Helen no sabia cuanto tiempo había pasado.
Horas, días, semanas. No lo sabía, aunque sospechaba que fue una semana gracias a su reloj biológico interno que había desarrollado a través de los años por ir al colegio y luego, ir a la universidad, incluyendo el tiempo de práctica que debía levantarse a la misma hora de siempre.
En otras palabras, la universidad fue una ayuda para su orientación en las horas del día.
Paso el tiempo con Aria y Rosemary, cada una con sus problemas, y notó en ellas, algo que no explotaría a pesar de que podría ser una ayuda para ella, y eso simplemente porque eran niñas que habían tenido un mal destino de tener un padre que era así.
En primer lugar, ellas temían a su padre.
Por supuesto que lo eran. Ver la violencia y que esto no estaba bien, era erróneo con todas las palabras en negrita, les hizo temer y aceptar cada palabra por temor a que sucediera. Lo que indicaba que algo ocurrió, algo que las mantenía en el poder de tal hombre
O temor a convertirse en aquellas mujeres que murieron antes de que ella llegara, lo cual podría ser peor de lo que vio.
No, ella no explotaría aquel miedo que notó, en realidad le dio ganas de protegerlas de aquel monstruo que destruía con sus manos.
En segundo lugar, necesitaban una figura materna. Urgentemente.
Lo veía en los ojos cuando le decía algo positivo, de ese modo ambas se habían enfocado en los estudios buscando mayor cantidad de elogios que de seguro no recibían por parte de este monstruo.
Otro punto que no explotaría, a menos que fuera necesario.
Un último recurso.
Había otra cosa que había ocurrido, algo que la avergonzaba más de lo que esperaba, dado que nunca había hecho tal acto que algunos habían disfrutado en su vida.
Sus pechos, estos días, habían empezado a segregar un líquido blanquecino que tenía un olor dulce. Le dolía a veces que su único alivio fue apretar su pecho frente del lavamanos para que cayera y se fuera para no mojar la cama. Lamentablemente, a veces sucedía en cualquier momento que mojaba la ropa que le traían cada día.
Estuvo asustada al principio, ya que conocía lo que era la galactorrea y las causas. Desde la sobre estimulación en las zonas mamarias o un tumor no cancerígeno. El miedo era por si se estaban aprovechando de ella en silencio, por lo cual dejo de asustarse cuando no sintió dolor en su cuerpo, específicamente en la zona de abajo.
El único alivio, pero aún no había manera que ella estuviera soltando aquel líquido, hasta que se le cruzó por la cabeza que era leche materna y que a veces el cuerpo, incluso la mente, era sorprendente. Desde el momento que supo que había un bebé de solo días de nacida, su cuerpo tal vez, solo tal vez, empezó a cambiar.
Significaba que tenía un instinto materno demasiado protector.
Y simplemente se rindió, aunque pudo ver la mirada de Aria cuando el liquido empezo a aparecer y mojo sus senos. Esos ojos brillaban casi con deleite, pero se mantuvo en silencio como sabiendo que estaba avergonzada.
Esa fue la única vez que vio ese brillo, uno diferente.
Pero sin duda paso una semana, una que veía al hombre algunas veces y otras no, lo cual agradecía. No obstante, tenía la intuición que u. día lo vería todos los días de su vida hasta que pudiera descansar en paz.
Helen esperaba que no fuera así.
Cerró los ojos suavemente cuando el sueño estaba ganando terreno en ella. Excepto que abrió los ojos de golpe cuando escuchó un llanto infantil que hizo que su cuerpo saltara como si hubiera recibido una descarga.
—¡Mamá! ¡Necesito ayuda! —gritó Aria yendo hacia ella con un bulto en sus brazos.
En su cara se veía las lágrimas y angustia. Helen se levantó rápidamente pensando que estaba en peligro y maldijo de las cadenas que la mantenía ahí.
Eso ciertamente lo notó Aria, pero siguió hacia Helen.
El llanto provenía del bulto que tenía en los brazos. Helen supo que era Susan, la bebé de días que casi fue asesinada por su propia madre por tener depresión post parto (es lo que ella diagnostico en su cabeza) y que tenía delirios de que su bebé era un demonio.
Una víctima de toda la situación, que estaba llorando.
—Aria, ¿Qué está sucediendo? —se acercó Helen con preocupación.
—Susan, ella no deja de llorar, creo que esta enferma —dijo rápidamente Aria entregándole a Susan a Helen que la tomó con cuidado.
