Cuando fui a las cocinas en busca de Rosi la encontré sentada en compañía de otros compañeros de trabajo. Está al verme se levantó de su asiento y se acercó, entonces yo la guíe al pasillo para tener un poco más de privacidad.
– Señorita Molly, ¿hoy desea comer con nosotros?
– De hecho vine a avisarte que hoy no comeré hasta más tarde.
– Pero señorita ¿Qué pasa sí la señora decide llamarla y no puede comer?
– Rosi ya habíamos acordado en que me llamarías solo por mí nombre, con respecto a lo otro no hay problema, bajaré lo más pronto posible para al menos comer algo por si me llaga a llamar.
– Está bien, entonces inspeccionare sus alimentos y los dejaré tapados en la mesa de las verduras para que nadie más los tome.
– Me parece bien, pasaré en un rato a por ellos.
– Puedo esperarla para comer juntas si no desea estar sola.
– No es necesario, es mejor que tú comas de una vez, también podrían llamarte en cualquier momento.
– Como guste seño- quise decir Molly.
Luego de haber arreglado el asunto de la comida, nos despedimos y yo subí hasta mi recamara cruzando me en las escaleras con Oziel, quien solo me dedico una mirada rápida y luego siguió con su camino hacia el segundo piso.
Cansado escondí amabas cajas debajo de la cama y preparé la tina del baño. Mientras esperaba a que está estubiera lista salí del cuarto de baño para preparar la ropa que me pondría. La normalidad con la que empezaba a hacer las cosas en este cuerpo comenzaba a asustarme; desde niño me habían enseñado a cuidar lo que no era mío y dejando a un lado la vergüenza comencé a cuidar y arreglar de este cuerpo para que cuando me fuera estubiera igual a como Molly lo había dejado, teniendo así que informarme de algunas cosas para darle un cuidado apropiado.
Luego de ya varios días atrapado en este lugar comencé a sentir un gusto en la piel suave y ahora todo lo que hago para cuidarlo ya no era solo por ser de alguien más si no también porque se había generado un disfrute personal en mí cada que le daba algún tipo de cuidado.
Deje las cosas listas en la cama y entre de nuevo al baño cerrando está vez la puerta detrás de mí. Me desvestí dejando la ropa sucia en un cesto y luego entre a la ducha aún cuidando de no ver más de lo necesario.
Estaba lavando mis brazos cuando alguien estampó la puerta y entro al baño; como un acto de reflejo me abrase para cubrirme el pecho y luego mire hacia la puerta para encarar a quien se abia atrevido a invadir mi privacidad.
Aquella persona resulto ser María quien me miraba con una expresión de molestia la cual parecía tratar de ocultar pero no tuvo éxito siendo muy evidente si molestia.
– Señora ¿Qué es tan importante para que me interrumpa en el baño?
– ¿Necesita haber algo importante para venir a verte? Solo alguien me avisó que te habían visto llegar de afuera y pensé venir.
– Pero señora, estoy en una situación vergonzosa.
– No me hagas reír, ambas somos chicas no es como si te fuera a desear o algo por el estilo.
Cerrando la puerta se acercó a mí lado y se inclino sin importarle que su vestido azul celeste pudiera mojarse; tomo el paño húmedo con el que minutos antes me limpiaba y comenzó a pasarlo por mi brazo derecho liberandolo del abrazo.
Podía apostar que mi rostro ahora estaba ardiendo de vergüenza, puede que lo que hubiera dicho fuera verdad pero eso no quitaba que se tratara de una situación vergonzosa, o al menos lo era para mí.
Pero María se encontraba muy calmada pasando el pañuelo suavemente por mi cuerpo, recorriendo mis brazos, pasando a mis piernas y luego el vientre. Cuando pensé que me dejaría en paz sin nada más que ella pudiera lavar comenzó a subir su mano y fue ahí cuando la detuve.
– No es necesario que siga haciendo esto, tengo manos y puedo hacerlo por mi misma.
– Solo estoy ayudando, déjame terminar.
– Me parece que ya estuve mucho tiempo en la ducha, debería salir para que podamos hablar mejor.
– Eso estaría bien, hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.
Lo sabía, no debía haber venido solo para verme. Ella estaba aquí para hablar de mi salida, la cual obviamente la había molestado.
Me pasó la bata que había dejado para cuando terminara de bañarme y yo, aún con su mirada puesta en mi figura, me vestí con ella tratando de lucir indiferente luego del momento de debilidad en el que me había visto, no tenía planeado dejarla verme más vulnerable.
Con un par de zapatos muy similares a las sandalias que había en mi mundo, me encamine hacia la puerta y la abrí dejando que ella saliera primero del baño.
Cuando estubimos en la recámara tome la ropa que había dejado en la cama y comencé a vestirme ignorando el hecho de que tenía que haber secado primero mi cabello para que está no se mojara, pues aún me sentía muy incómodo luego de lo sucedido anteriormente y en cuanta más ropa llevará puesta mejor.
Cuando llegue a la parte del vestido está se posicionó a mis espaldas y me ayudó a cerrarlo a pesar de saber que yo era muy capaz de hacerlo por mi propia cuenta.
De repente me jalo hacia la cama y con un cepillo el cual no la había visto tomar comenzó a cepillar mi rubia cabellera.
– Entonces, ¿me dirás a dónde fuiste?
Y empezó.
– Salí a tomar algo de aire.
– ¿Tenías que ir hasta la ciudad solo por algo de aire?
– Tenía que salir a la ciudad para despejar mi mente.
– Encerio vas tan despreocupada de la vida, arriesgando a qué algo malo pueda sucederte.
– Los peligros pueden estar en cualquier lado y no solo en la ciudad, además no es bueno para mi salud el estar todo los días dentro.
