EL PUEBLO

Enma:

La electricidad vuelve rápidamente después del apagón. Me quedo parpadeando, la luz me ha segado por unos instantes. Adam también entrecierra sus ojos. El que se vaya la electricidad siempre genera un pánico pero siempre se espera a que vuelva con seguridad pero cuando surgió el apagón de Farla significó el fin de nuestra existencia en el mundo.

— Iré a ver qué sucedió con el generador — Avisa Adam, voy a seguirlo pero desistí, tampoco tengo por que estar detrás de él en el refugio.

Ahora me siento más segura allí, aunque no conozco todo el lugar. Desaparece por uno de los pasillos y se me ocurre preparar la cena. La mochila sigue sin registrar en el sofá, me acerco y la llevo a la cocina. Depósito las latas en las alacenas, excepto dos de frijoles y dos de carne.

Vacío la mochila y aprovecho la ausencia de Adam para llevar mis provisiones privadas a la habitación, las coloco debajo de la cama ya que no pienso registrar los cajones, ni ese armario, era mejor no tentar al peligro.

Vuelvo a la cocina y enciendo la estufa, funciona con electricidad al igual que todo aquí. Monto la olla y abro las latas, vacío los frijoles en la olla y los pongo a calentar.

También monto el sartén y pongo a freír la carne enlatada. La comida no perecedera a sido la salvación para nosotros, es la mejor para sobrellevar una situación de riesgo como una tormenta o un terremoto y por supuesto el apocalipsis pero mientras más se consume menos habrá porque ya no hay quién fabrique los alimentos y por ende los alimentos fabricados algún día desaparecerán.

Me entra la angustia pero me concentro en mover los frijoles y voltear la carne. El olor a comida me vuelve loca y la verdad es que esa comida no me llena nada y se acaba rápido.

Escucho pasos, Adam vuelve y me observa sorprendido al encontrarme cocinando. Decido responder a su pregunta silenciosa.

— Tenía hambre y como estabas ocupado decidí calentar la cena — Dije y asintió con la cabeza.

— Claro, una chica independiente sabe de todo, incluso encender la estufa— Dijo y puse los ojos en blanco.

— Eso es lo más fácil del proceso.

— Conocí a chicas que no sabían hacerlo — Dijo mientras se acercaba a mi lado — Elegiste frijoles y carne, buena combinación.

No noté sarcasmo en su tono.

— Agradece que la chica que rescataste, sabe desde encender la estufa a suturar una herida y lo mejor de todo es que no le importa arriesgar su vida para salvarte — Dije y me sonroje cuando noté lo que mis labios pronunciaron.

— Suerte la mía — Murmura.

Se queda observando mi rostro sin ninguna expresión pero aún así me incómoda, así que decido aligerar la situación.

— ¿ Qué fue lo que sucedió con el generador ? — Pregunto y se apoya de la isla de la cocina.

— No lo sé, no pude encontrar la falla... Es la primera vez que sucede algo así y espero que sea la última, si falla la electricidad fallará todo, las cámaras de seguridad, el agua, el aire acondicionado, la estufa y las puertas, todas al igual que la puerta de emergencia dejarán de funcionar — Se frota la sien.

— No sabía que había una puerta de emergencia.

— Todo refugio subterráneo debe tener una puerta de emergencia... No podemos salir por la única entrada si ocurre una situación riesgosa — Gruñe como si fuera obvio.

¿ No puede hablar sin usar su tono severo y sarcástico?

— Okey, no sé nada de tecnología apenas y podía manejar mi teléfono — Dije y parpadeó sin poder creerlo.

— La chica independiente no podía manejar algo tan sencillo como un teléfono inteligente — Se burló con seriedad.

— Pues si, no soy perfecta, era mi talón de Aquiles... Prefiero los libros.

— Es la primera vez que escucho algo como eso en pleno inicio del siglo XXII, una chica que prefiere los libros.

Me quedo observando molesta, es el cuarto hombre que dice lo mismo. Todas esas citas fracasadas después de decirle a los idiotas que no tenía redes sociales y que apenas utilizaba el teléfono para llamar, que mi pasión era leer. Todos salieron huyendo desinteresados.

Lo bueno del apocalipsis es que no hay sociedad que me presione para tener novio, es lo único que me consuela.

— Ahora los teléfonos son inútiles — Corto.

Se queda un momento en silencio y luego asiente.

— Mañana volveremos a salir.

