Estado De Silencio
Maldijo en voz alta cuando dejó de caer la cuchara por un descuido de ella, misma cuchara que cayó dentro de la taza derramando el contenido de su precioso té de chocolate. No es que quisiera desperdiciar su té, pero estaba bastante sorprendida por la noticia de la mañana, cuando el noticiero trataba de no abordar estos temas justo en el comienzo del día.
Era algo grave, por lo que las personas debían de saber.
—…la información dada se ha encontrado restos de cuerpos diferentes, tanto femeninos como masculinos, en la madrugada —dijo la mujer del noticiero. Su cara era seria, pero se podía ver un poco de desagrado en sus ojos por decir tal noticia o por saber que alguien estaba cometiendo tal atroz crimen.
Busco entre los muebles de la cocina el papel absorbente para limpiar el desastre y quizá tener una segunda taza de té para la preparación de su día bastante pesado.
A pesar de ser la última semana de la práctica, los días se volvían cada vez más pesados debido a las evaluaciones y los informes que se debían de hacer, como también su examen de grado que sería después del término de la práctica y la memoria de esta, cosa que cada vez la volvía más ansiosa cuando la fecha se acercaba y sin duda cansada. Sintió que tendría un colapso solo por pensar en el final de todo, de por fin graduarse y lo peor, no saber que hacer al terminar con todo, o si tendrá oportunidades para seguir trabajando en lo que estudio, ya que era difícil debido por la falta de experiencia en esa área.
Helen suspiró y solo ignoro esos pensamientos de su mente mientras cortaba el papel y empezaba a limpiar el líquido. Dejó de lado el papel cuando oyó el sonido del horno avisándole que su pan estaba listo y fue a sacarlo con los guantes de cocina. En su casa estaban acostumbrados a no utilizarlos, o al menos su madre no los utilizaba, pero ella no era como su madre y decidió que, para proteger sus dedos de las quemaduras, era mejor comprar guantes de cocina.
El pan, comprado en los supermercados y solo era para darles unos minutos en el horno, olía de forma exquisita que su estómago dolió por la falta de alimento. Dejo el pan en la panera ya preparada y cerro el horno de la cocina para no sentir más el calor que la mareo un poco.
Llevó la panera al centro de la mesa y termino con lo que estaba haciendo.
Minutos después, ella estaba en la silla tomando su té y comiendo un pan con palta/aguacate mientras veía la noticia, que era la misma de antes y era bastante sorprendente la cantidad de detalles que estaban dando. Aunque los restos de los cuerpos se contabilizaban que eran de diez personas diferentes y se especulaba que eran más.
Esto mismo le quitó el apetito, por lo que apago el televisor y se quedó un minuto observando la taza que contenía la mitad del té. No obstante, la pantalla del celular en la mesa brillo con un aviso de un mensaje.
Era un mensaje proveniente de su supervisora en el centro de práctica. Un mensaje sencillo y la amargo notablemente.
«Hola Helen, hablé con la coordinadora y ha dicho que no es necesario que vengas hoy. Por lo que solo debes de firmar la asistencia y escribir el motivo. Que tengas buen día»
Era, por supuesto, una molestia cuando avisaban por la mañana juntos en el momento que debía irse.
Escribió un mensaje, corto y preciso, sin mostrar el desagrado que sentía en este momento. Tuvo un día completo para qué le avisará que no necesitaba ir. Y aquí estaba, preparada mientras desayunaba temprano.
Dejó el celular en la mesa y siguió tomando su té ahora tibio y dar mordidas a su pan que estaba por terminar.
En este momento, terminaría con la comida solo para ir a su habitación y dormir lo que no había dormido hace unos días. Es verdad que el tiempo no se recuperaba, pero este era un día libre que no dejaría de pasar para descansar y dormir todo lo que quería su cuerpo.
No obstante, cuando dejó la taza en el lavaplatos junto con el plato de pan, hubo un leve crujido proveniente de la puerta principal que ella no pudo evitar estar en alerta. Ella vivía sola, después de algunos problemas familiares, decidió que era momento de alejarse de un ambiente tóxico y ser independiente después de varias acusaciones de ser un gusano que solo come y duerme. No importaba que ella había empezado a trabajar esos cinco años y juntando dinero para sí misma, tampoco que estudiaba con gratuidad y se pasaba el tiempo libre estudiando. Solo veían lo que querían ver, que no era mucho porque Helen era bastante reservada, incluyendo a su familia directa.
Por eso, ella no esperaba que alguien abriera la puerta.
Su mano se dirigió al mueble donde estaba todos los cuchillos, era un arma fácil de usar que ella no tendría deparó de aterrizar en cualquier parte del cuerpo de su ladrón. Eso sí era un ladrón.
Ella maldijo cuando algo clavo en su mano y lo saco sintiéndose bastante asustada. Tenía ganas de vomitar solo por lo que veía y supo que quien había entrado a su casa se había preparado de antemano.
Su mano era atravesada por una aguja delgada bastante larga de una jeringa. Ella temía a las agujas, por eso las gana de vomitar y llorar. Pero eso no fue sorprendente, fue que se estaba sintiendo bastante cansada y sus ojos pesaban más de lo debido. Siendo alguien que tiene insomnio, sería un alivio dormir y descansar como corresponde, pero por primera vez por mucho tiempo, ella quería mantener los ojos abiertos.
Su cuerpo se inclinó hacia atrás, excepto que fue sostenida tiernamente por un cuerpo más grande y brazos, rodeándola con cariño. Helen quería luchar, pero no tenía fuerzas.
—Shh, cariño, solo descansa, yo te cuidaré —dijo una voz masculina en un tono suave que incitaba a dormir.
Helen no resistió mucho cuando su mano fue tomada y el hombre que la sostenía apretó la parte de arriba de la jeringa para que el líquido siguiera cayendo. Sus ojos revoloteaban momentáneamente hasta que la inconsciencia la reclamó.
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