Abuela.

Abrí los ojos lentamente de tanto pensar me dormí de lo cansada que estaba, lo siguiente que paso me dejó aún más sorprendida apenas me levante mi mamá empezó a actuar como si nada hubiera pasado.

Como si jamás hubiéramos discutido hace unas horas sobre el loco concepto de deber que tenían, estaba más que consciente que eso había ocurrido y no fue producto de un sueño.

Le seguí el juego estando consciente de su jugada y me reí internamente de su astucia quería jugar conmigo mentalmente, pero me ofendió profundamente que subestimara la inteligente de su propia hija.

No que las madres conocen como la palma de su mano a sus hijos, aquel que dijo eso estaba totalmente equivocado sin duda.

Trate de verificar si estaba jugando conmigo mentalmente y efectivamente lo estaba haciendo porque cuando trate de sacar el tema sobre su término de deber nuevamente, evadió sutilmente el tema, trate de sacar el tema nuevamente y esta vez me negó que hayamos tenido una discusión en el carruaje, afirmando que apenas entre al carruaje me quede profundamente dormida.

Incluso me sorprende que haya tratado de usar a Rose en su jugada, obligándola con la mirada que le diera la razón y Rose sin más remedio tuvo que obedecer a su señora.

Podía leer perfectamente a Rose sabía que mentía por su lenguaje corporal y sus ojos no expresaban afirmación, aunque su tono de voz fue firme y persuasivo a mí no me engaña, la conozco desde que nací literalmente.

Guarde este recuerdo en una cajita de información importante en mi mente.

Que cómico nos saliste querida conciencia.

Ya ya bájate de tu nube.

Puse cara de disgusto al caer en cuenta que me encuentro peleando conmigo misma y mis mejillas se sienten caliente de la vergüenza que siento.

—Señorita por favor baje -Dijo Rose arrastrándome a la realidad con sus palabras.

Se encontraba afuera del carruaje es tendiendo me la mano para que la tome de apoyo a la hora de bajar, hice exactamente lo que me dijeron.

Apenas mis pies tocaron el suelo y logré encontrar estabilidad levanté la mirada quedando completamente cautivada por aquella mansión.

Parecía todo lo que se imagina cualquier niño de un cuento de hadas, como cuando te contaban el castillo donde vivía la princesa de los cuentos infantiles.

Quede totalmente atónica por el lugar y tenía la boca entre abierta por el impacto que ocasionó semejante lugar.

Un enorme arcoíris se encontraba ubicado de extremo a extremo de aquel hermoso territorio, los colores son tan brillantes y cautivadores que parecían una ilusión.

Aquel arcoíris comenzaba desde un extremo de la enorme mansión, pero sin duda majestuosa y terminaba en el bosque del territorio que desde mi punto de vista parecía el centro de aquel bosque.

Un cielo totalmente bello, oh por Dios el amanecer es tan hermoso el intenso azul parecía que tenía una batalla interminable con el naranja y rojo, ambos colores luchaban con aquel azul para apoderarse de aquel bello a amanecer y las nubes tan blancas y puras parecía que era la que traía la paz en ella.

Las aves volaban por aquel hermoso amanecer alegres totalmente felices y un grupo parecía que se acercaban al arcoíris con curiosidad al ver los tan bellos colores.

La mansión tenía imponentes y altas paredes blancas que rodeaban la mansión como un fuerte, solté una risa risueña al ver una enorme estatua de plata y diseños de oro de un cautivador dragón.

Parecía tan intimidante y imponente, al ser tan solo una estatua tenía un imponente aire de grandeza y poder que parecía abrumador para cualquier persona, pero solo sentí un cálido aire al mi alrededor me daba tanta paz y olvidarme de todo.

Me permití bajar la guardia solo por unos minutos tal vez, inconscientemente me encontraba dando pasos acercándome a aquella estatua del imponente dragón en busca de más de ese sentimiento de paz.

Me sentía hipnotizada por esta estatua de la figura del dragón, el sentimiento de paz que me daba era tan puro y cálido algo que ni en esta, ni en la otra visa pude sentir hasta ahora.

—Es bueno que te guste el dragón, muchos solo se atemorizan y huyen cuanto antes puedan para salir de este lugar tan solo por ver la figura de la estatua - dijo una voz atrás mío aquella voz que sonaba imponente e intimidante, pero yo la sentía calidad y afectuosa.

Me volteo rápidamente para detallar con mis propios ojos a la persona que hace unos segundos me hablo, aquella que sin duda era mi abuela.

Unos profundos ojos grises como la plata me miraron detenidamente, aquellos ojos heredados a mi padre y hermano.

Cabello castaño claro, tan claro que por poco tiraba para rubio oscuro, cuerpo esbelto atlético a pesar de su edad, una pequeña sonrisa adornaba su cara, no tenía muchas arrugas aunque parezca increíble, solo el inicio de ellas por la delicada frente y en sus mejillas.

—Así que tú eres mi tan nombrada nieta - afirmó ella con solo mirarme podía diferenciarme me sorprende al saber que nunca me conoció.

—Así que usted es mi tan nombrada abuela-

Dije devolviéndole con sus mismas palabras.

—Querida, puedes tutearme no es necesario el formalismo. - dijo ella dando pasos firmes para llegar a mi lugar.

