Capítulo 15 Los Antiguos

Después de que Zero desapareció, el silencio y la incertidumbre se apoderaron del refugio. Nadie sabía nada. Ana se dejó caer al suelo y lloró por Zero, intentó contactar con Alfred la IA, pero no logró saber nada. El equipo sombra estaba en estado de shock y preocupados, no podían entender cómo alguien había podido llevarse a Zero sin que se dieran cuenta.

El ambiente en el refugio era tenso, nadie hablaba, y todos estaban en alerta máxima. Las paredes grises de la base parecían más opresivas que nunca, y el suelo frío se sentía como hielo debajo de sus pies. Los monitores parpadeaban en la oscuridad, y el sonido constante de las ventilaciones era lo único que se escuchaba.

Mientras tanto, en un lugar muy lejano, en un sitio desconocido de tierras llanas y desérticas, en una aldea donde la vegetación era escasa, Zero yacía en una celda oscura, amarrado. No sabía nada y no comprendía su situación. Todo lo que podía sentir era el frío de la celda y el dolor en su cabeza, resultado del golpe que recibió al ser noqueado por aquel misterioso soldado con armadura fantasma.

Los únicos sonidos que se escuchaban eran el goteo constante del agua de una pequeña fuga en las tuberías y el leve tintineo de las cadenas que lo ataban. La celda estaba oscura, apenas se podía distinguir el contorno de la puerta y las paredes desnudas. Zero intentó liberarse de las ataduras, pero sus esfuerzos fueron inútiles, las cadenas estaban firmemente sujetas al suelo y las paredes de la celda.

De repente, escuchó el sonido de una puerta al abrirse, la luz entró por la abertura de la celda, cegando a Zero por un momento. Una figura alta y oscura, entró en la habitación. Zero intentó hablar, pero una mano fría y dura le tapó la boca, evitando que emitiera sonido alguno.

No hables -dijo una voz distorsionada que salía de la armadura-, no te preocupes, no te haremos daño si cooperas.

Zero no podía entender lo que estaba sucediendo, ¿quiénes eran ellos y qué querían de él?

Zero observó detenidamente al misterioso individuo que estaba frente a él. Su armadura era impresionante, al estilo de los samuráis de antaño, con un toque tecnológico. A pesar de que la tecnología en esa época ya había avanzado significativamente, esta armadura parecía un poco vieja, pero aún así se veía impresionante.

Mientras tanto, el lugar donde se encontraba Zero era una celda oscura, que parecía haber sido excavada en la roca. La iluminación era tenue, apenas lo suficiente para que pudiera ver su entorno. No había nada más en la habitación, solo una pequeña ventana en lo alto de la pared que permitía un poco de luz natural. El aire era denso y húmedo, lo que dificultaba la respiración.

El misterioso hombre, después de liberar a Zero, se sentó frente a él, dejando entre ellos solo unos pocos metros. Zero podía sentir la energía que emanaba de su armadura, pero no sabía cómo utilizarla. El hombre comenzó a hablar, con un tono firme pero tranquilo.

"Escucha con atención", dijo el hombre. "Somos un grupo de guerreros que luchamos por la justicia en este mundo. No contamos con la tecnología avanzada como la que tú conoces, pero hemos desarrollado nuestra propia tecnología para hacer frente a la opresión y la injusticia".

Zero se sorprendió al escuchar esto. ¿Cómo era posible que en este mundo existiera un grupo de guerreros que luchara por la justicia utilizando una tecnología diferente a la que conocía? Estaba confundido y a la vez intrigado por saber más.

El hombre continuó hablando. "Hemos estado siguiendo tus movimientos y hemos visto cómo luchas por la justicia en tu propio pueblo. Creemos que eres uno de los nuestros y queremos ofrecerte la oportunidad de unirte a nuestra causa. Juntos, podemos luchar por un mundo mejor".

Zero estaba sorprendido y confundido al mismo tiempo. ¿Cómo sabía este hombre sobre sus acciones? ¿Cómo podía estar seguro de que él era uno de los suyos? Pero una cosa era segura: no tenía nada que perder al escuchar lo que tenía que decirle este grupo de guerreros.

"Está bien", dijo Zero. "Estoy dispuesto a escuchar lo que tienes que decir".

Zero se sorprendió al escuchar el nombre de aquel hombre y su posición como líder de la aldea Flor de Loto. Se sintió aliviado al escuchar que no había intenciones hostiles por parte de ellos, pero aún estaba confundido sobre cómo llegó allí y qué había pasado con Ana y el equipo del refugio.

"Flor de Loto, nunca había oído hablar de ella", pensó Zero mientras seguía a Zang Lu fuera de la habitación oscura. La luz del sol lo cegó por un momento mientras sus ojos se ajustaban a la luz del día. Cuando finalmente pudo ver, se quedó atónito por la belleza sencilla y cultural de la aldea. Las casas de madera y papel de arroz se mezclaban perfectamente con la naturaleza, rodeadas por campos de arroz verde y jardines de flores coloridas.

Zang Lu notó la expresión de asombro en el rostro de Zero y sonrió. "Nuestra aldea se enorgullece de preservar nuestras tradiciones y nuestra cultura. Aquí no encontrarás tecnología avanzada como en la ciudad, pero tenemos algo más valioso que eso", dijo con un tono sereno y orgulloso.

Zero asintió mientras seguía a Zang Lu por las calles de la aldea. La gente local los saludaba con una sonrisa mientras iban sobre sus negocios cotidianos. Era una sensación extraña estar en un lugar tan diferente al mundo tecnológico y futurista que conocía.

"¿Dónde están Ana y los demás? ¿Cómo llegué aquí?" preguntó Zero finalmente, rompiendo el silencio.

Zang Lu suspiró antes de responder. "No tenemos todas las respuestas, pero creemos que fuimos guiados por la energía que emites. Fuimos instruidos por nuestro anciano para traerte aquí, pero no tocamos ni dañamos a ninguno de tus compañeros. No te preocupes, después de todo los ancianos conocen el método correcto", explicó mientras llevaba a Zero a un pequeño jardín de meditación en el centro de la aldea.

Zero no sabía qué pensar, todo esto era demasiado extraño para él. Pero algo en su interior le dijo que podía confiar en Zang Lu y en la gente de la aldea Flor de Loto. Se sentó en el jardín y cerró los ojos, tratando de procesar todo lo que había pasado.

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