Es él

Todas las noches me dedique a ir al bar después de terminar de trabajar, hubieron días en los que el cansancio era mucho, pero las personas me aplaudían de forma tan animada que era imposible para mí prestar atención al cansancio.

Gracias a estas pequeñas presentaciones mi nombre empezó a sonar un poco más, mi nombre llegó a oídos del dueño del restaurante donde trabajaba como mesero y me ofreció una buena cantidad de dinero por cantar en el restaurante, pasé de ser mesero a ser el cantante del restaurante.

Estaba feliz y animado, Carlos estaba muy contento y yo estaba sumamente agradecido con él, pues, él fue quien me motivo esa noche a subir al escenario, no era famoso, pero podía trabajar haciendo lo que me gusta.

Entre tantas buenas oportunidades logré entrar en un par de concursos, luego de dos años, dos largos años de intentos, logré ganar un concurso, grabar una canción y finalmente ser un poco más reconocido.

Carlos se convirtió en mi manager, no eran muchas las presentaciones que tenía, pero ya tenía un pequeño grupo de seguidores, lo extraño es que de la nada me empezaron a llegar propuestas de una nueva disquera, a penas estaba iniciando, pero había firmado contratos con grandes artistas.

Carlos y yo no estábamos tan seguros del trato, pero tras la insistencia decidimos aceptar la propuesta, el dueño de la disquera estaba de viaje por lo que fuimos atendidos por su asistente.

—¿Entonces? –Dije mientras veía el contrato en las manos de Carlos– ¿Aceptaremos?

Ambos estábamos sentados en la sala de nuestro departamento, aquel asistente nos dio la libertad de leer el contrato antes de firmarlo.

—Se ve bien, tiene muchos factores que te benefician y tampoco te exigen exclusividad, por lo que puedes trabajar en cualquier otro tipo de proyecto mientras no vayas a incumplir los plazos en sus proyectos, ya sean presentaciones o grabaciones, puedes firmar.

—Entonces está bien, sabes tus padres quieren que los visitemos, además…

—Lo sé, debes visitar la tumba de Antonio.

A pesar de visitar una vez cada seis meses la tumba de Antonio y reunirme con Andrew, no pude volver a ver a Felipe, estaba estudiando allí, pero se mudó de la mansión y según Antonio estaba centrado en sus propios asuntos, nunca fuimos amigos, pero no entiendo ¿Por qué insisto en pensar en él?

Carlos veía incómodo viajar cada seis meses para quedarnos una semana y regresar, pero era una forma de calmar mi corazón, le tenía mucho respeto a la memoria de Antonio y aunque murió de forma abrupta siento que estaría orgulloso de lo que he logrado.

—Cambiando de tema, mañana llegar el dueño de la disquera, por lo que debemos ir después de medio día a firmar el contrato.

—Dicen que es muy joven, incluso dicen que todavía está cursando su último semestre universitario y por eso viaja tanto.

–También escuché cosas así, la gente con dinero puede hacer muchas cosas.

Después de una pequeña pausa ambos reímos y fuimos a descansar, los últimos días habían sido pesados y cansados, a penas tenía tiempo de parar.

La verdad tenía un poco de curiosidad por el dueño de la disquera, debía ser mucho más joven que yo, había rumores que decían que era alguien de mirada fría y pocas palabras, sin embargo, creo que debe ser alguien inteligente como para tener una disquera propia.

Antes de que pudiera notarlo caí en medio de un profundo sueño, muchas veces Felipe estaba en mis sueños, siempre le contaba sobre mi verdadera identidad y una y otra vez me rechazaba y me miraba con asco ¿Habría sido así realmente?

Desperté y toque el sudor que había en mi frente, mi cuerpo estaba frío, pero estaba sudando de forma exagerada, miré mi reloj y eran las diez, me había quedado dormido y Carlos ni siquiera se dignó en despertarme.

Cuando me levante camine hasta la cocina y vi a Carlos preparando el almuerzo, era imposible no reírme de él al verlo usar un mandil de corazones, a veces era tan él que me hacía reír de forma inconsciente.

—Deja de burlarte de mi hermoso mandil.

—Me estoy riendo de ti, no del hermoso mandil, ¿Por qué no me habías despertado?

—Estabas durmiendo de forma tan placentera, ¿Quién soy yo para despertarte? –Dijo con un tono burlón– además todavía hay tiempo antes de ir a la disquera.

Después de almorzar ambos nos pusimos trajes y nos dirigimos a la disquera, logre ver a varios artistas e incluso un par de productores con carreras en ascenso, el que estaba a cargo sabía lo que hacía, estaba buscando talentos nuevos con potencial y apoyándose en famosos con experiencia.

La recepcionista nos presento a una secretaria la cual nos llevó de forma amable hasta la oficina, todo dentro del edificio era grande y extravagante, pero sin dejar a un lado lo estético.

Cuando entramos a la oficina me quede helado, estaba frente a mí, era Felipe… sus ojos negros con un tono grisáceo, su cabello negro ordenado perfectamente, su musculatura había aumentado un poco, pero su mirada seguía tan fría y sería como siempre, además de su perfecta postura, ¿Era el dueño de la disquera?

—Es él… –Dije en medio de un susurro que nadie pudo escuchar– no puede ser.

—Pueden sentarse, mi nombre es Felipe y como verán, soy el dueño de este lugar —dijo con un tono cordial mientras Carlos y yo tomábamos asiento frente a él– ¿Están de acuerdo con la propuesta y porcentaje de ganancias?

Aunque fuese él, no me reconoció, ni siquiera sospechaba que yo fui aquel impostor que vivió con él durante un tiempo, creí que si lo volvía a ver tal vez me reconocería, pero ni siquiera cruzaba mirada conmigo, baje mi cabeza mientras el Carlos hablaban sobre el contrato.

—Bueno, entonces solo falta firmar –dijo Carlos mientras me entregaba el bolígrafo– hazlo.

Tome el bolígrafo con cuidado y miré a Felipe, sus ojos me miraban con cierta intensidad, desvíe la mirada y firme.

Solo paso así sin más, nos despedimos de forma cordial y salimos, Felipe era un hombre encantador, pero eramos muy diferentes, nada en nosotros era igual, tal vez lo mejor fue que las cosas sucedieran de esa manera.

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