La adrenalina bajo en el cuerpo de Helen, pero ella vio a la hermosa criatura que tenía en sus brazos.
Su cara se suavizo, aunque dejo aquellos pensamientos de lado cuando era un bebé que estaba tratando de comunicar que le sucedía.
Camino un poco apresurada a la cama donde dejo con cuidado a la menor y la destapó de la manta qué tenía. Era pequeña, tan pequeña que le dio miedo lastimarla, pero no era en este momento.
Estaba vestida con una ropa rosa pastel, tenía guantes para protegerse a si misma de lastimarse y no traía gorro, por lo que el poco cabello rubio era como una pelusa.
Pero lo que se dio cuenta, es que estaba haciendo fuerza y eso significaba que estaba estreñida.
—¿Cuándo fue la última vez que hizo en el pañal? —preguntó Helen hacai Aria.
—Yo no se, pero creo que ayer, papá no se quejó —dijo Aria rápidamente, aunque un poco impresionada por como Helen se estaba dando cuenta de lo que podría tener Susan.
—Es un bebé de solo una semana ¿No?
—Si, con cuatro días, ¿Qué le sucede?
—Esta estreñida, lo cual es raro, a menos que haya nacido con problemas intestinales, pero si ha hecho sin dificultad es por la alimentación —dijo Helen haciendo masajes en el estómago de Susan, que parecía menos llorosa, pero hipaba.
—Creo que el pediatra le cambio la formula, papá se quejó de que era una más cara —arrugó la nariz cuando un olor fétido llegó a su nariz.
—Y ahí esta, vamos cariño, ya no llores —le dijo Helen a Susan con cariño.
—Voy a traer las cosas —Aria salio disparada hacia la salida.
Helen agradeció que tenía conocimiento debido a su carrera, después de todo, el desarrollo humano era tan amplio que incluso en su pre práctica tuvo que ver a algunos bebés, tal vez más grandes que Susan, pero las madres soltaban tips necesarios para un futuro.
No pensó ponerlo en práctica ahora.
__________
—Así que aquí están —dijo una voz masculina que hizo que el cuerpo de Helen se pusiera rígido.
Susan dormía en sus brazos, quejándose cuando Aria intento sacarla de ahí y no tuvieron de otra que esperar hasta que Susan despertara de la siesta. Helen sabía que por primera vez Susan se sentía segura.
Solo que en este momento no quería que bajara aquel demonio.
—Papá, yo... —empezó Aria, pero se mantuvo en silencio ante la mirada del hombre.
Helen se movió un poco acercándose a Aria, el hombre solo alzó una ceja con un poco de desconcierto y una sonrisa apareció en sus labios.
—Cariño, las niñas me dijeron lo que sucedió con Susan, es bueno saber que has buscado ayuda adulta —le dijo con suavidad el hombre, aunque no se acercó más por el hecho de que Helen estaba cerca de su hija—. ¿Qué sucedió, querida Belladonna?
Era el permiso para hablar, lo cual Helen haría.
—Susan tenía estreñimiento, hice unos masajes para qué se aliviará —dijo llevando una mano a la espalda de Susan, que era ajena a lo que sucedía a su alrededor.
—Mhm, ya veo, ¿Saben la causa? —preguntó con comprensión aquel hombre.
—La fórmula, creemos que es la fórmula nueva —dijo Aria con cuidado, aunque con el cuerpo un poco detrás de Helen.
—Sí, puede ser, eso no ocurrió con la otra, pero lamentablemente se dejó de hacer en el mercado —dijo con amargura, aunque sus labios se formó una "O" al mirar a Helen.
Justo en esos momentos, el vestido de Helen se humedeció en la parte de los senos.
Las mejillas de ella se colorearon con vergüenza.
—Has estado segregar leche, ¿No? Sucede cuando hay niños alrededor —mencionó con ligereza.
Fue entrelíneas que Helen se dio cuenta de que eso no fue casualidad, fue intencional y no supo como se hizo para que ella segregara leche.
—Tal vez ya no necesitamos aquella leche, nuestra querida Belladonna se encargará de Susan, ¿No es así, querida? ¿Serás buena madre para Susan? —preguntó con insistencia, pero había un tono de peligro.
Lo sabía muy bien.
—Seré una buena madre para mis hijas —respondió Helen mirando aquellos ojos.
Y solo hubo satisfacción en aquella mirada.
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