Podemos ser amigos

Felipe conducía con un rostro inexpresivo, soltó un largo suspiro y me miró de reojo con un rostro más relajado, tal vez estaba intentando calmarse, podía entender un poco su desesperación.

—¿Te sientes bien?.

—Tu pregunta es un poco tonta, pero sí, estoy bien, no me prestes mucha atención, aunque quería saber, ¿Cuál es tu nombre?

Su pregunta me saco un poco de mi zona de confort, pero tampoco podía decirle mi nombre, si ya me odiaba por ser “una impostora” no sé que pasaría cuando supiera que soy un hombre con vestido.

—No te lo diré.

—¿Por qué? Es incómodo llamarte Ana cuando sé que no eres ella.

—No necesitas saber mi nombre, sigue llamándome Ana y ya, no creo que necesites llamarme por mi nombre en algún momento.

—Eres extraña.

—Lo sé.

—¿Crees que mi abuelo pueda vivir al menos cuatro meses?

—Por el rumbo que están tomando las cosas es un poco difícil decir eso, pero creo que esta en una alta probabilidad durar al menos tres o cuatro meses, pero no más.

—¿Has trabajado como enfermera? He visto que cuidas a mi abuelo y su enfermera dejo de ir desde que llegaste, además de que nunca Olvidas los horarios de mi abuelo o sus medicinas.

—Eres bueno observando, soy graduada en enfermería, tengo un poco de experiencia, imagino que Andrew tomaría eso en cuenta.

Nuestra conversación terminó cuando Felipe se estaciono, baje del auto y fui a la sala donde estaba Andrew junto a Antonio, su mirada era un poco vacía, Felipe se paró junto a mí mientras observaba a Antonio.

Era sorprendente lo bien que nos llevamos hoy, tal vez él no era tan malo como aparentaba ser.

Ese día Andrew se fue muy tarde, no quería separase de Antonio y era algo comprensible, Felipe tampoco se despegó de Antonio hasta después de la cena.

Al día siguiente no tenía nada que hacer, pues, Andrew se llevó a Antonio para pasar el día con él, estaba aburrido, ya me había acostumbrado a pasar el día con Antonio.

En la tarde decidí bajar a la cocina y preparar café, pero en el camino escuché una dulce y melancólica melodía de piano, mía pies se arrastraron de forma inconsciente hasta el lugar de donde venía aquella encantadora melodía.

Me sorprendí al ver a Felipe tocar el piano con sus ojos cerrados, sus dedos se movían de forma majestuosa mientras lo observaba y escuchaba aquel sonido.

Cuando terminó su pequeño recital abrió los ojos y se sorprendió al verme parado frente a él.

—No sabía que te gustaba espiar.

–No te espiaba, se escucha muy bien, anhelo escuchar más ¿podrías tocar un poco más? –Le dije de forma animada mientras sonreía– tu abuelo me está enseñando, pero no toco tan bien, soy mejor cantando tocando.

—No soy tan maravillo tocando, no sabía que cantabas, si toco un poco más para ti debes prometer que cantarlas un rato para mí ¿OK?.

—No soy un cantante profesional, pero es un trato –Sonreí y estire mi mano– pero debes tocar algo que me guste.

—Oh, publico difícil –Dijo mientras estrechaba mi mano– me gusta, tenemos un trato.

Felipe se hizo a un lado y me permitió sentarme a su lado, después de acomodarme junto a él sonrió y comenzó a mover sus dedos dejando que la melodía llenará la habitación.

Tocó por casi media hora de forma animada sin parar, escuché a gusto a su lado un montón de melodías diferentes, algunas alegres y otras un poco melancólicas, hasta que Felipe paró y me miró.

—¿Te gustó? –Preguntó mientras me sonreía– es lo mejor que puedo hacer.

—Claro que me encantó, tocas de forma maravillosa, creí que no sabías hacer nada más que quejarte, pero si te soy sincera me gusto mucho.

—No sé la razón del insulto de por medio, pero cumple tu promesa y canta.

—Está bien.

Tome aire y cante para Felipe, por un momento olvidé que estaba fingiendo y me deje llevar, pero al parecer a él no le importo y me miraba de forma atenta mientras cantaba, lo sabía si le estaba gustando hasta que vi que me miraba con una sonrisa en su rostro.

Cante cuatro canciones para él, después de cantar Felipe aplaudió y me felicito de forma sincera.

—Cantas perfectamente bien ¿Has tomado clases?

—Si, aunque me gusta cantar jamás he tenido la oportunidad de hacerlo de forma profesional, intente ir a varias audiciones, pero nunca pasó de la segunda ronda, quiero ser un cantante, pero es muy difícil.

—¿Quieres ser cantante profesional? Estoy seguro de que con esa voz algún día lo lograrás.

—Ojalá.

Acababa de pasar una tarde agradable junto a Felipe, sin gritos o peleas, me encanto pasar la tarde con él, nunca creí que podría llevarme de tal forma con alguien como Felipe.

Al parecer él también había disfrutado el tiempo juntos, tampoco sentíamos incomodidad o inconformidad por la situación.

—Sabes, la pasé bien –Le dije de forma sincera– tal vez podríamos pelear menos y tratarnos como amigos.

—Tal vez, aunque no lo sé, al final del día nuestras personalidades chocan mucho.

—Si tu lo dices, aunque sigo estando aburrida.

—Yo estoy cansado de tocar, pero podría ayudarte a aprender ¿Te parece?

—No tengo mucho talento para el piano, si me tienes paciencia lo intentaré.

—Soy un profesional como maestro, claro que tendré paciencia.

Volví a sentarme junto a Felipe y si tuvo paciencia por un largo rato, hasta que comencé a tener los mismos errores uno tras otro.

—No seas inútil, esto es fácil.

—No lo es, tú no sabes como explicar.

—¡No es mi culpa que seas tonta y tu cerebro no funcione bien!

—Eres un imbécil.

—Y tú eres una empleada amargada.

—No puedo creer que intentará llevarme bien contigo, ¡eres un idiota sin talento!

—¿Qué extraño? Hace minutos dijiste que era alguien muy talentoso.

—Estaba diciendo estupideces.

Me levante enojado y deje solo a Felipe, por más que gritamos, lo mire de reojo y lo vi sonreír, al parecer no estaba enojado y yo tampoco lo estaba, pero ni siquiera pude controlarme, tal vez no estábamos destinados para ser amigos.

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