El apodado demonio sonrió levemente cuando Helen miró a su dirección como si estuviera feliz de ver que tenía toda la atención de su cautiva. Ella puso haberse estremecido por aquella mirada tan feroz y hambrienta que le estaban dando, pero trato de controlar aquel estremecimiento que despertaría un lado que Helen no quería ver en su vida, de nuevo.
Lo logró con mucho esfuerzo.
—Buenas tardes, querida Belladonna, veo que estás mejor —dijo él como si fuera lo más normal hablar con una mujer que estaba amarrada.
Lo cual podría ser en realidad siendo no la única que secuestro.
—Buenas tardes —respondió ella suavemente.
Aquel saludo debía ser recíproco, si pensaba como era aquel demonio, entonces sin duda los saludos y los modales eran de importancia.
Y no se equivocó cuando el hombre parecía orgulloso, posiblemente de sí mismo de haber secuestrado a alguien con modales que no le temía. Por supuesto, Helen le tenía mucho miedo que trataba de no demostrar.
—Ya han pasado muchos días, querida, por lo que decidí que es momento de tu baño —declaró el demonio haciendo que Helen se pusiera pálida.
Ella quería pelear. Nunca en su vida había mostrado su cuerpo de forma voluntaria, no contaba su tiempo cuando era una niña pequeña o un bebé porque era necesario cuando no era capaz de cuidarse a sí misma, pero cuando empezó el momento de saber bañarse sola no dejo que nadie viera su cuerpo. Ni siquiera su madre.
Era privado que solo dejaría aquel derecho a quien se lo mereciera. Este demonio no lo merecía y vería su cuerpo.
Tragó saliva. Se dijo a sí misma que debía hacer lo mejor posible para salir de este lugar, para ganarse la confianza de este demonio y ella no creía que pudiera cuando se relacionaba con algo tan privado.
«Vamos Helen, es un precio a pagar por la libertad» se dijo a sí misma tratando de motivarse para aceptar tal destino.
Y el beneficio es que tendría un baño, uno tan necesario porque se sentía tan incómoda en su inmundicia. Podía aguantarlo, pero no creía que pudiera pasar más días sin sentirse sucia y asqueada de sí misma.
—Tengo un baño preparado para ti, solo espera ¿Si?
—Si —respondió asintiendo cuando buscaba eso de ella.
Ella sabía que llegaba ese momento. Si ganaba confianza, se haría más que un baño y lo confirmaba los hijos que tenía este demonio. Por más que quisiera tener un pensamiento infantil que tomarse de la mano o un toque de labios la dejaría en estado de gestación, no debía mentirse de aquella manera porque solo le haría sufrir.
Pero, ¿Cómo no sufriría cuando no había dejado que nadie le arrebatará lo que quería dar de forma voluntaria a alguien algún día? Estaba aterrorizada por eso.
Inhaló y exhaló para calmarse. No necesitaba entrar en pánico, no sería una buena respuesta para este que ni siquiera podía llamarse hombre.
Demasiado pronto de lo que le gustaría, el hombre volvió aún con la bolsa negra en una de sus manos, pero se veía menos pesada.
—Te soltaré y espero que no hagas nada gracioso, te aseguro que nunca saldrás de aquí si lo haces —amenazó con suavidad, pero sus ojos mostraban la crueldad que era capaz de hacer.
—No lo haré —murmuró ella de forma sumisa casi mordiéndose la lengua porque no le gusta actuar de esta manera.
Ya había tenido a alguien que quería que se completará de esta manera haciéndole un infierno y ella se escapó de aquel destino, pero tampoco pensó encontrar otro tipo de infierno años después. Sentía que el destino estaba jugando con ella haciéndola sentir segura un tiempo para arrebatarle ese tipo de paz que tanto quería en su vida.
Él se acercó a ella para dejar la bolsa en el suelo y arrodillarse.
Sus manos eran ágiles para desatar los nudos que sostenían a Helen con firmeza, Aria sabía cómo hacer nudos, pero este supo rápidamente como deshacerlos y eso se conseguía con práctica. Mucha práctica.
Liberada, Helen fue levantada por este demonio que no tenía nombre. Ella quería llamarlo Demon, más cómoda para sí misma y aunque supiera el nombre de este, tampoco lo llamaría por el nombre de su registro. Siempre sería Demon.
Demon la tenía en sus brazos, ni siquiera la dejó caminar y ella escondió la repulsión de ser tocada y estar cerca de Demon. Por fuera estaba totalmente indiferente, no lo suficiente para hacer sospechar a Demon, demostrar demasiada indiferencia sería algo extraño y estaría en problemas.
Sus pies, que estaban descalzos (porque ni siquiera la dejaron con sus zapatos), tocaron el suelo sintiéndolo frío como anteriormente estaba en el baño. El baño era un lugar frío que la hizo temblar un poco y eso entretuvo al hombre.
No obstante, a pesar de eso, la tina que estaba en la esquina humeaba con agua caliente, o tibia, y un olor agradable dulce que le gustó envolvió toda la habitación.
Helen, que nunca había tenido una tina, solo ducha, no pudo evitar admirar la tina que sin duda tenía una bomba de baño que estaba haciendo burbujas, pero no espuma.
—Veo que te gusta —comentó Demon viendo su interés.
