Puede que mi salida precipitada no haya Sido la mejor idea después de todo pues no tenía ni idea de hacia donde debía dirigirme.
Las carretas pasaban de un lado a otro y los ciudadanos caminaban tranquilos por las calles, cada quien metido en su propio mundo.
Por las orillas lejos del cruce de las carrozas habían algunas bancas para que la gente pudiera descansar, así que aproveche y me senté en una sintiéndola caliente por el calurosos día que estaba haciendo.
Saque el libro de Solunia del bolso y comencé a buscar dentro de sus páginas cualquier cosa que pudiera decirme en dónde podría encontrar el templo de los milagros. Pase rápidamente las páginas pero no obtuve nada, entonces repetí el mismo procedimiento una segunda vez pero igual que la primera no aparecía alguna pista. Bufé y estube a punto de rendirme con el libro y mejor comenzar a pedir direcciones cuando de pronto encontré algo; bien dicen que la tercera es la vencida.
En una de las páginas había una pequeña imagen, o más bien un dibujo de lo que parecía ser la entrada a un templo muy parecido a los templos romanos que había visto.
Según lo que decía el libro, el templo se encontraba a las afueras de la ciudad, por el camino de la libertad. Al seguir directamente por este camino llegabas a un punto en el que te encontrabas con otro camino mucho más estrecho en el que solo se podía seguir llendo a pie, entonces tenías que ingresar por este otro y seguir hasta encontrar un gran lago.
Cerré el libro y volví a guardarlo en donde estaba. Esto cortaba la búsqueda, ahora solo debía preguntar en donde se encontraba el camino de la libertad.
De haber traído algo de dinero conmigo la tarea hubiera Sido más fácil, solo abría tenido que subir a una carroza y decir hacia donde quería ir y listo, pero por desgracia ese pequeño detalle se me había pasado por alto y no llevaba ni una sola moneda conmigo.
Tendría que ir caminando, pero debía darme prisa. Según con mis cálculos mirando hacia el cielo, justo ahora deberían ser como las doce más o menos pero no sabía cuánto camino era hasta llegar al lugar, solo quería hechar un vistazo y luego regresar pero aún así tenía que ser rápido para que la noche no me alcanzará.
Me hacer que hacia dónde había más gente y estube pidiendo indicaciones por un rato hasta que alguien se digno a responderme exactamente hacia donde debería de ir. Agradecí al joven hombre y me puse en marcha.
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El camino de la libertad era de tierra y se abría paso por el bosque, debes en cuando se podría apreciar alguna antorcha que sería iluminada cuando cayera la noche.
Camine por un buen tiempo a pasos acelerados pero hubo un momento en el que mis pies ya no pudieron más y tuve que avanzar más despacio, gracias a Dios, Molly no era de utilizar zapatos de tacón.
Después de un tiempo de seguir caminando logré notar que cada vez se hacía más distancia para encontrarte con otra farola por lo que seguramente los caminos serían más tenebrosos. Al cabo de unos pasos más llegué hacia el estrecho camino del que se hablaba en el libro, fue inevitable sentir emoción y por un momento a mi me te llegó la idea de descansar unos minutos, pero de inmediato lo descarte, después de todo el tiempo era oro, ya descansaría cuando llegara al templo.
Afortunadamente el camino hacía mi destino final no era tan largo como lo había Sido el anterior y entonces delante de mis ojos, cercas muy cercas se encontraba un grande y bello lago. Al acercarme más puede contemplar también el templo que se encontraba por encima de este. En el libro, este era un detalle que no había Sido mencionado y además también se veía más pequeño.
No era de gran tamaño pero aún así era muy bonito y tenía un camino de rocas planas guiando hacia la entrada.
Lo primero que hice antes de ir hacia él fue inclinarme en la orilla del lago y mojar mi cara con sus aguas para refrescarme luego del largo camino que tuve que recorrer para llegar hasta aquí. Una vez lo suficientemente fresco, me puse de pie y continúe cruzando por aquel camino de rocas hasta llegar a la entrada.
Atravesé entre dos grandes pilares de piedra blanca y me encontré con una puerta de tamaño no muy grande de madera. Para entrar tuve que empujar con algo de fuerza las puertas y cuando estás se abrieron entre a un mundo completamente diferente al que tenía afuera.
A pesar de que el templo era pequeño, lo habían decorado de tal manera que esté lograba verse mucho más amplio de lo que se veía por fuera. Todo dentro estaba hecho de colores claros, había estatuas de mujeres que daban la impresión de ser sacerdotisas a los costados y un montón de dibujitos extraños por todo el suelo. Hasta el fondo había una estatua de la que supuse sería la diosa Solunia, aunque sus rasgos me hacían dudar un poco si de verdad se trataba de una mujer o en verdad era un hombre; está estaba siendo adornada por cuatro tiras algo anchas de tela dorada que colgaban del techo y caían hacia abajo para luego volver a elevarse y ser clavadas a las paredes.
Delante de la estatua había una mesa de piedra blanca decorada con pétalos de varios colores,algunas velas apagadas y platos.
Esto llamo mi curiosidad y decidí acercarme más para poder verlo mejor. Con cuidado tome uno de los platos y note que estos eran de arcilla, ¿porqué habrá platos en el templo de un dios? Y no solo platos, también pude apreciar vasos hechos del mismo material, talvez los dejaron ahí para las personas que querían dejar alguna ofrenda comestible.
Eso me pareció algo ridículo, seguro que alguien llegaría a comer y beber de las ofrendas pero había más posibilidad de que lo hiciera algún vagabundo que un dios.