Ante mis palabras sus acciones con el cepillo pararon pero luego de que un largo suspiro escapara de sus labios continúa con lo que hacía y volvió a hablar.
– Aún pienso que deberías escucharme y hacer lo que te digo que es bueno para ti. No necesitas de esa gente, no hay nada que necesites de allá fuera, todo lo que puedas necesitar está aquí adentro.
– Lo que necesito es algo de libertad, caminar entre más personas y sentir que tengo una vida más allá que solo estar encerrada dentro de cuatro paredes.
– Ya te lo dije, no estarás solo en estas cuatro paredes. Sí necesitas respirar al aire libre puedo permitir que salgas a los jardines pero no quiero que vuelvas a la ciudad.
– ¿Porqué no lo quieres? No hay nada de malo en que salga, seguiría volviendo para cumplir con mis obligaciones.
– Estás cruzando una línea muy delgada, Molly. La última vez que me desobedesiste no termino muy bien.
– Creí que habías dicho que solo era una propuestos para cuidar de mi seguridad.
– Y lo es, pero si tanto te esfuerzas a negarte tendré que hacerla en una orden.
– Sí no tengo una explicación válida para creer que es solo por mi seguridad entonces no estaré dispuesta a aceptar.
Ella me miró retadora y yo le devolví la mirada, al diablo con que pudiera echarme luego de haberlo reflexionado algunos días llegué a la conclusión de que Haniel no sería echada solo por culpa mía, después de todo era muy preciada para María como para hacerlo. Pero en el caso de que fuera ella la que quisiera renunciar para seguirme también tenía un plan b.
Este lugar no se trataba del pasado, luego de pasar por muchas cosas, la aparición de una diosa, la crisis en la ciudad y todos aquellos sucesos que jamás habían Sido mencionados en el libro me puse a pensar que talvez me encontraba atrapado en algo más complejo que una simple novela. Podía estar dentro de un mundo diferente al mío con personas reales teniendo vidas reales dentro, tal como en el mío.
Si ese era el caso podría tomar ideas de algunos escritores o artistas de mi mundo y hacerlas reales en éste para conseguir dinero y poder vivir una vida tranquila lejos de este lugar y sus conflictos.
Era algo que había estado pensando desde hace días pero llegué a la conclusión de que solo lo haría en el caso de que las misiones fallaran y no pudiera regresar a casa para no alterar tanto la vida de Molly. Aunque si las cosas se llegarán a salir de control ya tenía algunas herramientas preparadas para llevar a cabo este plan.
– Solo lo hago por ti bien – Su semblante se suavizó otra vez–. No quiero que al irte de mi lado algo malo te ocurra.
– Lo siento pero no puedo creer en eso.
Ella decía una cosa que de haber estado en el comienzo habría creído sin pensar pero ahora luego de ver sus acciones contradictorias lo dudaba mucho.
El día en que desperté en este lugar ella solo se había aparecido una vez y luego de eso no la volví a ver hasta que comencé a trabajar. Yo no sabía mucho de amistades pero de algo si estaba seguro y eso era que cuando alguien importante estuvo al borde de la muerte, uno no quiere separarse de su lado en ningún momento, tal como lo había hecho Haniel los primeros días.
También estaba su insistencia por mantenerme solo dentro de la mansión, supuestamente lo hace solo con el fin de protegerme pero ¿cómo podrías proteger a alguien solo encerrando lo en una jaula? no entiendo cómo Molly no había perdido la cabeza en el año en que fue obligada a encerrarse y ahora tengo muy seguro de que no lo hizo por su propia voluntad.
No respondió nada a mi respuesta anterior pero de pronto comiendo a reír como niña pequeña recordando algo que la emocionó y por lo que me dijo después fue claro que eso pasó.
– No nos pongamos molestas, se acerca un gran baile y amaba podremos entrenar vestidos nuevos, que emoción ¿cierto?
– Claro, el baile. Faltan solo unos días para el ¿no?
– ¡Sí! está tan cercas. ¿Ya te has probado tu vestido?
– Lo hice.
Y era cierto, luego de haberlo traído hasta mi recamara decidí ponerme lo para asegurar de que no hubiera ningún inconveniente con el.
– Ese vestido es el indicado para tí, seguro que las demás se morirán de envidia cuando nos vean entrar.
– Según escuché su vestido llegará mañana ¿cierto?
– Eso me dijeron. Me muero de ganas por probarme lo, mañana tienes que ir a mi recamara para ayudarme.
– Ahí estaré, señorita.
Dejando mi cabello de lado, fue directo hacia la caja en la silla donde había dejado guardado el vestido rojo para evitar que se dañará; lo saco de la caja y lo llevo a la cama.
– Yo no te he visto con el puesto, ¿qué tal si te lo pones para apreciar como te ves en el?
– Pero acabo de cambiarme hace unos segundos.
– Lo sé pero se ma acaba de ocurrir y en verdad me gustaría verte con el.
– Me verá con el el día del baile.
– Pero no me gusta esperar, además quiero ser la primera en verte.
– De acuerdo – Suspiré –. Pero tendrá que ayudarme a desvestirme y vestirme de nuevo.
– No hay problema, ahora quitemos este.
Con agilidad desprendió el vestido que tenía puesto y me ayudó a vestirme con el rojo. Tenerla tan cercas de mí no era algo que me apeteciera luego de todos los malos ratos que estaba pasando con ella, pero la flojera era más grande y no tenía ganas de volver a quitar el vestido con el que me acaba de vestir momentos atrás para reemplazar lo por otro y luego repetir el proceso.
Una vez la tela rojo cubrió mi cuerpo, ella se aparto y contempló mi figura poniendo espacio entre los dos para ver mejor.
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