Otra vez, apenas y salimos un día y casi se lo come un mutante pero al parecer le encanta el peligro.

— ¿ A dónde iremos esta vez ? — Pregunto.

— A uno de los pueblos, Druma.

Adam:

Enma me sigue sorprendiendo después de que me salvara de ser comido, eso me demuestra que no es tan indefensa como pensé. Lo que más temía es que fuera una carga y que eso nos fuera a traer problema pero Enma es muy valiente e independiente y eso que solo parece tener unos veinte años.

Tal vez su pasado la ayudó a que fuese así.

Lamentablemente Alba era demasiado indefensa, debí enseñarle a defenderse, debí enseñarle a no confiar en nadie.

Aprieto el volante, mis nudillos se tornan blanco.

— Oye ¿ No tienes algún pendrive con música que podamos conectar al reproductor de tu carro ? — Dijo Enma mientras señalaba el reproductor.

— ¿ Y eso para qué? — Gruño sin dejar mis ojos de la vía.

— ¿ Cómo qué para qué? Para escuchar música.

Le doy una mirada de desdén.

— No me gusta hacer ningún ruido.

— No vamos hacer ruido, será a bajo volumen... Tengo tanto tiempo sin escuchar música, el viaje en carro siempre me aburre — Insiste, de verdad es que muy necia, no se conforma con un no.

— No tengo ningún pendrive.

Gruñe con frustración — Eres tan amargado.

Es la primera vez que me hace una crítica sobre mi forma de ser.

— Tu eres necia, además ya se te quitará el aburrimiento descuartizando zombies.

Me fulmina con la mirada.

— No digas eso, no quiero cruzarme con ningún zombie hoy, otro ataque como el de la tienda y no salgo del refugio más nunca.

Su forma de exagerar me divierte.

— Enfrentar zombies es el pan de cada día, tienes que acostumbrarte.

— ¿ Lo dice el hombre que aseguró que no había nada en la tienda y que terminó siendo atacado por sorpresa? — Me observa elevando su barbilla.

Le doy otra de mis miradas.

— ¿ Lo cuestiona la chica que decidió salir de su escondite en una ciudad donde hay más infectados que en todo el país?

Suelta un resoplido.

— No tenía opción.

No seguí discutiendo, era inútil y nos estábamos acercando al pueblo, así que decidí concentrarme.

Enma tampoco siguió hablando, se tornó firme. Alguna sensación intuitiva nos tornó alertas cuando las primeras casas y tiendas se aparecieron ante nosotros.

Bajé la velocidad, había cuerpos y carros, como siempre eso no podía faltar.

Me alarmo cuando el auto se sacude como si hubiese pisado algo, el sonido crujiente me indica que fue un cuerpo.

Enma hace un gesto de asco.

Estaciono el auto frente a una iglesia cuando el camino se vuelve difícil para que mi camioneta pase. Trato de no hacer ruido con el motor, lo apago cuidadosamente.

— ¿ A dónde vamos primero ? — Pregunta en tono bajo mientras le coloco el silenciador al arma, el pueblo es pequeño y cualquier ruido se oirá en todo el lugar, no quiero atraer nada hacia nosotros.

— Hay casas abandonadas, podemos empezar por allí... Claro, recorremos solo unas pocas.

— Estoy lista.

— Bajamos entonces.

Abro la puerta y salgo.

Observo la rueda, se ha llenado de sangre. Tendré que lavar eso después.

Me dirijo a la acera junto a Enma, quién observa todo con expresión de desconcierto y pánico. El pueblo está realmente destruido y masacrado.

— Iremos uno al lado del otro, tu observas nuestro lado derecho, yo el izquierdo y atrás — Le doy instrucciones y asiente tensa — Relájate, estás armada, eso tiene que darte seguridad.

— Solo estoy preparando mi mente para cualquier cosa — Murmura mientras aparta un mechón de su cabello y se lo coloca detrás de la oreja.

— Vamos avanzar.

Caminamos hacia el medio de la calle para tener una mejor visión, esquivando cadáveres y todo tipo de objetos.

Enma se pega a mi lado, con su espada afuera mientras yo mantengo el arma baja.

— ¿ Somos compañeros ? — Jadea insegura.

Recuerdo lo que dijo, de que no le importaba arriesgar su propia vida para salvarme. Le doy una mirada firme.

— Somos compañeros — Aseguro mientras ambos nos preparamos para el enfrentarnos nuevamente a la muerte.

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