EL HOMBRE MISTERIOSO

Enma:

El Andante sobre mí tenía sus dientes en mi rostro. Era muy fuerte y lo único que lo detenía de morderme era mi brazo en su cuello, sentí como otro me tomaba de la pierna. Era mi fin, nadie podía salvarme, solo un milagro. Con mi otra mano tomé el cuchillo de mi cinturón y clave la punta en ambos ojos.

Lo empujen pero dos más se lanzaron cuando el ruido de un motor se aproximó con rapidez. Una camioneta negra terminó a un lado, frenando bruscamente y atropellando a muchos de los Andantes.

No pude fijarme en lo demás porque estaba blandiendo mi cuchillo a esos bichos. Hasta que escuché múltiples disparos, los Andantes que me estaban atacando cayeron al suelo, uno tras otro.

Me quedé en el suelo respirando rápidamente, un hombre con uniforme militar avanzó hacia mí con rapidez. Me grito algo que no escuché mientras disparaba repetidamente. Me mantuve inmóvil sin asimilar lo que sucedía, el hombre volvió hablar y me tomó del brazo con fuerza, de un solo jalón me puso de pie.

— ¡ Maldición ! ¿ Quieres morir ? — Gruñó mientras empujaba hacia el auto y abría la puerta — Entra ahora, no hay tiempo.

Noté que el auto estaba reforzado con pues de hierro al frente y con las ventanillas cubiertas de rejillas.

— ¿ Acaso estás sorda ? ¡ Sube al auto ahora ! — Gritó estresado — ¡ Mueve el trasero!

Parpadee varias veces y me subí al asiento de copiloto. Cerró la puerta.

El hombre misterioso se movió rápidamente, rodeando la camioneta mientras mantenía la pistola elevada y agarrada con ambas manos. Disparaba y en seguida los Andantes caían, su puntería era eficaz y se movía como un verdadero experto en ataque.

Un andante se aproximó por detrás y casi le grito pero se volvió, girando en el suelo y disparando a la cabeza. Llegó al carro y abrió la puerta del piloto para subir. Lo hace rápidamente, el auto se estremece cuando azota la puerta con fuerza.

— ¡ Esas malditas cucarachas siguen saliendo ! — Gritó frustrado, me quedé pasmada con su actitud violenta y más cuando secó una granada de su chaleco y quitó el seguro.

La aventó a la orda que se acercaba mientras aceleraba. La explosión me dejó mareada, con mis oídos pitando mientras el sujeto y gira el volante.

Suelta un grito de emoción cuando atropella a muchos, los Andantes se lanzan hacia el auto pero lo único que logran es despedazarse gracias a las enormes púas.

Me aferro al asiento mientras observo ese misterioso hombre. Su actitud es de psicópata y no sé si era mejor morir o ser salvada por él.

Maneja en silencio a toda velocidad y nos alejamos, se dirige fuera de la ciudad.

Aún no puedo creer que sigo viviendo.

Adam:

17 de Julio del año 2100, han pasado seis meses desde el Apocalipsis Zombie salgo del refugio en busca de suministro y esta vez me adentro en una de las ciudades. Farla está a unos veinte kilómetros del lugar donde me he mantenido con vida gracias a mi experiencia militar.

Me adentro en la ciudad y bajo del auto mientras camino con pasos sutiles pero rápidos. A punto a todas las direcciones posibles y me agacho al lado de un auto abandonado. Todo está silencioso hasta que veo a muchos zombies correr por una esquina, me oculto debajo de auto cuando se aproximan en mi dirección, salen de todas partes, miles de ellos como moscas.

Es sospechoso, me extraño, tiene que haber un idiota sin sentido de la precaución y el peligro por allí. La calle se queda vacía de nuevo y me arrastro fuera del auto cuando escucho los gritos de mujer.

— ¡ Auxilio, auxilio! — Grita y me alarmo.

¿ Cómo es posible que haya alguien con vida ? Sigo la dirección por dónde se fueron y me llevan a un callejón. Me agacho de nuevo y observo a una chica flaca que trata de defenderse.

No tardarán en devorarla si sigue así. Por un momento me debato en si ir o fingir no haberla visto pero a pesar de todo aún sigo teniendo un lado humano que me grita que la salve.

Así que corro de nuevo a mi auto, si me acerco sin el auto no podré salir ileso, son demasiados.

...***...

Observo a la chica de reojo, se mantiene callada ¿ El trauma le quitó el habla ? Es primera vez que veo una persona que no quiera atacar para comer carne humana desde que el mundo se fue a la mierda.

La chica es delgada, su cabello es negro y su rostro blanco, tiene los ojos oscuros y grandes. Está llena de sangre y restos de esas cucarachas, se mantiene quieta. Mantengo el arma en mi regazo por si se convierte, pero al parecer no fue mordida.

Se aclara la garganta.

— Gracias por salvarme.

Su voz aguda llena el silencio, el sonido me hace sentir extraño. Hace tanto tiempo que no escuchaba a nadie hablar a parte de mí.

— No es nada — Corto despreocupado — No comprendo como una chica sigue con vida en Farla.

No me contesta y observa por la ventana.

Salimos de la ciudad, a la parte boscosa y me siento más tranquilo.

...Enma: ...

El hombre se adentra por un camino de tierra en el bosque hasta detenerse frente a un viejo muro. No le hace falta bajarse, el portón se abre, noto que tiene un control remoto adherido a la muñeca, como un pequeño brazalete. El portón se abre silenciosamente, también noto que hay cámaras en la parte superior del muro.

Me quedo sorprendida cuando entramos. Hay un jardín adentro y también un garaje. También hay restos de lo que pareció ser una casa, ahora solo hay una estructura, las columnas viejas.

El hombre detiene el auto y lo apaga.

Me observa de nuevo sin expresión, sus ojos son azules y con pestañas largas. Tiene el cabello sudado, los mechones se adhieren a su frente, es de color castaño. Parece tener unos treinta y tantos años y es moreno.

Me pregunto desconfiada que querrá conmigo, tampoco puedo ser malagradecida, me salvó de la muerte pero eso no quiere decir que no pueda hacerme daño. En este mundo sin leyes, ni orden cualquier chica es vulnerable y propensa a ser abusada por un hombre.

Parece querer decirme algo pero baja del auto.

— Ya puedes salir, es seguro aquí.

Avisó, me quedé un rato pensando pero abrí la puerta y bajé. El bosque se veía tranquilo, los pájaros cantaban y la brisa soplaba suavemente.

Aunque la sensación de ser atacada se mantuvo conmigo y caminé insegura.

El hombre avanzó al garaje y se detuvo frente a un panel de seguridad digital, marcó una contraseña. Elevé mis cejas sorprendida cuando la puerta se abrió. Fruncí el ceño al encontrar un garaje vacío.

Entro en él y cuando lo seguí se agachó para abrir otras puertas en el suelo.

Habían unas escaleras que se perdían en la oscuridad bajo tierra.

Observé al hombre. No estaba segura de entrar en ese hoyo.

— Es un refugio bajo tierra, sígueme — Ordenó mientras empezaba a bajar las escaleras.

Lo seguí, preparándome mentalmente para cualquier atrocidad.

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