Se ha ido

Antonio estaba cada vez más demacrado y esto se notaba porque cada día estaba más pálido y le costaba cada vez más y más mantener una conversación cualquiera, este tipo de comportamiento puso en alerta a todos, incluso Andrew se mudó a la mansión, ya nadie quería perder los posibles últimos momentos que les quedaban con el señor Antonio.

Felipe pasaba mucho tiempo junto a Antonio, no se despegaba de su lado, los ojos de Felipe reflejaban tristeza cada vez que miraba a Antonio, un día Antonio despertó con normalidad, desayuno con todos y a la hora del té de la tarde todos nos reunimos en el jardín para disfrutar un rato juntos.

De repente el señor Antonio comenzó a toser de forma brusca, al principio pareció algo normal, pues, según su condición pulmonar se había vuelto normal verlo toser de esa forma varias veces al día, pero no paraba.

Andrew se levantó de su asiento e intento ayudar a Antonio, pero parecía no poder parar, cuando paro de toser sus manos estaban llenas de sangre y se desmayó. Felipe se levantó al igual que yo y entre ambos cargamos a Antonio hasta el auto, pues, Andrew había entrado en estado de Shock, al subir al auto Andrew entró rápidamente y nos dirigimos al hospital.

Al entrar a la sala de emergencias un grupo de enfermeros puso en una camilla a Antonio y no nos dejaron entrar.

Mi cabeza no podía procesar lo que estaba pasando, las cosas no debían suceder así, a penas tenía cuatro meses viviendo en la Mansión, se suponía que Antonio tenía entre un año a dos de vida ¿Por qué las cosas debían pasar de esta manera?

—No quiero que nada le pase, ya tienen media hora dentro de esa habitación y nadie sale a decir nada –Dijo Andrew con un tono lleno de desesperación– ¿Por qué su estado tuvo que empeorar tanto?

—Está mañana parecía estar bien, ni siquiera puedo entenderlo –Dije mientras miraba a la puerta fijamente– las cosas tampoco debieron pasar de forma tan abrupta.

Felipe suspiró y se sentó junto a mí, Andrew estaba tan preocupado que no paraba de mirar a la puerta, no sabíamos que estaba pasando y mucho menos esperábamos un resultado positivo.

Después de una hora Felipe y yo nos habíamos quedado profundamente dormidos uno junto al otro con la cabeza sobre el hombro del otro, ninguno de los dos soportaba la ansiedad y tal vez esa fue la razón del repentino sueño.

Casi tres horas después un doctor salió, Andrew, Felipe y yo estábamos terminando de comer un poco de comida rápida que nos trajo el chófer, ya eran las nueve de la noche y el doctor nos vio con mala cara, las noticias no eran buenas.

El doctor se paró frente a nosotros, hizo un saludo cordial y procedió a hablar.

—La situación del señor Antonio es crítica, sus pulmones están dejando de funcionar, en menos de una hora podrían dejar de funcionar en su totalidad, su cuerpo resienta un desgaste excesivo, además de otras enfermedades, deberían entrar a despedirse. Como doctor odio tener que dar este tipo de noticias dolorosas, pero mejor que nadie sé que debo ser honesto.

—Muchas gracias por su sinceridad doctor –dijo Andrew mientras se dirigía de forma amable y cordial al doctor– ya sabemos que esto pasaría, mi padre ya estaba luchando por sobrevivir, ya no podemos forzarlo a seguir atado a ese tipo de lucha, prefiero evitar su sufrimiento a toda costa.

El rostro del doctor demostraba su tristeza al escuchar las palabras de Andrew, incluso yo logré sentir como mi pecho se comprimía al esas tristes palabras mientras veía los ojos tristes y rostro inexpresivo de Andrew.

El doctor se despidió y continuó con su trabajo, Felipe y Andrew entraron a la habitación y por respeto debido quedarme afuera, pero casi dos minutos después Felipe se paró frente a mí y me obligo a entrar en la habitación.

—Ya estamos todos aquí abuelo –expresó Felipe mientras seguía tomando mi mano– puedes continuar con lo que querías decirnos.

