No supo el momento cuando para Helen se volvió oscuro. Quizá fue la manera en que el olor a sangre fue suficiente para su nariz que ni siquiera podía respirar, o en realidad se disocio para no ver tal muestra de crueldad que estaba mostrando aquel demonio. O en realidad entro en pánico interno, que no respiro más y se desmayo por la falta de aire.
Pero cuando abrió los ojos, se dió cuenta que alrededor no había nadie, ni siquiera una pizca de sangre que manchaba el suelo, o el olor a óxido. En realidad, el olor era agradable y que hizo fruncir el ceño de Helen.
Era parecido al olor del desodorante ambiental que detestaba por una extraña mezcla, y porque no le gustaba el coco. Sin duda, era bastante desesperante y la forma de que ella podría arrojar todas las emociones que tenía en su interior por los horrores que vio, sería una risa llena de histeria. Lamentable, ella no podía reír si no quería llamar la atención del demonio.
Por el momento, debía ver los límites que había, si sería capaz de hablar o estaría toda la estancia de su secuestro muda. Quizá decir palabras pequeñas o cuando le hablen directamente esperando una respuesta de ella.
No había pensado estar tan cautelosa en el momento de sintió la libertad al salir de esa casa de locos. Esto significaba que debía poner en prueba todo lo que necesito para sobrevivir.
Al menos la habitación estaba iluminada, no lo suficiente para que sea igual a la luz natural, solo era una luz sombría que daría comienzo para las pesadillas en las películas de terror. Y este era el comienzo de su pesadilla.
Su cabeza, cual no tenía ningún dolor, estaba en la manta que sus ojos notaron era un verde oscuro. Helen decidió no moverse porque no había nada más que hacer, escapar no era una opción en este momento cuando podía ser reemplazada fácilmente. Necesitaba ser importante, demasiado importante, en la vida de este demonio para no ser asesinada y tener una oportunidad de vivir.
¿Ella podría?, se preguntó a si misma. Los gritos de terror llenaron sus oídos recordando.
Ella lo haría, no quería ser asesinada de esa manera. Ella quería morir siendo anciana durante un buen sueño después de hacer su vida y estando en paz con ella misma. No morir de una manera tan brutal.
Cerró los ojos pensando que esos gritos se irían, pero no, estaban presentes como una acusación a su persona por no hacer nada.
Ella no podía hacer nada, era injusto para Helen cuando estaba en la misma posición que la otra mujer que grito por ayuda. Y el ser humano sería egoísta cuando hubiera situaciones de peligros que no estén en peligro inmediato un ser querido, lo cual esa mujer no era.
—¿Estás bien?
Abrió los ojos rápidamente. A pesar de que no era una voz masculina, eso no significaba que no hubiera peligro inmediato, pero ella se sorprendió de ver a una adolescente que tenía una bandeja en sus manos y se veía bien vestida que le hizo dudar de su cordura.
La adolescente, de cabello castaño y ojos marrones, sonrió dulcemente hacía su dirección dejando de lado la preocupación inicial.
Se veía tan cómoda que Helen tuvo miedo. Nadie en una situación así se vería cómoda, al menos habría tensión en su cuerpo o alivio por no estar cerca del demonio. No obstante, recordó que el demonio había dicho que tenía hijas, ella debía ser una de ellas.
—Puede ser un poco difícil aceptar tu nueva vida, pero creeme, te encantará —dijo la adolescente acercándose.
Helen se ayudó con sus manos adelante para estar sentada, pero sus ojos nunca dejaron a la adolescente.
—Aunque viste a papá podar una mala plantula —arrugo la nariz con desagrado—. Ella intento podar a Susan.
Podar, esa era la forma de decir matar. Conveniente cuando habían niños, solo que estos niños (si había más) vieron el acto en si.
—¿Susan? —preguntó en un murmullo.
La adolescente se sorprendió y asintio con la cabeza en comprensión.
—Mi hermana menor, ella es solo una semilla de dos días y su propia madre quería matarla porque dijo que era un demonio —confeso la adolescente agachándose con la bandeja, indicando la experiencia y práctica que tenía de haber hecho esto muchas veces.
Un bebé, había un bebé aquí que hizo doler el corazón de Helen e hizo una mueca al comprender porque una madre mataría a su hijo.
O lo veía como una extensión de su abusador, tenía depresión post parto o quería salva a la criatura de sufrimiento futuro en manos del demonio.
Si era sincera, Helen ni siquiera sabía cuál sería la respuesta dado que la mujer ya estaba muerta.
La bandeja quedó frente de ella en el suelo. Había pan, un plato hondo con sopa de pollo (lo identificó por el olor) y una taza con agua. Era una simple comida que igual hizo que su estómago doliera por el hambre.
Debió pasar horas desde su secuestro.
—...y por eso estás aquí, necesitamos una nueva mamá —termino la adolescente sorprendiendo a Helen.
—¿Y-Yo?
—Si, papá te investigo y dijo que eras perfecta, lo estás demostrando ahora por preguntar por Susan —respondió la adolescente.
El corazón de Helen tartamudeo. Ella estaba aquí como un reemplazo, como la madre de estas niñas y no supo si eso era bueno. Había cuidado niños, pero no estaba preparada con responsabilidades que no se podía imaginar tener en la vida. El cuidado de un bebé tomaba bastante dedicación y el demonio no estaba seguro si era un peligro para el bebé.
Helen no sería capaz de lastimar a una criatura indefensa, eso no significaba que el otro lo supiera. Estaba también el hecho de que fue investigada, perseguida sin que ella lo supiera y tuvo un escalofrío recorrer por su espalda.
¡No! Ese no era el punto. Ella debía sobrevivir en esta situación y ahora sabía lo que querían de ella. Cuidar de una menor, o quizá muchas más para el demonio.
Si la cantidad de cuerpos que mostraban en la televisión indicaban que hubo más mujeres, eso significaba que había más niños. Más que eran perteneciente a este hombre.
—Tranquila —dijo la adolescente con fuerza y a la vez empatía—. No hará nada si sabes cómo comportarte, y en este momento solo necesitas comer.
La comida, si, su estómago dolía por el hambre, pero ella no sabía si confiar.
Mando todo a un costado. Ella sobreviviría en esta situación, sería lento y por eso no necesitaba enloquecer.
—Gracias —dijo Helen hacía la adolescente que se sorprendió y luego volvió a sonreírle.
—De nada, todas las mujeres entraron en pánico y lloraban por días hasta que aceptaron que pertenecían al jardín de papá —confeso la adolescente para mover su mano hacia la cuchara—, pero no estás llorando o teniendo un colapso más allá de lo que mostraste brevemente, eres fuerte.
Helen quiso bufar. Fuerte, quizá si lo era, cuando había pasado por otras cosas en la vida que podrían haberla preparado para un obstáculo más grande en su felicidad y sobrevivencia. Aunque ella no quería este obstáculo.
—Como dije, eres perfecta, mamá.
Los ojos de la adolescente brillaron, Helen no supo cómo reconocer aquel brillo, pero sin duda no era algo bueno. Las personas demasiado amables no todas eran reales, eran una máscara para dar seguridad a las pobres víctimas. Pocos eran sinceros y ella no se había encontrado con ellos, solo que está vez era diferente.
La adolescente era sincera con ella, también la forma como pronunció mamá que hizo congelar a Helen no estando preparada por tal apodo.
Ella recordo a la mujer que llamaba mamá con cariño.
No había duda que la adolescente anhelaba una mamá que fuera estable.
Helen, ella no supo luchar con esto.
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