El día fue tal como lo había dicho Haniel. Luego de que terminara mi desayuno me había preparado para salir en dirección de la recamara de los protagonistas, pero luego de que tocará un par de veces y no recibiera respuesta alguna, baje a la primera planta para preguntarle a Haniel si conocía el paradero de la señora, pero en el camino termine encontrando al mayordomo en su lugar.
Su nombre era Arturo según con lo que recordaba. Era un hombre mayor de cabellos negros con algunas canas visibles a los costados de su cabeza, piel bronceada con algunas arrugas visibles en su rostro y ojos grises. Era también el padre de la chica que se encargaba de llevar mis comidas, por lo que compartían algunos rasgos en común como el color de cabello.
Desde que Haniel y Molly habían llegado a la mansión Inpsarei, Arturo se había portado muy amable con ellas y una amistad se formó entre él y la tía de la dama de compañía, por lo que entre ellos se habían tomado la libertad de hablarse por sus nombres dejando de lado las formalidades. Lo mismo ocurría con Molly, al menos de parte de Arturo, quien llamaba a esta por su nombre en lugar de señorita como los demás solían hacerlo, aunque Molly no había optado por seguir el ejemplo de ambos adultos y seguía llamándolo con respeto, después de todo seguía siendo una mayor y ella había Sido educada para respetarlos.
– Buenos días, Molly.
– Buenos días, señor.
– Me dijeron que habías decidido regresar a tus labores. ¿Cómo lo estás llevando?
– Es verdad, decidí que ya fueron demasiados días libres. No mentiré, se me hizo algo cansado está mañana aún con la ayuda de mi tía, no quiero imaginar cómo me irá estando sola, pero estoy segura de que me acostumbraré.
– Siempre has Sido tan trabajadora. Estoy seguro de que lo harás bien, ya lo has hecho antes, te acostumbraras mas rápido de lo que imaginas; pero si tienes algún problema o necesitas ayuda con algo puedes decírmelo y te ayudaré lo más que pueda.
– Gracias, señor. Aprecio mucho lo que están haciendo por mí, y me temo que hoy le tomaré la palabra. Vera estube buscando a la señora en su recamara tal y como me lo indico mi tía, pero parece que no se encuentra ahí, ¿de casualidad sabrá en donde puedo encontrarla?.
– Por supuesto, la señora salió temprano en cuanto terminó su desayuno. Me temo que tendrás que esperar hasta que regrese.
– Me temo que sí. ¿No hay alguna tarea más para mí en lo que espero su regreso? ¿Algún recado o algo?
– Me temo que no. La persona encargada de hacer los recados y encargos ajenos a la señora se encuentra trabajando en ello y generalmente no necesitamos a más de una persona.
– Ya veo. ¿Entonces solo tengo que quedarme a esperar ?
– Eso me temo, Molly. Pero no te deprimas, estoy seguro de que la señora María está por regresar de su salida, talvez te gustaría salir a esperarla en los jardines, así te darás cuenta cuando allá regresado.
– Me parece lo mejor, gracias por la ayuda señor.
– No es nada, avísame si necesitas algo.
– Lo haré. Nos vemos.
El hombre solo asintió antes de que yo me alejara y después siguió con su camino a hacer lo que fuera que iba a hacer antes de toparse conmigo.
Por mi parte me quedé un momento parada en mi siento reflexionando que hacer mientras espero, sería aburrido esperar sentada solo en el jardín y además no estaba asegurado que María llegaría pronto. Cuando una idea llego a mi cabeza, subí por las escaleras de regreso al segundo piso y luego subí otras más hasta el tercero, entre a mi recamara y tome el libro de pasta verde junto un bolso que encontré en las cosas de Molly, estaba hecho de tela y era lo suficientemente grande como para guardar el libro en su interior.
Metí el libro dentro del bolso y me lo coloque como veía a algunas chicas hacer.
Salí de la recamara, baje las mismas escaleras que subí hasta llegar al segundo piso y luego baje por las que me llevaban al primero. Una vez fuera de la mansión me encamine por el mismo sendero de piedritas que había seguido el día del paseo con Haniel; cuando llegue al centro, justo donde se encontraba la fuente del angel enamorado, tome asiento en uno de los asientos* de piedra. Aunque el ángel en la fuente me daba escalofríos por alguna extraña razón, la sombra que daban los árboles era más buena aquí que en los alrededores del jardín.
Metí mi mano dentro del bolso de tela* y tome el libro, dejando al bolso abandonado a un lado mío. Antes de abrirlo acaricie suavemente la pasta y remarque con mis dedos el título negro, luego procedí a abrirlo de una vez por todas y continuar con la lectura.
La primera vez que lo leí no entendí muy bien las cosas que estaban escritas en el y al final el sueño había logrado venderme, pero ahora estaba decidido a comprender su contenido, no era algo difícil, ya había leído libros de dioses antes y solo era cuestión de centrarse en las palabras.
"Nacimiento.
Surgieron dentro de la inmensidad de la obscuridad como once radiantes luces que navegaban a través de la nada.
Cuando no existían los años ni los días o los minutos.
Una de ellas, la más grande y de brillo dorado se arto de la obscuridad y fue entonces que decidió hacer algo para acabar con esta.
Dentro de ella solo había conciencia, no existía un sentimiento que le hicieran sentir dolor al momento de consumir a cuatro de sus hermanos; aquellos mayores que seguían después de ella. Cuando creyo haber crecido lo suficiente como para iluminar más de los espacios oscuros, se detuvo satisfecha por los resultados que obtuvo dejando en paz la vida de sus seis restantes hermanos menores.
