Capítulo 16 Destino

Zero y Zang Lu caminaban juntos por las calles de la aldea Flor de Loto, mientras la luz del sol se filtraba por entre los techos de las casas y las hojas de los árboles. Zero no podía evitar sentirse impresionado por la belleza y la tranquilidad de aquel lugar, muy diferente a la ajetreada ciudad en la que había pasado gran parte de su vida. Zang Lu notó la mirada de admiración de Zero y dijo con una sonrisa:

"La aldea Flor de Loto es un lugar especial, donde la tecnología y la tradición conviven en armonía. Aquí nos enfocamos en cultivar la mente y el espíritu, más que en crear máquinas y armas."

Zero asintió, admirado por la sabiduría de aquel líder samurai. De pronto, Zang Lu se detuvo frente a una puerta de madera tallada y dijo:

"Llegamos. Este es mi hogar y también la sede de la aldea. ¿Te gustaría tomar algo antes de continuar con nuestra conversación?"

Zero aceptó la invitación, y ambos entraron en la casa. Dentro, se encontraron con un ambiente cálido y acogedor, decorado con estatuas de guerreros antiguos y tapices con motivos florales. Una mujer de edad avanzada, con un kimono blanco y un peinado tradicional, se acercó a ellos y les ofreció té. Zang Lu tomó una taza y dijo:

"Bueno, Zero, creo que es hora de que te cuente lo que te trajo hasta aquí. Como ya te dije, no queremos hacerte daño ni interferir en tus planes. El Gran anciano tuvo una revelación Divina mientras meditaba, sobre el tiempo de los Guardianes de Kadosh."

Cuando Zero escuchó las palabras de Zang Lu, sintió un escalofrío que recorría todo su cuerpo. No podía entender por qué lo habían traído a ese lugar. ¿Qué tenía que ver él con los Guardianes de Kadosh?

"No entiendo lo que está pasando aquí", dijo Zero con desconcierto. "¿Qué significa todo esto? ¿Por qué me trajeron aquí?"

Zang Lu lo miró con una sonrisa. "El Gran Anciano responderá a todas tus preguntas. Pero las leyendas cuentan sobre Guardianes que protegían la galaxia y el planeta. Eran muy calculadores y temibles en el arte de la espada, usaban una energía sobrenatural para llevar a cabo su propósito".

Zero no podía evitar sentir una incredulidad creciente. "Solo soy un hacker, me dedico a vulnerar sistemas y herramientas para proteger a otros de la injusticia. No sé usar espadas ni nada, solo pistolas y aun así, solo para dejar inconscientes a los demás, no para matar."

Zang Lu sonrió. "Exactamente por eso. Tienes un arma capaz de dañar y matar, pero prefieres dejar vivir que tomar el papel de la muerte. Nadie sabe por qué estás aquí, pero al menos escuchar no te hará daño."

Durante horas, Zero y Zang Lu tomaron té y conversaron, mientras el tiempo pasaba y la noche caía. Llegó el momento de presentarse ante el Gran Anciano de la aldea.

Zero y Zang Lu se pusieron en marcha hacia el templo del Gran Anciano, el camino estaba lleno de árboles frondosos y altas montañas que parecían tocar el cielo. El sol se estaba ocultando detrás de las montañas, dejando un cielo pintado con tonos rojos y naranjas. Los pájaros cantaban sus últimas melodías del día mientras las luciérnagas comenzaban a aparecer y a iluminar el camino de los dos hombres.

Después de un largo camino a pie, llegaron a una enorme puerta de madera tallada. Zang Lu la empujó suavemente, revelando un patio con un jardín hermoso lleno de flores exóticas y fuentes de agua cristalina. El sonido del agua que fluía y de las hojas que se movían con la brisa creaba una música relajante.

Finalmente, llegaron a la entrada del templo, que estaba custodiado por dos hombres vestidos con túnicas blancas. Zang Lu se presentó y uno de los guardias los condujo al interior del templo.

En el interior, el aire era fresco y perfumado, y una luz suave y cálida iluminaba el lugar. El Gran Anciano estaba sentado en el centro de la habitación, con una armadura dorada brillante, una barba blanca y una mirada sabia y fuerte.

Zang Lu se inclinó ante el Anciano y dijo: "Gran Anciano Yang, este es el chico de las visiones, se llama Zero". El Anciano miró a Zero con interés y luego asintió con la cabeza en señal de saludo.

el anciano habló: "Te estaba esperando, joven. Tenemos mucho de lo que hablar. Ven conmigo y caminemos. Hoy el cielo nos regala muchas estrellas".

Zero se sintió atraído por la voz del anciano y por el misterio que parecía envolverlo. Caminaron juntos por los senderos del jardín, bajo el manto de las estrellas. Zero contemplaba el firmamento con admiración, maravillado por la belleza que se extendía sobre sus cabezas.

De repente, el anciano se detuvo y se volvió hacia Zero con una sonrisa enigmática. "Dime, joven", preguntó, "¿cuando miras este hermoso cielo, puedes creer?"

Zero, algo confundido, respondió: "No entiendo bien su pregunta, gran anciano".

El anciano lo miró de reojo y le dijo con calma: "Veo que eres honesto. Sabes, el cielo está lleno de oportunidades y cada estrella cuenta su historia. Al ver tanta maravilla, ¿no te dan ganas de creer?"

Las palabras del anciano resonaron en la mente de Zero. Reflexionó sobre la pregunta que le habían hecho, pero no pudo responder de inmediato. Finalmente, dijo: "No sé ni siquiera lo que es creer. Nunca he sentido algo como eso".

El anciano se detuvo y miró a Zero con un brillo de sabiduría en sus ojos. "Ya veo", dijo. "Quizás el destino te trajo hasta aquí para aclarar tu identidad y quién eres realmente, Zero".

Zero se quedó sorprendido al escuchar estas palabras. ¿Cómo podía el anciano saber lo que él mismo no sabía? La incertidumbre lo invadió y se sintió más perdido que nunca.

Sin embargo, el anciano parecía tener las respuestas que Zero estaba buscando. Y así, continuaron caminando juntos bajo el resplandor de las estrellas, mientras el anciano le enseñaba lecciones de vida y sabiduría que lo llevarían a descubrir su verdadero yo.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***