Trató Con El Lobo
Caminando tranquilamente atravesó de aquellos inmensos árboles, escuchando a las aves cantar, siguiendo el camino de maracas que ella había dejado hace algunos años atrás, luego de que su madre y ella se mudaron a aquella humilde cabela en el bosque escapando de aquellos monstruos hipócritas que insultaron a los suyos con esa palabra mientras ellos mismos se comportaban cómo unos.
Las marcas eran pequeñas y para nada llamativas, las dejo así pensando en no dejar un camino de regreso a casa que esas bestias pudieran ver y seguir y que solo ella pudiese guiarse gracias a estás.
Las coloco estratégicamente a todas en el suelo de los árboles, clavadas en los grandes y gruesos troncos, debía admitir que era algo complicado guiarse luego de haberlas dejado de esa manera pero no podía arriesgarse a llevar a un extraño a su casa, podría ser peligroso. Sin más remedio solo le quedaba poner mucha atención en el camino, buscando las marcas colocadas.
La apariencia de la joven de diecisiete años era algo peculiar, extraña para las personas más recelosas y aquellos con supersticiones.
Su cabello era de un rubio tan pálido que casi podría pasar por blanco de no ser por los destellos amarillos que solían apreciarse cuando los rayos de sol iluminaba su cabeza. Su piel no era muy buena contrastando con estos, pues si bien su palidez le hacían ver de una manera Angelical también solía causar temor a algunos de los humanos que llegaron a verla ya sea a ella o algún otro miembro de su clan, cuando estos aún vivían y convivían con los humanos ordinarios.
Sus ojos pese a tener un color normal e incluso lindo de azul no servían de mucho para aligerar su apariencia, todo lo contrario, la hacían ver más fantasmagórica que angelical pues en sí esto no era a causa de su color si no más bien la mirada vacía que parecía llevar siempre con ella.
Esa mirada distante y ajena a su alrededor la hacían parecer como una muñeca de porcelana viviente; no una de esa lindas con bonitos vestidos y mejillas sonrojadas si no más bien una como aquellas que solían mirarse melancólicas, casi pareciendo estar vivas pero de igual forma vacías por dentro.
Es por eso mismo que se podría ver a la joven como a una muñeca viviente, pues verla a ella era como mirar a aquellas muñecas inanimadas, dejando como única diferencia que la joven realmente estaba viva y no solo parecía estarlo.
En un claro en el bosque, recargado en justo en un árbol frente a ella se yacía acostado un lobezno castaño que al verla se emocionó e inmediatamente se levantó a encontrarse con la chica.
La joven mujer fue contagiada por la emoción del pequeño lobo y en cuanto ambos estubieron cercas el uno del otro, la casi albina se inclino para acariciarle y el lobo se dejó hacer mansamente. No le negaría tal gesto a su salvadora.
Algunos meses atrás la chica se avía topado al joven lobo herido en el bosque. En un principio se asusto y quiso salir corriendo de regreso por dónde había venido con miedo de que el lobo no estuviera solo y fuera atacada por estos.
No obstante, cuando estaba a punto de salir corriendo escucho los quejidos del lobo castaño y se dió cuenta que este no podía caminar. Seguramente se había apartado de su manada y al haberse lastimado de alguna manera, este ya no pudo regresar o al menos esa era la explicación más lógica que la muchacha se pudo plantear.
A pesar de lucir vacía, la ojiazul si tenía sentimientos como cualquier ser humano y no tubo el corazón para dejarlo abandonado así en el bosque, así que con cuidado y mirando atentamente a los alrededores para asegurarse de que ningún otro lobo y animal salvaje fuera a aparecer de la nada, se acercó al lobito, mismo que no dudo en gruñirle cuando la escucho acercarse a él.
La joven se alarmó pero no sé retiró, en cambio siguió acercándose con cuidado, pues aunque noto que el lobezno no tenía las fuerzas para levantarse y pelear tampoco quería precipitarse y ser mordida por el animal.
Antes de arrodillarse junto a el corto una tira de su vestido azul y la utilizo para amarrar el osico del animal cuando pudo someterlo. Utilizando otro trozo de tela, vendo la pata herida del animal y utilizando su fuerza sobrenatural que tenían los suyos lo cogió con cuidado y lo llevo hasta su hogar en la cabaña del bosque.
Ese día su madre a pesar de haberse molestado por su escapada al bosque le ayudo a curar las heridas del lobo y lo acogieron y cuidaron por un tiempo hasta que esté mejoró.
Algún tiempo después el lobo mejoro y decidieron dejarlo ir. La chica y su madre lo llevaron hasta el lugar en el que ella lo había encontrado pero fue difícil hacerlo partir pues este se había encariñado con ellas aunque al final lo hizo.
Un par de días después la joven caminaba por ahí cuando se encontró con el mismo lobo esperando. Pasaron un rato juntos y a partir de ese día se creo una rutina en donde se encontraban a la misma hora en ese lugar y antes de que se pusiera el sol ambos volvían a sus respectivos hogares: la humana a la cabaña y el lobo con su manada.
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Comments
Savina Rodríguez Miranda
espero sea una buena historia completa
2022-12-02
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