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Paso un rato en donde solo me dedique a mirar a mi alrededor mientras María seguía perdida en aquellos papeles aún sentada en su escritorio a una distancia algo apartada de mí, dándome la espalda, por lo que si quisiera preguntarle sobre algo o hacer un simple comentario no sería posible, al menos que quisiera volver más incómodo el ambiente en el que ya estaba metido.

Comenzaba a aburrirme del silencio que había en la habitación, cuando dos toques en la puerta lograron capturar mi atención y la de María. Con una voz suave la mujer de ojos verdes dió el permiso para entrar y enseguida la misma mujer que había visto hace unos minutos atrás había regresado con una bandeja en sus manos, en ella había una tetera de cerámica blanca con un estampado en la parte de arriba de flores rojas que se estiran hacia abajo, a lado de esta había dos pequeñas tazas, dos platitos pequeños y una azucarera todas con el mismo diseño blanco con flores rojas que el de la tetera; encerio¿qué tenían con el blanco y el rojo?.

Cuando la chica fue acercándose más a la mesa del centro me fue más fácil apreciar el demás contenido en la bandeja. Había algo que se me hizo muy similar a una canasta, solo que sin agarradera, en la que habían pequeñas galletas.

Esa chica si que debía tener experiencia en lo que hacía, mira que llevar una bandeja con todo esto encima y aún así ser capaz de poder tocar la puerta era algo sorprendente.

Luego de que la joven sirvienta depositara con sumo cuidado las cosas en la mesa, metió la bandeja en el espacio que tenía la mesa abajo, hizo una leve reverencia a María la cual se había acercado cuando las cosas estaban siendo acomodadas, y se fue.

– Por fin aquí están, moría de ganas por algo dulce.

Se acomodo una vez más en el asiento rojo delante del mío y comenzó a comer algunas galletas.

– ¡Esto está riquísimo! Molly ¿podrías servir el té?

– Claro, señorita.

Tome con cuidado la tetera de cerámica y serví el te en las tasas.

– ¿Con azúcar?.

– Por supuesto que sí, que sean dos para mí.

– De acuerdo.

Tome la pequeña cuchara de plata y agregen dos cucharaditas de azúcar a la taza de María, la mezcle y después hice lo mismo con la mía.

– Come algunas galletas, están muy buenas.

– Está bien, gracias.

Tome una de las pequeñas galletas que había dentro de la canasta y me la llevé a la boca. Tal como lo había dicho María, las galletas estaban muy buenas, aunque claramente le habían gustado mucho más a ella que a mí, eso por la forma en que comía una tras otra.

Cuando comenzaba a pensar que tenía que hacer algo antes de que se atragantara, María dejo las galletas de lado y de una forma mucho más tranquila, luciendo ahora elegante levanto de su taza y le dió un sorbo a su té.

– No es muy dulce.

–...–

– Falta una cucharada de azúcar.

– Pero usted me dijo solo dos cucharaditas, señorita.

– Te estaba poniendo a prueba.

– ¿A prueba?.

– Verás, desde la semana pasada eh estado escuchando muchos rumores sobre tí. Algunas personas aseguran que has vuelto a recuperar tus recuerdos pero la experiencia te hizo cambiar un poco, otras aseguran que te has quedado solo con algunos pocos y jamás serás la misma otra vez.

Así que todas esas cosas estaban circulando en la mansión sobre mí. Imaginé que llegarían a notar algo diferente en la actitud de Molly pero no me imaginé que incluso llegarán a decir que jamás sería la misma de antes, claro que eso es verdad pues ni siquiera somos la misma persona, pero tal y como Molly solía hacer, me aparte lo más que pude del resto de las personas. Solo los más cercanos a Molly hubieran podido notar alguna diferencia, pero al parecer había estado haciendo tan mal trabajo que todos lo habían llegado a notar.

– Cuando me dijeron que habías decidido volver a tus labores, creí que realmente habías recuperado todos tus recuerdos, pero luego de esto me he dado cuenta de que no es así. La Molly de antes sabía cuántas cucharadas de azúcar debía poner a mí té sin necesidad de preguntar antes.

