La familia real de Mackenna.

Sentí una extraña sensación de inquietud me encontraba sentado en la cama de mi habitación con la bata de dormir puesta esperando pacientemente a mi esposa.

—¿Qué piensas, cariño? - dijo mi esposa saliendo del vestidor con su vestido de dormir.

Se acercó hacia mí acariciando cabello tan azul como el zafiro tenía la manía de siempre hacer eso conmigo y nuestros hijos.

—¿Por que piensas que estoy pensando en algo? Esposa mía-Dije levantando la mirada para poder ver esos hermosos ojos rojos como el rubí.

—Será porque estabas tronándote los dedos y mirando un punto fijo sin pestañar hacia el suelo. -dijo mi esposa

Agache la mirada encontrando mis manos entrelazadas entre sí dando entender que estaba haciendo lo que dijo.

—¿Porque me conoces también? Te das cuenta de cosas pequeñas - dije mirándola fijamente con mis ojos tan anaranjados qué se podrían confundir fácilmente con el fuego.

—Porque soy tu esposa y aparte siempre pongo atención hasta la mínima cosa. - dijo moviéndose para ir a su lado de la cama. - ¿Qué tanto piensas? Cariño.

—Extraño a nuestra hija, eso que no a pasado ni una semana - dije acostándome también en la cama - Me preocupa que sucederá cuando Ian valla junto con la segunda división.

—Ya quiero saber que tipo de magia tendrá nuestra hija - dijo para que con su telequinesis agarra una colcha y nos tapara - Ian, mi pequeño príncipe ¿Me pregunto con que sorpresa vendrá? Tampoco ahí qué olvidar a Christian nació meses antes que Ian.

(Esto es ficción normalmente un bebé nace a los nueve meses de gestación, pero en el mundo de fantasía creado los meses de gestión son dos)

—Si, claro que no olvido a mi segundo príncipe , pero no olvidemos el alboroto qué se formó cuando nació Ian.

Los ojos anaranjados y el cabello plateado eran símbolo del linaje puro en la familia imperial, pero lamentablemente ningún niño o niña nacidos tenía el cabello plateado caracterizado del primer emperador.

Era ya un milagro que un niño nacido de la familia imperial nazca con los ojos anaranjados.

Hasta que nació Lukas Ian Mackenna, pero al pequeño Lukas le gustaba que lo llamaran Ian.

Hubo un gran revuelo en el imperio cuando nació Ian, con los ojos anaranjados prufundos tan llamativos al igual que el fuego y el cabello de un plateado cenizo al igual que el primer emperador.

Fue tanta la sorpresa del emperador y la emperatriz qué mandaron a traer el retrato del primer emperador.

Quedaron en shock junto con los sirvientes qué se encontraba en la habitación de aquel bebé recién nacido en ese entonces.

Todos contemplaban el retrato y al bebé intercalando sus miradas de un lado al otro por su increíble parecido.

Pero lo más sorprendente es que el bebé nació sin llorar, parecía un señor mirando a todos con semblante serio y sin ningún miedo.

Pero nadie sabía que aquel bebé era un renacido y no uno cualquiera, aquel bebé logro su cometido.

Él era aquel Dios de la reencarnación aquel que llevo a Dafne a este mundo, Víctor suplico al Dios del universo dejar su puesto como Dios para renacer junto con su amiga de la infancia, Dafne, Wendy y aquella que conoció de niño Reina.

Víctor y Reina eran Dioses del universo, víctor se encargaba de la reencarnación y Reina de dirigirlos al mundo que ella escogía después de ver la vida de aquella persona antes de morir y según cuantas acciones malas hacía eran llevadas a un mundo donde las personas tuvieron la misma cantidad de malas acciones.

Aquellos niños eran muy unidos y prometieron casarse cuando crecieran, pero no contaron que la diosa del desastre estaría celosa de la felicidad de ambos cuando menos se lo esperaban aquella Envidiosa Diosa asesino a sangre fría a Reina.

Victor qué iba a visitar a su amiga como todos los días presenció aquel terrible suceso quedando en shock y salió corriendo hacia el Dios del universo supremo y le contó el cometido de la Diosa del desastre.

Sin embargo, aquel Dios supremo no creyó aquella confesión de víctor, evadió el tema por años y Víctor triste de ver a su amada sufrir en cada vida que él le daba, gracias a la Diosa del desastre que se encargaba de eso, víctor junto evidencia de todo lo que hacía la Diosa del desastre que no estaba permitido por las reglas.

Fue ante el Dios supremo, le entrego todas la evidencias y rogó qué lo mandará con Reina al mundo donde se encontraba.

El Dios supremo sintió culpa por no a ver creído a víctor desde el principio, le concedió su deseo con la condición que iba a olvidar todo de cuando el era un Dios a excepción de todo que tenía que ver con Reina.

La diosa del desastre logro escuchar todo, creo todo para hacer qué la vida de Victor y Reina en ese mundo sea imposible ser felices, después fue llamada por el Dios supremo y le hizo un juicio con la sentencia de eliminar su existencia.

Así fue como víctor nació como Ian, el mismo año que nació Reina en ese mundo nombrada como Keren.