Ella asintió, sin saber que responder.
Por supuesto, no tuvo que decir nada cuando Demon procedió a quitarle la ropa.
Ella controló sus ganas de arremeter, de pelear contra al que tenía frente de ella que estaba tratando de hacer algo que no le gusta. Literalmente se sentía de una manera tan profanada que no lo podía decir con palabras.
Pero estaba ese miedo de aquella amenaza, recordando la primera vez que abrió los ojos en este lugar y se encontró con una escena que le hacía tener pesadillas. Ella no quería convertirse en pedazos, ser mutilada mientras estaba con vida. Si cortarse sin querer ya era doloroso, sentir que la piel y los huesos eran cortados debía ser una agonía.
Soporto esto. Soporto el toqueteo para nada inocente cuando la parte de arriba estaba desnudo mostrando su pecho que fue cubierto con ambas manos.
—Esto un día producirá el alimento de nuestros hijos —dijo él con una voz ronca.
Helen quería alejarlo de ella con todas sus fuerza. Estaba disgustada, pero se tragó ese disgusto.
—Y no puedo esperar por eso —siguió el para bajar lentamente sus manos hasta la orilla de sus pantalones.
Estos fueron desabrochados y bajados junto con la ropa interior. Pero solo pudo cerrar los ojos cuando esas manos tocaban sin dudar partes que no deberían.
—Vamos a llevarte al baño, cariño —comentó Demon estando aún detrás de ella y con una mano entre sus piernas acariciando lentamente.
El aire de Helen se cortó momentáneamente, no obstante, se dejó llevar a la tina, y en poco tiempo su cuerpo estaba sumergido en el agua perfumada.
Su mente se puso en blanco cuando Demon la bañó. Solo podía sentir las manos de este en su cabello limpiando lo con champú y poniendo lociones que olían igual que la bomba de baño, las manos de este después de terminar con su cabello y pasar por todas las partes de su cuerpo sin consideración de que estuviera incómoda.
Helen quería que esto terminara.
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Ojos grises que estaban más inclinado al azul, miraron con atención una pizarra que tenía muchas hojas e imágenes. Estaban tratando de encontrar un patrón, uno, pero lo único que pudieron obtener es que todas ellas, las mujeres y hombres que estaban en la pizarra, es que tenían algo en común.
Su color de cabello y ojos.
Cabello rubio y ojos grises.
Si bien en este lugar eran rasgos raros, nunca pensó ver tantos en su pizarra y en estas condiciones. Desde el resto de personas se encontraron con imágenes de partes esparcidas y otras que estaban desaparecidas.
Todos tenían los mismos rasgos.
¿Por qué los estaban secuestrando? ¿Qué ganaba con ellos y después desecharlos como basuras? ¿Qué era lo que faltaba?
—Señor, hay otra persona desaparecida —comentó una mujer joven entrando por la puerta que estaba abierta.
Los ojos grises del hombre giraron para verla con atención, en las manos de la joven había una carpeta que sin duda ella elaboró para pasárselo.
—No tiene patrón —murmuró para sí mismo al darse cuenta que los tiempos de ataques eran diferentes.
Algunos duraban tres años, otros un mes o una semana. Eso desconcertó a cualquiera que estuviera en este caso porque no podían saber cuándo atacaría.
Tomó la carpeta de la mano de la joven y la abrió para fruncir el ceño.
Había una imagen al frente, una imagen tan diferente que cambió todo.
La imagen tenía a una mujer de cabello castaño y ojos café claro que se parecía al color de la miel. Tan diferente que pensó que era un error, pero el secuestro era el mismo método.
Ella era diferente, notó él.
¿Sería eso? ¿Estaba buscando pareja para cambiar de rasgos porque no los encontró en otros rasgos?
Entonces, miro a otra mujer en la pizarra, la última que había sido secuestrada y supo de inmediato que ella estaba muerta.
¿Cuánto duraría la nueva mujer?
—¿Lo difundaremos por las redes de comunicación? —preguntó la joven haciendo que el pero bufara.
—No, muy peligroso, la joven de aquí podría estar en peligro —respondió él para seguir leyendo.
—Podría ya estar muerta —comentó la joven con crueldad.
Él gruñó por aquellas palabras que podían ser ciertas, pero no había un cuerpo, lo cual no estaba muerta todavía y a pesar de que no encontraron los cuerpos de otros, solo se reportaron como desaparecidos. Incluso podrían no estar relacionados con el mismo asesino.
—No hay cuerpo, no está muerta —le dijo para que se mantuviera callada.
La joven era nueva, apenas llegó un mes y si bien hacia buenos informes de investigación, no tenía buenos comentarios que ofendió a la mayoría de las personas que trabajaban aquí. La soportaban solo porque había un buen trabajo.
Siguió leyendo, pero supo de inmediato que está joven sin duda no tuvo oportunidad de luchar.
Ella vivió joven fuera de su familia, por las notas se supo que en realidad estaba siendo abusada por su madrastra (comentarios de los hermanos de esta que no sufrieron nada) y nadie iba a extrañarla porque no tenía comunicación con su familia.
Una perfecta víctima para los asesinos como este hombre o mujer.
Entonces, debía ir a investigar a Helen Sandoval. Ella podría ser la clave para atrapar a este asesino.
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