– Bueno es verdad que he recordado algunas cosas pero aún hay otras que aun me faltan, por lo que no sé comportarme como usualmente lo hacía en algunas ocasiones.

– Huum ¿Es así? Me dijeron por ahí que Haniel trataba de ayudarte con tus recuerdos.

– Eso es verdad, ella a tratado de ayudarme llevándome a lugares que solía recorrer cuando era más joven. Aunque es algo que sería de ayuda con mis memorias más antiguas me temo que no podrían servir de mucho con las más recientes.

– Cierto, cierto. Después de todo ambas se habían separado mucho en los últimos años, unas salidas a lugares que ya no solías concurrir no serán de gran ayuda. Pero dime ¿Aún pasean juntas?

– No, hace tres días fue nuestro último paseo. Algo ocurrió y el tiempo que utilizaba para estar conmigo fue tomado también, pero lo entiendo, no puede descuidar su trabajo solo por mí.

– Eso es algo lamentable.

– ... Si, lo es.

Algo en la conversación me hacía sentir extraño. Era una charla cualquiera sin nada malo en ella pero aún así me sentía incómodo, como si estuviese en un interrogatorio o alguna consulta con el psicólogo.

Puede que estubiera exagerando un poco, ella solo quería ponerse al día con mi situación. No parecía estarlo haciendo para incomodarme.

– Creo que también podría ayudarte a recuperar tus recuerdos, después de todo es conmigo con quien pasaste más tiempo. Si sigues con lo que te indicaré a continuación seguro que tus memorias regresarán más rápido de lo que imaginas.

– Tiene un buen punto, mi señorita. ¿Qué sugiere que haga?

– Pues verás es algo muy sencillo, incluso tú misma iniciaste con la antigua rutina de nuevo. Solo es cosa de que una vez que hayas terminado con todas tus tareas, limpiar el segundo piso y servirme, deberás regresar directamente a tu habitación.

– ¿Cómo? disculpe pero no entiendo ¿eso en qué podría ayudarme?

– Vamos es algo sumamente sencillo. Solo quiero que en cuanto termines aquí conmigo vallas directamente a tú habitación para continuar con la rutina que anteriormente llevabas, seguro que sí vuelves a ella todo regresará a como era antes, con tus recuerdos y todo.

– Pero no quiero permanecer todo el día encerrada en mi recamara.

– No estarías encerrada todo el día en tu habitación, tontita. También estarás pasando tiempo fuera de tu recamara estando aquí conmigo y en tú tiempo de hacer limpieza.

– Eso es...

– Además es mejor que estar perdiendo el tiempo allá afuera con todo ese sol y las personas.

– ¿ Entonces es mejor perderlo pasándola encerrada dentro de mi recamara todo el tiempo?

– Ya te dije que no sería todo el tiempo –Frunció el ceño– además no se de qué te quejas, estar en tu habitación es algo que te gusta mucho, más que todas esas cosas sin chiste que podría encontrar afuera.

Aquello que salía por su boca no podía ser para nada cierto; Molly adoraba pasar el tiempo fuera de la mansión ya fuera paseando en los jardines y saliendo a las calles aunque solo fuera para hacer un encargo.  Incluso era algo que le había confesado a la protagonista en un momento dentro de la novela.

Según con los cálculos que había hecho todo esto debería estar pasando tan solo un año después de que los acontecimientos de la tormenta dorada llegarán a su fin, ¿Cómo una persona podía llegará a cambiar de gustar estar en los espacios abiertos a vivir encerrada en tan poco tiempo?

– Bien, ahora que estás de acuerdo ¿qué te parece si me ayudas con...

– No.

– ¿Disculpa?

– No estoy de acuerdo con eso.

– ... –

Su rostro se puso muy serio por unos instantes, luego unas sonrisitas escaparon por sus finos labios rojizos para finalmente dedicarse a mirarme de nuevo pero aún con una ligera sonrisa torcida en su cara.