Regresando al tema del nacimiento de Ian los sirvientes qué estuvieron presentes en aquella habitación, fueron y se lo comentaron a cada persona que veían, el rumor fue tanto sorprendente qué logro salir del palacio imperial una vez se enteraron los nobles, pidieron una solicitud de reunión con el emperador.

La presión qué ejercieron fue tanta qué el emperador fue obligado a hacer un banquete del primer año de Ian y mostrarlo ante todo el imperio.

Pasaron los meses, los nobles y todos los invitados del imperio Mackenna estaban ansiosos de que llegue el día dónde el pequeño Ian cumpliera un año de vida, para poder verlo con sus propios ojos aquel famoso rumor.

Los emperadores se encontraban en sus tronos correspondientes, recibiendo a los invitados, por inconvenientes qué tuvo Ian no pudo estar presente al tiempo correspondido así que todavía se encontraba preparándolo.

El pequeño Ian tuvo el inconveniente llamado berrinche, Ian se enojó con su padre por permitirle a los nobles a controlarlo como si el mismísimo emperador no tuviera el suficiente poder y se dejara dominar por ellos.

Ian a su primer año de edad ya sabia hablar y caminar perfectamente, en ese entonces se encontraba aprendiendo clases de etiqueta.

Ian fue nombrado apenas entro y todas las miradas estaban sobre el, pero a Ian parecía no importale mucho ese pequeño detalle.

Saludo haciendo una elegante y perfecta reverencia hacia sus padres, volteo hacia los cientos de pares de ojos mirándolo y inclino la cabeza y dijo.

—Los saluda Lukas Ian Mackenna, la segunda estrella de este imperio, el tercer príncipe.

Termino de decirlo y se dirigió hacia su trono mirando detalladamente a los nobles que controlaron a su padre.

Aquellos nobles se encontraban alegres por aver llamado la atención de Ian, pensado ellos qué tendran una oportunidad con volverse parte de la familia imperial.

El resto de invitados se encontraban sorprendidos sobre el físico de Ian, incluso llegaron a decir que aquel príncipe parecía el hijo del primer emperador que su propio padre osea el emperador actual.

Por el lado del segundo príncipe, Christian Zaid Mackenna qué recién aprendió a caminar y aprender el habla en su primer año y aprendió a dominarlo a la edad de dos años.

Empezó a recibir clases de etiqueta para así a la edad de tres años en la ceremonia de bienvenida de la primera división, ya pueda presentarse formalmente y dar sus respetos.

Por lo contrario de Ian, Christian era una copia exacta de su padre, tenía el cabello del color del zafiro, los ojos anaranjado como el fuego pero no tenía el toque del color intenso y prufundo naranjados como los de Ian, tenía las facciones iguales al de su padre.

Cuando me refiero a las facciones de su padre serían mandíbula marcada, con facciones masculinas y un poco toscas.

Por el lado de Ian el tenía las facciones del primer emperador nariz respingada, labios más o menos gruesos y del color carmis como la sangre, cejas pobladas y gruesas, pestañas largas y rizadas, pómulos pronunciados perfectos para su linda cara angelical y también poseía los característicos hoyuelos del primer emperador pero solo han podido apreciarlo la familia imperial y su nana ya qué siempre se mostraba serio y reservado con los demás.

Claramente la única excepción eran sus allegados, la familia de sus padres, sus padres, sus hermanos y su niñera.

Christian era más risueño, extrovertido, alegre con todo el que se cruzaba, se podría decir que hasta se reía en momentos serios, pero Christian claramente no comprendía en ese entonces, era sociable en pocas palabras, aun que cuando se enojaba o algo le disgustaba fruncia sus cejas inconscientemente y se mantenía extrañamente callado, mostrando indiferente a lo que normalmente a él le sorprendía o le alegraba, en términos corto Christian era fácil de leer y entender sus actitudes.

Ian se mostraba alegría cuando se requería y se mostraba neutro siempre, es indiferente a muchas cosas, no se sorprende con facilidad, es muy impredecible ya qué muchos no entendía sus forma de ser, se mostraba expresivo solo cuando estaba con su familia o le comentaban cosas sobre el imperio zakary, eso le extrañaba mucho al emperador pero decidió no tomarle mucha importancia.

Los hermanos Mackenna era totalmente diferentes en muchos términos, tanto en su forma de ser y físicamente.

Pero eso no quiere decir que se lleven mal esos dos eran como la llema y la clara siempre juntos, ambos apreciaban mucho a Lucía, su hermano y sus padrinos.

Me encontraba tan cansado qué solo soltaba gruñidos de protesta cuando sentía manotazos y patadas, sentí un pequeño puño aterrizar en mi estómago dejándome sin aire por unos segundos.

—¿Pero que? - me levante de golpe de mi Hermosa cama descolocado porque aquel repentino golpe y me frote los ojos con cansancio.

—¡No, Papi por favor no me dejes sola! ¡Por favor! - dirijo mi vista hacia aquella voz que me resulta extrañamente conocida - ¡Quiero a mami, por favor llévame con mami!

Lucía aquella ahijada mía gritaba entre sueños, ni que sueño eso es pesadilla.

—¡¿Lucía?!

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