Con cuidado deje el plato de dónde lo había tomado y pase de observar la mesa a observar las estatuas en las paredes. Al menos estas mujeres estaban bien vestidas, con sus rostros ligeramente inclinados y todas ellas parecía tener algo en sus manos, ¿acaso lo que tenía eran pelotas? seguro que les gustaba jugar al futbol.
- Tú no perteneces a este mundo.
Inmediatamente salte hacia aun lado callendo de boca al suelo y me giré para enfrentarme con quién sea que hubiera Sido la persona en sacarme un susto de muerte, de no ser por mis ridículos reflejos de saltar bruscamente cada que recibía un susto seguro había gritado más fuerte que un niño pequeño haciendo berrinche a sus padres.
Al enfocar la vista en la dirección por dónde había escuchado la voz no ví a nadie más y me confundí, pero luego de mirar con más atención hacia la estatua en el fondo, más precisamente hacia su cara note que está me estaba viendo.
Cuando había llegado recordaba claramente que la estatua miraba hacia el frente como si estuviera esperando a que alguien cruzará por la puerta, pero ahora su cabeza había girado rompiendo cualquier lógica coherente, y me miraba fijamente a la cara.
Con cuidado comencé a arrastrarme de reversa lo más sigiloso que pude hacia la puerta pero la estatua endemoniada lo noto y algo comenzó a salir de ella.
Pequeñas corrientes de algo dorado comenzó a descender por sus ojos, nariz y boca y fue bajando hasta llegar al suelo, rodear la mesa de las ofrendas por ambos lados para después volverse a juntar delante de está; todo ese líquido dorado comenzó a estancarse en un solo lugar y luego comenzó a crecer como si se tratase de alguien dándole forma a la plastilina.
Yo no iba a esperar para ver qué cosa se formaba al final, entonces me empuje con fuerza hacia arriba y corrí con todo lo que pude hacia la puerta.
- ¡Aguarda!
¡Por supuesto que no gelatina dorada!
Estaba a punto de llegar a la puerta cuando algo me golpe la cabeza con tal velocidad que logro derribarme al suelo. Lo que sea que me hubiese golpeado no había Sido lo suficientemente fuerte o peligroso como para noquearme, y al tocar la parte golpeada note que tampoco había sangrado, pero valla que había dolido.
Cuando busque por el suelo a lo que sea que ma había golpeado encontré lo que parecía ser ¿un pan?.
Había Sido derribado por un pan.
Y ni siquiera había visto alguno en aquel lugar.
Con cuidado me levanté apoyándome de la puerta y trate de seguir con la misión de escape pero algo me sujeto del hombro manteniendo me con algo de fuerza en mi lugar.
Con temor giré el rostro al lugar que estaba siendo presionado y lo que encontré fue una mano algo pálida. Trate de liberarme de mi captor cuando fui girado algo brusco, al parecer esa cosa quería que la viera de frente pero no estaba dispuesto a hacerlo, por lo que cerré mis ojos y los apreté muy fuerte.
El fantasma bufó pero guardo silencio por algunos minutos haciéndome imaginar un millón de muertes que podría tener a sus manos fantasmales.
- ¿Porqué cierras los ojos?.
-... -
- Habla, no te haré daño.
- ¿ Cómo podría creer las palabras de un fantasma?
- ¿Fantasma? No soy un fantasma pequeño humano.
- ¿Cómo puedo estar...- me detuve al comprender mejor sus palabras - ¿Dijiste pequeño humano?.
- Sí, eso es lo que eres; un pequeño humano dentro del cuerpo de una humana aún más pequeña.
- ¿Cómo lo... sabes?
Entonces abrí los ojos y un mareo me golpeó por unos segundos y no estaba seguro si fue provocado por haber Sido golpeado con un pan o si solo era por la situación parecida sacada de un sueño a la que me estaba enfrentando.
- Porque yo se todo lo que pasa en mi mundo, y también se diferenciar cuando hay algo, o mejor dicho alguien que no pertenece a el.
- ¿Acaso tú eres la deidad de este templo?.
El agarre en mi hombro se relajo y el miedo que sentía fue opacado por la curiosidad pero no desapareció por completo. Levanté la mirada al rostro que se encontraba delante del mío y me encontré con aquella cara pálida, labios ligeramente rosados y ojos dorados, literalmente todo en sus ojos era dorado, sin pupila alguna o esclerótica.
Su cabello era rubio plateado y verla rodeada con todo ese blanco de fondo estaba siendo un dolor de cabeza, era alta, más alta que yo y mientras más veía menos seguro estaba de que se tratase de una mujer.
Su voz sonaba como la de una y sus rasgos también eran más similares a los de las mujeres pero su figura y algunas otras características hacían pensar que podría tratarse de un hombre.
De algo si estaba seguro, esta persona delante de mí era la misma que se mostraba en aquella estatua.
- Lo soy.
Ahora con su confirmación no pude ocultar mi asombro. Estaba delante de un dios y por muy ficticio que fuera este mundo yo estaba siendo parte de el en el cuerpo de uno de sus personajes y comparando el nivel entra está divinidad y el de Molly, una simple dama de compañía estaba más que claro quien sería el vencedor.
- Te ves sorprendido o ¿Debería decir sorprendida? Creo que sería lo más lógico ya que tú apariencia es la de una chica.
- ¿Cómo quiere que me vea luego de presenciar la aparición de un dios?
- Cierto que los humano suelen sorprenderse por mi aura divina.
- Seguro que en los demás es así pero me temo que en mi caso fue más bien lo que tomarían como una experta aterradora.
La sonrisa orgullosa que había estado adornando aquel rostro pálido había decaído y ahora en su rostro solo se podía ver la expresión de alguien que no cree lo que está escuchando.
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