Luego llegó él. Un hermoso lobo gris, mucho más grande que cualquiera que la chica hubiera visto nunca y no es que se tomará con muchos lobos pero conocía el tamaño que supuestamente deberían tener la mayoría de aquellos bellos y aterradores animales y aquella hermosa bestia era mucho más grande, tanto así que Kintain (su joven lobo amigo) se veía como a un perro pequeño a su lado.
La criatura se acercó sigiloso hacia el para que jugaba sentados en la yerba. Kintain lo noto casi al instante pero no sé inmutó para nada y siguió con lo suyo.
La joven dama no fue conciente de él hasta que esté estubo ya muy cercas de ellos. Sintiendo una mirada pesada en su persona, levantó la mirada y se fijó en la bestia que les observaba muy de cercas.
El color dejo completamente su cara haciéndole ver casi transparente, como a un auténtico fantasma. Sus pensamientos le gritaban para que corriera y se alejará del peligro pero su cuerpo no quiso responder, aunque no había nada que pudiera hacer de todas formas, correr sería inútil cuando aquel animal estaba muy cercas y muy probablemente era veloz.
Sus ojos no pudieron apartarse de la mirada profunda del lobo, ya sea por el terror o por lo hipnotizante que era. Dos ojos de plata le devolvían la mirada, analizando le.
Notando el miedo que le estaba causando a la joven, viendo sus manos temblar sutilmente decidió hablar.
– No tengas miedo, no pienso comerte.
Creyendo haber imaginado voces, la chica se confundió pero siguió ahí sentada sin Aser nada viéndole todavía con el mismo temor.
El lobo gris pareció sospechar de esto decidió decirle algo más para hacerle saber a la joven que lo que había escuchado había Sido real. Él, un lobo, estaba hablando con ella, una humana.
– No has imaginado nada. Soy yo quien te está hablando.
La sorpresa ensombrecio el miedo de la dama. Sus ojos azules se abrieron aún más y sus labios se abrieron en una o.
El lobo se incómodo aún más por seguir sin una respuesta. Después de unas semanas de observar a la chica desde las sombras luego de que uno de los cachorros de la manada a la que protegía se perdiera y lo encontrará en la cabaña de la casi rubia, siendo curado y cuidado por ella, se decidió por no hacer nada y vigilar los por los alrededores.
Luego de unos días el pequeño lobo había Sido devuelvo a su hogar en el bosque y él también había estado presente, oculto entre los árboles.
Desde entonces no solo el lobezno se propuso a esperar a la chica en el mismo lugar todos los días, si no que él también lo hizo por curiosidad. Nunca había visto a ningún ser humano con las características que aquella mujer poseía, había escuchado alguna vez de humanos con ciertos rasgos especiales pero jamás se había topado con alguno de estos y se pregunto si la joven era una de aquellos humanos de los que hablaban.
De ser así no había nada muy sorprendente en ellos. Por supuesto que tenían una apariencia etérea diferente a la mayoría de los humanos, pero de ahí en más no había nada especial.
– ¿Vas a decir algo o te quedarás ahí con la boca abierta?
La chica pareció no inmutarse por la repentina brusquedad con la que se dirigió a ella después luego del tono tranquilo que había utilizado con ella.
La criatura se irritó aún más y comenzó a arrepentirse de haberse acercado. Talvez debió seguir mirando desde las sombras.
Suspirando, comenzó a girar para emprender la marcha de camino al lugar por el que había venido.
– No se de que me sorprendo.
la chica expreso aquello en un susurro más bien dicho para ella misma pero gracias a la buena audición de lobo la bestia pudo escucharla y detenerse.
Giro solo la mitad de su cuerpo peludo y volvió a mirarla ahora siendo él el que creía haber escuchado mal.
– Un lobo que habla no es lo único raro que he presenciado en la vida.
Y era cierto. Su propia sub-especie ya era extraña para los humanos, y a su vez estos era extraños para ella.
– ¿Cuál es tu nombre señor lobo?
– Los lobos no tenemos un nombre propio. Puedes llamarme como lo que soy, un lobo. ¿Cuál es el tuyo pequeña humana?
– Yo soy...-
Aún ahora recordando aquella tarde en la que el enorme lobo de plata se acercó a ellos por primera vez. Fue desde esa tarde cálida en el bosque que este mismo comenzó a visitarla casi con la misma frecuencia que Kintain, solo que había días o incluso semanas en los que no llegaba a saber nada de él hasta tiempo después en donde aparecía de repente.
Cuando ésto pasaba ella nunca le preguntaba el motivo de su ausencia, pues a pesar de que le invadía la curiosidad no se sentía con la suficiente valentía para preguntarle, además de no querer ser intro metida al respecto
Pese a ese detalle las cosas entre ellos tres se volvió como a una rutina. Eran ellos y el bosque.
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