– Eres toda una bromista, casi haces que me la crea.

– Pero no estoy...

María tomo una de las galletas en sus dedos y la metió de golpe a mi boca evitando que pudiera siquiera seguir con lo que le estaba diciendo. Está tipa estaba empezando a sacarme de mis casillas y ante mis ojos ya no se encontraba una mujer sumamente atractiva sino una serpiente de ojos verdes.

Mastique la galleta y la pasé con fuerza aprovechando que su tamaño era pequeño. Casi podría jurar que yo también me encontraba lanzando veneno por los ojos odiando a cada  segundo esa sonrisa cínica, pero debía controlarme, ella era la señora de esta mansión y yo solo una empleada, sí hacia algo aunque fuera insignificante podía terminar pagando lo muy caro.

– Su sugerencia es muy buena señorita pero me temo que la voy a tener que rechazar. Vera me siento como si hubiese vuelto a nacer y me gustaría aprovechar al máximo ésta nueva vida.

– ¿Estás negandote?

– Yo no estoy negando nada. Usted dijo que quería ayudarme ¿o acaso todo eso era falso? ¿confundí una simple orden con la ayuda sincera?

–...–

Fue su turno de quedarse callada. Estaba haciendo un movimiento arriesgado especialmente ahora que ya no tenía ni idea de cómo iba a actuar tras escuchar mis palabras.

Por un lado no tenía razón para seguir con mi juego y era cuestión de una orden para que me echaran de aquí, pero por el otro para ella yo me trataba de Molly, aquella chica tierna que jamás se había mostrado rebelde o grosera ante ella, cabía la posibilidad de que lo dejara pasar y trata de recuperar su imagen de buena que había mostrado hasta hoy.

– Claro que solo quiero ayudar, pero encerio deberías considerar mi sugerencia, es lo mejor para tí.

– Lo estaré considerando, pero ahora ya se está haciendo tarde, creo que ya va siendo hora de que me valla para que usted pueda descansar; seguro que su paseo fue agotador.

– Tienes toda la razón, entonces te veo mañana después del desayuno, me gusta tenerte haciéndome compañía.

– Llegaré puntual, nos vemos mañana señorita.

– Hasta mañana, Molly.

Levantándome del sofá me encamine directo hacia la puerta aún siendo conciente de tener su mirada pegada en mi espalda, se sentía pesada y ahora que está extraña y peligrosa charla había ocurrido la sentía intimidante también.

Al fin logré salir de la sofocante habitación y acelerando el paso, sintiéndome más nervioso que de costumbre me dirigí hasta mi habitación y apenas tuve la puerta cerca, la abrí velozmente y entre aún más rápido.

Por desgracia no podía sentirme tan seguro estando todavía en el mismo piso que el de esa mujer. Me senté en la cama y trate de procesar todo lo que había pasado, pero eso no trajo más que más malestar en mí.

Me recosté en la cama y sentí como algo se deslizaba hacia mi costado izquierdo. Cuando abrí los ojos y centre mi atención a lo que sea que hubiera Sido, me encontré con el bolso de tela que guardaba al libro; lo había estado cargando todo el tiempo conmigo y ya lo había olvidado, que tonto.

Fue cuando me senté de nuevo en la cama y saque el libro verde del bolso cuando un recuerdo golpeó mi mente y una idea llego junto con el. Aún no me sentía tranquilo estando dentro de estas cuatro paredes y además sentía como si estuviera haciendo justo lo que María había dicho que hiciera, ese pensamiento fue suficiente para molestarme así que metiendo el libro una vez más dentro del bolso y caminando de nueva cuenta hacia la salida, tome rumbo hacia las escaleras bajando las todas hasta llegar a la primera planta y luego me aventure a la entrada.

Está vez tome un rumbo diferente al que había tomado todo este tiempo llendo directamente a la salida de la propiedad Inpsarei. Hoy haria algo completamente diferente e iría a buscar el templo de Solunia.

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