[16]

Cuando salimos Aarón me bajo antes de llegar al portón de la mansión y yo acomodé mi vestido mientras entrabamos a la propiedad con rumbo a las cocinas. Owen se había quedado atrás desde hace rato y según Aarón regresaría a la granja, ahí era donde tenía su hogar.

Era consiente que ir caminando juntos sería extraño para cualquiera que mirara también pero no lo sería tanto como lo hubiera Sido si nos hubieran visto como hace unos momentos atrás en donde el me cargaba y yo actuaba como si nada.

De hecho, en el camino nos habíamos topado con un par de sirvientas quien nos miraron sin disimulo con una clara sorpresa y también a Arturo que si se había sorprendido lo había disimulado muy bien. Solo asintió ligeramente con la cabeza y se hizo a un lado para dejarnos pasar.

Cuando entramos a las cocinas nos encontramos con la chica encargada de llevar mis alimentos. Está en cuanto vio de quién iba acompañado se dispuso a salir inmediatamente del lugar, así que la llamé antes de que lo hiciera.

– Espera, ammm...lo siento, en todo este tiempo no he preguntado por tu nombre.

– Descuide, señorita. Mi nombre es Rosi.

– Bien Rosi, yo soy Molly. No es necesario que me llames señorita, somos compañeras.

– E-esta bien seño- quiero decir Molly. ¿Hay algo que pueda hacer por usted?.

Otra vez con las formalidades, bueno al menos había logrado hacer que me llame por mi nombre.

– Sí, verás está mañana no llegue para recibir el desayuno por cumplir con mis deberes y seguramente te deje esperando por un momento, ¿verdad?.

– No se preocupe por eso, antes de subir me encontré con mi padre y este me avisó.

– Aún así no es justo que estés perdiendo tu tiempo pará que al final ni siquiera me encuentres. Es por eso que decidí que dejaras de hacerlo, ya no es necesario que te ocupes de mis alimentos; yo ya me encuentro mejor desde hace varios días y estoy segura que ese incidente no volverá a ocurrir.

Hablé muy segura esperando como cualquier reacción de su parte, esperando ver una simple expresión desinteresada, alegría o alivio pero definitivamente no espere ver su rostro lleno de terror. No sabía a qué se debía, no había dicho algo malo, ¿acaso era que aún me temía por como le había hablado ese otro día?. Pude haber creído que eso era lo correcto de no ser por lo que ví al prestar más atención; ella no me miraba a mi, si no que estaba viendo por encima de mi hombro.

Entonces giré mi rostro ligeramente y lo encontré a él, sentado en una cilla comiendo una manzana sin prestarnos atención, o eso era lo que parecía.

– No es ninguna molestia – Hablo ella–, de hecho me gusta hacerlo.

En otro momento hubiera pensado que era una chica muy rara pero ahora tenía muy en claro que algo más estaba detrás de esto.

– Insisto que no es necesario, me hace sentir inútil, yo también trabajo aquí.

– Se lo ruego– Su vos temblaba ligeramente–, déjeme hacerlo. Le aseguro que no es ninguna molestia.

Ella ahora intentaba disimularlo pero era obvio que aún estaba asustada. Por su actitud y la manera en que lo miro podría asegurar que la persona detrás de mí la tenía amenazada con algo, entonces para no meterla en problemas decidí ceder.

– Está bien, puedes seguir haciéndolo pero con algunas condiciones.

– Haré lo que quiera.

– En primera deja de hablarme de usted, no soy tu amo ni nada, en segunda deberás esperarme en las cocinas cuando inicie la hora de comer y sí pasan algunos minutos y yo aún no llego puedes empezar tú a comer, sí pasa más tiempo podrás irte a hacer tus deberes.

– E-esta bien.

– Trataré de pedirle a alguien que te dé el aviso si algo como lo de hoy vuelve a pasar, aunque aun así puede que suceda lo mismo de hoy y no podré avisarte por eso es que quiero que lo hagamos de este modo.

– Yo entiendo.

Lo sabía, después de que acepte dejarla seguir con el trabajo innecesario que tenía conmigo su actitud nerviosa cambio.

