueaba sus golpes con su mano desnuda.
La razón por la que Arthur no perdía su brazo con tales ataques, se debía a que fortaleció su cuerpo con su energía y el alfa estaba envenenado. La diferencia en fuerza física de ambos en ese momento era del cincuenta por ciento, por lo tanto, su costo de energía debía ser elevado. Pero como solo se dedicaba a desviar los ataques y golpear las articulaciones de los brazos con la palma, como también el gorila se contenía, el verdadero costo fue mínimo.
Arthur aturdió los brazos del gorila por un momento, instante que utilizó para golpear su pecho y fracturar varios huesos. Sin terminar ahí, atacó diez puntos de presión en sus brazos y los inutilizó. No obstante, fue sorprendido por la presión liberada del gorila.
El alfa envió con desenfreno su energía por todo el cuerpo y liberó sus puntos de presión sellados. Con sus recién curados brazos, los empleó para lanzar un tremendo golpe al cuerpo de Arthur y enviarlo contra un grupo de árboles. Sin esperar un segundo, dio un gran salto al aire y descendió con los puños hacia el suelo.
Arthur vio en cámara lenta el descenso. Buscó en su mente planes para revertir la situación y los encontró. Recogió una roca de su costado y la tiró lejos de la zona. Con solo dos segundos para el impacto, se levantó y escapó lo más lejos posible.
El impacto del golpe generó un terremoto que se sintió a cuarenta kilómetros alrededor. Los árboles cerca del epicentro se derrumbaron y se hundieron hacia el recién formado agujero, que se expandía novecientos metros bajo tierra. Además, parte del agua de la laguna se introdujo en su interior.
El gorila alfa saltó del cráter para escapar de los monstruos que se introducían. En el exterior, buscó a su contrincante y lo encontró a un kilómetro de distancia. Sonrió con malicia al encontrar nada más que sangre y se acercó con emoción. Deseaba probar la sangre del desgraciado que aniquiló a su nueva tribu.
La última vez que se halló en la misma situación, el gorila no pudo lograr acabar con aquellos que acabaron con su tribu. Ahora que perdió como aquel día, tenía la oportunidad de enmendar ese error y devorar a otro que hizo lo mismo. Y él mismo sabía cuánto ansiaba probar su sangre.
Cuando llegó, untó un poco de la sangre en sus dedos y probó el manjar. Pero cuanto más lo hacía, su sonrisa disminuía. El sabor de esta sangre se sentía igual que el de los lobos que la tribu había cazado ayer.
Antes de que el gorila se alertara por la situación, sintió un dolor en su pecho. Bajó su mirada hacia el origen con rastros de sangre en su boca. Abrió los ojos al ver una flecha plateada atravesar su cuerpo, y aún más al ser atravesado en sus brazos y piernas por cuatro más.
—Fuiste un gran oponente—habló Arthur desde una roca ubicada a ochocientos metros. En su mano, Last breath formaba otra flecha.—No entiendo tu razón de venir a este territorio o tu verdadero objetivo, pero respeto tu voluntad de pelear. Te reconozco.
El gorila no tuvo tiempo para ninguna acción, su cabeza fue atravesada por una flecha. Su cuerpo caía inerte junto a su objetivo de tener un clan próspero.
Arthur desmaterializó a Last breath y agarró su daga de venado. Comenzó a tratar al gorila y guardó todos los materiales excepto su cráneo en su sello. Abrió un hueco en el lugar donde murió el gorila y enterró su cráneo.
—Descansa en paz—dijo con sus palmas juntas y en oración.—Tu vida no se desperdiciará. Todo de ti se utilizará para preservar la vida de los demás.
La acción de Arthur es uno de los dos ritos de los cazadores de su aldea para los monstruos.
El primero son los festivales y fiestas de su aldea para agradecer al mundo por sus cacerías. Todos participaban para demostrarle a la tierra su supervivencia y gracia.
El segundo tenía que ver con el cazador y su presa. Se trataba de una pequeña oración y unas palabras a una tumba con el cráneo de su presa. Este rito solo es posible si la presa demostró ser un digno rival o sorprendió de alguna manera al cazador.
Arthur terminó su oración y se retiró hacia la aldea. Agradeció en silencio al alfa y a todos los monstruos que cazó por ayudarlo a creer. Ahora, debía descansar unas horas para empezar su prueba.
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