COLMENA

Seguía Dan en aquella mesa escondido, mirando a su alrededor, observando un entorno desconocido, hostil, salir a buscar una salida sin un poco de conocimiento del lugar y que su suerte hiciera el trabajo era algo que no intentaría ni el más tonto, estratégicamente no era factible.

Dan había decidido entonces salir y subir a un ducto de ventilación, donde buscaría una salida más directa aunque se perdiera ahí, él sabría que tiene tiempo y libertad para desplazarse a lo largo y ancho.

Eso hizo, sin más decisión subió rápidamente a la mesa y comenzó a abrir la ventanilla de ventilación pero no podía, miró a su alrededor y notó una sombra que se acercaba lentamente, bajó y rápidamente volvió a esconderse bajo la mesa.

Apretando aquel afilado hueso pensó que su decisión fue estúpida y, a decir verdad, había sido una decisión no consensuada con su lógica.

El hombre que llegó dejó a un niño tirado, recién había sido golpeado con brutalidad y su rostro estaba hinchado y sangrado, los hematomas apenas generados ya habían inflamado sus ojos, pero aún podía diferenciar que la silueta bajó la mesa no era nada más y nada menos que Dan, y al verlo dijo su nombre.

El hombre armado levantó al chico y el chico seguía gritándole, entonces Dan supo qué hacer.

Miró al otro lado y se aseguró que no viniera nadie y decidido salió de un salto a evitar que la puerta se cerrará tras el hombre. Dan miró por una ventanilla de la puerta y notó que dejaron al chico en una habitación que no tenía puerta ni reja, solo era un marco.

Dan se volvió a esconder y planeo con mucho cuidado su próximo movimiento, ir y salvar a su pequeño amigo.

Su plan se vio retorcido y desgarrado cuando el hombre entró a la cocina en la que estaba y fue directamente bajo la mesa a sacarlo de ahí, porque en efecto, había cámaras que funcionaban con un generador eléctrico aparte.

Como sea le facilitó en parte su plan y lo llevó con fausto su amigo de la infancia.

En la habitación Dan estaba amarrado en una camilla naturalmente desnudo para lo que hacían en ese lugar, pero él no estaba preocupado, miró a su amigo y conversaron un rato, aunque el chiquillo de apenas 10 años hablaba ya moribundo.

-No sabía que podía encontrarte algún día, ni siquiera si podría encontrar a alguien conocido-

-Te van a matar Dan-

-lo sé, pero quien quiere vivir así-

-Yo busqué a mamá, y no supe como encontrarla-

-todo estará bien fausto, solo cierra los ojos, juguemos-

-Dan… no puedo, ya no quiero, quiero ir con mamá-

-solo hazlo fausto. Cierra tus hermosos ojos-

Fausto llorando cerró los ojos y escucho a Dan, quien sabía que su pequeño amigo ya no aguantaría más, por el hecho de tener una cortada en el pecho que poco a poco se llenaría de sangre y con esto, tendría una muerte segura, pero muy lenta y sofocante, aunque no dolorosa.

-Dime Fausto, ¿Qué sientes?-

-Tengo calor, me arde la panza y se me va el aire. Ya cerré los ojos-

-Imagina donde quieres estar Fausto, ¿Te acuerdas que querías ir a conocer la playa?.

Solamente piénsalo, el agua con su marea toca tus pies y ves el sol, ¿De qué color es el sol Fausto?-

-No puedo...-

De la nada y con ese pequeño jadeo pudo descansar, y se vio envuelto en un sueño. Fausto estaba en el mar miró al piso y sintió la arena de la playa, miró el sol y vio que era amarillo.

De la nada despertó y comenzó a gritar, el hombre lo puso sobre la mesa y con una cierra eléctrica corto sus pies, miró la sangre y se desmayó.

Dan lloraba por fin y gritaba sufriendo con él mirando solo sin poder moverse como a su pequeño amigo o preparaban para cocinar.

Enfurecido salió de las cuerdas que lo amarraban y tomó un hueso de su amiguito golpeó al hombre y quito de su cinturón un arma, apuntó y disparó, el impulso movió tanto su mano que soltó el arma y al estar en una habitación pequeña sus oídos se aturdieron.

Miró al piso al hombre y solo sintió mucha culpa, porque antes, ni siquiera había intentado escapar, y con un solo tirón pudo salir de ahí.

Con las manos ensangrentadas, y con un arma que no podía usarse de nuevo amenazó a los hombres y salió de ahí invicto, únicamente para darse cuenta de que aquel lugar solo era custodiado por 5 hombres, 5 hombres que hacían entregas de lo que cocinaban en camiones a otro lugar.

Ellos ni siquiera se preocuparon por atacarlo, les importaba más cocinar al pequeño, antes de que la biología hiciera lo suyo y ya no fuera comestible.

Este amargo trago solo logró que quisiera estar sin compañía, su paciencia ya no soportaba estas imágenes en su mente, se recostó en medio de una plaza comercial, escondido en un oscuro y húmedo rincón, a llorar, hasta que la perdida fuera menos dolorosa y pudiera continuar.

No logró calmar el sentimiento, pero si logro dormir, algo que desde hace días no había contemplado o siquiera notado.

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