Al comienzo estubo tranquila pero luego se dió cuenta que faltaba algo más que solo llenar de luz la obscuridad. Cortando pequeños pedazos de sus rayos de luz los arrojo a la nada y creo las estrellas, tomo otros de diferentes tamaños, los formó cada uno con características diferentes e igual que los anteriores los arrojo y así creo a los planetas.
Satisfecha volvió a estar tranquila de nuevo, pero esto no duró demasiado, aún sentía que algo faltaba. Entonces se acercó a sus hermanos y con su ayuda creo la tierra.
Arranco otro pedazo de su luz y una vez listo envío a sus hermanos dentro de este para que pudieran embellecerlo.
Adulanti se encargó de crear el cielo creando los colores azules para pintarlo, además de adornarlo con las nubes.
Arrmaré creo el mar y lleno el planeta completamente con sus aguas profundas.
Polnicla llegando a un acuerdo con Arrmaré colocó enormes pedazos de tierra encima de las aguas y con esto nació la tierra.
Lelatli decidió envellecer aún más la creación de su hermana dándole distintos colores. Pinto de verde algunos suelos y creo los árboles.
Soranile tu reyó que ya no había más cosas por hacer y decepcionado tomo una forma más pequeña y se oculto de sus hermanos. Estubo vagando por las tierras que su hermana había creado hasta llegar al agua de su hermano. Cuando estubo cerca de esta se asombro al ver su reflejo, pues al cambiar su forma lo había hecho por completo.
Una idea surgió a su cabeza y entonces tomando de la tierra que creo su hermana y el agua de su hermano le dió vida al ser humano. Era perfecto a sus ojos pero tenía que tener algo suyo, así que arrancando un cachito de su luz le compartió su consciencia y creo sentimientos para darle como un don a este.
Pero el hombre al que había dado vida no podía vivir sólo, así que repitiendo los mismos procedimientos que hizo con este creo a la mujer.
Estaba muy feliz con sus creaciones pero la tierra necesitaba más criaturas que vivieran sobre ella, entonces decidió repetir lo que había hechos con el hombre y la mujer y dió vida a otros más iguales a estos; pero también dió vida a especies completamente diferentes y los esparció por la tierra.
Me-lagma al enterarse de las acciones de su hermano Soranile tu decidió hacer algo igual a lo suyo, solo que sus creaciones en lugar de vivir en la tierra vivían en las profundidades de las aguas.
Satisfechos dieron por terminada su obra y fu entonces cuando su hermana mayor, Solunia apareció en la tierra y aprecio todo lo vello que sus hermanos habían creado en ella.
Pero apresar de todo el bello trabajo que habian hecho todos sus hermanos Solunia aún sentía que algo le faltaba. El resplandor que emitían sus hermanos ayudaban a iluminar un poco al planeta, pero aún era muy oscuro y eso la hacía recordar a las tinieblas de dónde ellos venían. Elevándose hacia el cielo transformó su escencia en una bola de luz dorada y con esto creo el sol iluminando todo con su luz y haciendo las cosas mucho más visibles para los humanos y algunas otras bestias.
No conforme con haber iluminado el cielo y la tierra, partió otra parte de su esencia pero siendo está de un tamaño más pequeña que la anterior y creo a la luna. Entonces nacieron los días y las noches; durante el día las nubes y el solo serían lo único en mostrarse a la tierra, pero durante las noches el sol se ocultaria y el cielo se oscureceria dejando ver a los humanos el lugar de donde vinieron los primeros dioses. El cielo se llenaría de las estrellas que Solunia creo y la luna resplandeseria junto con ellas
Luego de esto otros dioses aparecieron siendo los descendientes de los primeros grandes diose y bendicieron al mundo con sus dones, algunos otorgando los a las tierras o los mares, otros a los hombres y las bestias."
Tener algo tan detallado como sus propias creencias religiosas dentro de una novela si era algo extraño. Todo esto nisiquiera fue mencionado en la tormenta dorada, digo claro que había una que otra escena en donde un personaje visitaba un templo a rezarle a la diosa que más seguidores tenía entre las personas para pedir algún milagro, pero está historia no tenía nada que ver con el libro.
El título que se encontraba en la portada ahora era algo que ya lograba entender, se trataba del nombre de la diosa del soy y la luna y este libro no era tan enorme cómo debería de ser al tratarse de un libro sobre dioses, debido a que en el solo se hablaba principalmente de Solunia.
Salte algunas páginas que me parecieron inrelevantes hasta que llegue a una que llamo mi atención. En esta se hablaba de milagros que según la gente afirmaba de haber recibido de esta divinidad, tales eran como curar algunos enfermos, ayudar a una pareja a tener hijos, entre otras cosas que se aseguraban haber Sido un completo milagro.
Yo no era muy religioso por lo que todas esas cosas escritas en esta página me parecían absurdas. No entendía la afición de los humanos en darle el crédito o culpar a un dios por todo lo que pasaba en la vida.
Me había perdido tanto en el libro que no fui capaz de percibir a la persona que se había sentado a mi lado derecho hasta que está hablo sacandome un escalofrío del susto.
– ¿Te asusté? ¿Estás tan metida en esa cosa como para notará lo que sucede a tu alrededor?
Sentado con la espalda recta y un porte elegante se encontraba el hombre pelirrojo de sonrisa cínica. Al parecer trabajar como una persona común no le había quitado su gracia y seguía viéndose de una manera elegante a pesar de las ropas tan simples que estaba vistiendo.
– ¿Qué haces aquí? -cerre el libro y lo metí de vuelta al bolso- ¿Acaso necesitas algo de mí? De otro modo no veo el motivo para que te hubieras acercado.
Él solo se dedicó a mirarme y su sonrisa se expandió en una expresión juguetona.
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