—No la conozco, ¿por qué haría eso? - Dije con un tono de voz duro.

No le perdonaré el hecho de que se fuera por tantos años y solo conociéndome hasta ahora por qué la tradición lo demanda.

—Somos familia, no necesitas estar tan a la defensiva - dijo ella llegando a mi lugar para hablarme de frente.

—El solo hecho de que compartimos la misma sangre, no quita que no la conozco porque usted no forma parte de mi vida. - dije aun a la defensiva.

—¿Me culpas por irme y tratar de encontrar la paz después de que falleció el amor de mi vida? - dijo ella acercando su mano y acariciando con curiosidad uno de mis rulos dorados.

—No, te culpo por no formar parte de la vida de mi hermano y de la mía -dije dando un paso atrás dándome la vuelta para tratar de acercarme a la estatua de ese hermoso dragón.

—Era lo que necesitaba para no dejarme caer en un profundo abismo - dijo mi abuela acercándose también a la estatua para encararme.

—Señora Romanova - dije mirándola a los ojos de una manera fría leve temblor recorrió sus manos.

Aparte la mirada de inmediato al darme cuenta de su reacción, había veces que olvida el impacto que producía mi mirada.

—Se lo repito nuevamente, no la conozco -dije con un tono neutro.

Mis mirando se dirigió hacia la estatua del dragón mirándolo detalladamente hasta que llegue a sus ojos, mi cuerpo tenso por la presencia de mi abuela se relajó y mi mirada impacto con la del dragón, bueno su estatua y un ligero brillo paso por mis ojos.

Aparte la mirada rápidamente sorprendida por el brillo repentino y fugaz que vi por un segundo en los ojos de la estatua, era acaso eso una "estatua" vi vida en sus ojos.

Cállate, lo vi era real.

—De todos modos tienes que conocerme - dijo mi abuela sin cambiar su noto de voz - somos familia y la tradición exige que te enseñe a manifestar tu aura y manejarla.

—Lo de manifestar parece que llego un poco tarde de su viaje - dije con una sonrisa ligera como forma de burla- Ya la manifesté, hace tres días.

Mi abuela abrió los ojos sorprendida y a los pocos segundos arrugó el entrecejo confusa por mi reciente comentario abrió y cerró la boca un par de veces tratando de hablar, pero sin lograrlo por lo atónica que se encontraba.

—Parece que no te informaron - dije aun con la auténtica sonrisa en mis labios - Solo tendrá que enseñarme como controlar mi aura y su pongo que eso implica que se disminuye el tiempo que pasaré aquí.

—Te equivocas - dijo ella caminado y me hizo una señal para que la siguiera y así fue tenía que sacar más información - Tu hermano logro manifestar y controlar el aura a los seis meses con la ayuda de tu abuelo.

Con pasos firmes llegamos a la entrada de la mansión los sirvientes estaba en filas en la entrada y se reverenciaban mientras pasábamos, era menos personal que los de mi mansión y miraba intrigada había menos de la mitad del personal que de mi mansión.

—En la PDLE nos enseñan a ser autosuficientes, en la guerra no tienes sirvientes para sobrevivir tienes que apañártelas tu sola. - dijo mi abuela al darse cuenta de mi intriga.

—¿Nos manda a la guerra? - dije con un tono de voz de impacto por tal información.

—Si al cumplir los 16 años en tu caso y él en caso de tu hermano a los 18. - dijo con tranquilidad.

Yo inicié mi primera misión a los 18 años de edad, era una misión de infiltrada estuve ocho meses para lograr ejecutar completamente mi misión y estaba a unos días de cumplir los 19 al completar la misión.

En ambas corría el riesgo de morir, pero sin duda el más probable de morir es ir a la guerra.

—Es una ley, la actual élite iniciada tiene que presentarse a su peor enemigo y hacerle frente - dijo aún calmada - Es para demostrar su valía como la actual élite, irán en la primera fila y dirigirá las tropas el objetivo es hacer retroceder a las tropas de kratos.

—¿Cuánto tiempo estaremos en campo de batalla?

—El tiempo el indefinido, el tiempo mínimo lo superó la actual élite con un año y ocho semanas. - dijo parándose en una puerta.

—¿Qué pasará con madre? - dije sin verla tratando de mostrar indiferencia.

—Lo normal es que uno de tus padres te acompañe en este tiempo de manifestación y control del aura - dijo mi abuela.

Hizo un ademán con sus manos para que los guardias qué custodian la puerta la abran, me hizo un gesto para que pase antes que ella una vez abierta la puerta.

—Pero tu padre se encuentra en servicio y tu madre tiene que regresar de dirigir la mansión —dijo ella señalado la habitación - Esta es tu habitación qué tendrás durante un año de tu estadía, estarás solo conmigo, ya que tus padres tiene cosas que hacer.

—Qué suerte la mía - dije con una sonrisa Irónica.

Mi abuela se dio la vuelta para salir de mi ahora habitación sonriendo ante mi comentario cargado de sarcasmo, procese sus palabras y me di cuenta de inmediato que dijo un año, dispuesta a protestar por tal duración de tiempo al darme la vuelta ella ya no estaba.

—Agh, es demasiado por hoy - dije y me deje caer en la enorme cama dispuesta a descansar de este ajetreado día.

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