—Estoy muy agradecido por el tiempo que pasaron conmigo, siento muchas ganas de llorar porque sé que estoy muriendo, lo siento en lo más profundo de mi ser, me da mucha pena que por momentos no estuve del todo consciente y lo más probable es que dentro de un rato olvidé lo que dije. Estoy feliz, no solo porque se preocuparon por mí, sino porque no me abandonaron cuando ya no fui útil, tengo la mejor familia que pude desear.

—Jamás te abandonaría papá, te quiero y estoy muy agradecido por todo lo que me has dado en esta vida.

—Abuelo, sé que no pasamos mucho tiempo junto –Dijo Felipe mientras apretaba mi mano– pero debes saber lo feliz que me hace decir que eres mi familia, eres una buena persona y me siento muy alegre de que tú estés feliz.

Yo lo sabía que decirle a Antonio, si tenía palabras que decirle, pero no como su nieta y tampoco tenía el derecho de despedirme en nombre de Ana, Antonio me miró y sonrió amablemente.

—Estoy informado de lo que hicieron, lo note poco después, bueno, lo recordé, recordé escuchar una conversación en donde Felipe y Andrew fijaban un día para ir al cementerio, sé que no eres Ana, pero estoy feliz de que intentarán hacerme feliz.

—¿Lo sabías? –Preguntó Andrew totalmente sorprendido– ¿Desde cuándo?

—No lo sé, antes de que lo olvide –Antonio paró y vio a Felipe– estoy muy orgulloso de ti Felipe, eres el mejor nieto que pude desear, eres inteligente y tienes potencial para lograr lo que desees, deja de lado esa mala actitud.

—Gracias abuelo.

—¿Puedo hablar con Ana a solas? Sé que no es Ana, pero quiero despedirme de forma correcta.

Estaba nervioso, él sabía la verdad ¿Qué haría si me reclamaba? Felipe y Andrew asintieron y salieron de la habitación.

—Acércate, no te haré nada malo.

Me acerqué a Antonio y él tomó mi mano, tal vez sabía que estaba nervioso.

—Gracias por cuidarme, sé que ni siquiera eres una mujer, lo note una vez, pero quiero que sepas que te considero como mi nieto, me cuidaste de forma sincera y estuviste conmigo todo el tiempo, hubo muchas veces en las que lo olvide y creí realmente que eras ella. Pero en mis momentos de claridad sabía que no eras ella y siempre te pregunté ¿Cuál es tu edad?

—Estoy conmovido, pensé que me diría que me odiaba, no tengo el derecho de fingir ser Ana, pero le tomé cariño de manera sincera, tengo 23 años, no 19.

—¿Cuál es tu nombre real?

—Lucas, mi nombre es Lucas.

—Es un buen nombre.

—Gracias.

Mis ojos estaban llenos de lágrimas, tenía la mano de Antonio entre las mías, pero sentía como su agarre iba perdiendo fuerzas, entre en pánico, sabía que ya no había tiempo, no debí haber hecho algo así, me había encariñado realmente con él.

—Recuerda que no debes fingir ser alguien más, te considero un verdadero nieto, pero mis ojos pesan mucho como para seguir.

Los ojos de Antonio se estaban cerrando, me levanté y corrí para abrir la puerta y mirar a Andrew y Felipe.

—Se está acabando el tiempo.

Ellos no esperaron más explicaciones y entraron a la habitación, Andrew tomó la mano de Antonio y todos observamos como cerró los ojos lentamente.

—Se ha ido —dijo Andrew mientras acomodaba las manos de Andrew sobre su pecho– Te quiero papá.

La máquina que media el ritmo cardíaco resonaba con el sonido que indicaba que ya no había pulso, Antonio había muerto.

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Comments

Diana

Diana

Como no amar a Antonio

2023-01-12

3

Diana

Diana

Es que no sé, creo que todo fue rápido y me sorprendió mucho

2023-01-12

0

Diana

Diana

No puede ser, pobre Antonio, pobre Andrew

2023-01-12

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