– Muy bien, ahora que ese asunto ya está resuelto puedes seguir con tus cosas, ya no te voy a distraer más.

– Gracias señorita, con su permiso.

Y volvió a llamarme por señorita, bueno tampoco debía esperar que se acostumbrara a llamarme por mi nombre de un día para otro.

– Sabes que de ese modo no podrá inspeccionar lo que consumas todos los días, ¿verdad?.

– Lo sé, estaba esperando que sus nervios la cegaran tanto para que no lo notará y mira que funcionó– Me giré hacia él –. ¿Vas a confesar ahora?

– No entiendo, ¿qué es lo qué quieres qué confiese?.

– Eso de hacerse el tonto no te queda. Estoy segura que también notaste lo asustada que se puso cuando le dije que dejara de llevarme los alimentos.

– ¿Y qué quieres qué te diga? ¿Qué yo la amenace para que inspeccione todo lo que se te da a comer?.

– Cuando lo dices de ese modo suena tan ridículo y descabellado pero no encuentro una respuesta más lógica para lo que acabo de ver.

– Está bien, me atrapaste. Fuí yo quien le ordenó hacerlo, aunque desconozco por completo la causa de su miedo, a diferencia de lo que creés jamás la amenace.

Hizo un ademán de desinterés con su mano mientras le daba otro mordisco a su manzana.

– Ahora – Continúo–, ¿porqué no te sientas y comes algo también?

Sin contestarle nada tome asiento delante de él y recogí del canasto una de manzana.

– ¿Sólo una manzana? Llevas desde la mañana sin comer nada, toma un pan o algo.

– ¿Porqué?.

Lo corte ignorando lo que había dicho, pero él no lo entendió y creyó que le preguntaba por lo que dijo del pan.

– Porque si no lo haces vas a caer desmayada en cualquier parte.

–Eso no, lo que quise preguntar es, ¿Porqué le ordenante eso? ¿Qué necesitas de mí para tener a alguien cuidándome?.

– Lo único que necesito de ti es que te mantengas con vida.

Terminó su manzana y arrojo el resto al vote que se encontraba a unos pasos nuestros.

– Seguro ya debes saber que alguien trato de asesinarte, estás más despierta a lo que te rodea luego de que despertarás.

– Sí, lo sé pero lo que no sé es ¿Qué tiene qué ver eso contigo? ¿Sabes algo más que yo no?.

– Mira, a pesar de lo que parezca yo no te odio.

– ¿A no?.

– No, solo no te soporto. Siempre detrás de María haciendo todo el trabajo por ella, metiéndote en mi camino y viviendo como una mascota queriendo hacer feliz a su amo.

–¿A qué quieres llegar con todo eso? Solo admite que no puedes verme morir y ya

– Tienes razón, no puedo verte morir pero es todo a causa de nana. No sabes lo que dolió verla destrozada aquel día.

Diablos que no podía imaginarlo. Había visto muchas películas y leído aún más libros en donde alguien pierde a un ser querido y sufre terriblemente por su perdida. Seguro en aquel día Haniel estubo muy dolida por lo que le pasó a su querida sobrina y por supuesto Aarón también sufriría al ver a su figura materna tan rota.

Ahora me sentía fatal. Yo no era su sobrina pero ella no estaba al tanto de esto y últimamente eran raros los momentos en los que nos topamos aunque estos terminaban muy rápido ya que siempre había alguien necesitando la ayuda de Haniel.

Era cierto que de los tres los que más se distanciaron de ella habían Sido Aarón y Molly pero ahora veía que él se mantenía aún más cercas que ella. Siempre al tanto y cuidando la a la distancia, aún si eso implicaba proteger a la chica que le desagradaba para mantener su felicidad.

– Espera un segundo.

Me levanté de mi asiento y camine hacia la puerta, luego de haberme asegurado de que no había nadie espiando, volví hacia el y me senté.

– Aquel día no fue la sirvienta que se suicido la que intento asesinarme, ¿verdad? Es por eso que insistes en que alguien esté revisando lo que como.

– Ahora veo que es cierto eso de que perdiste parte de tus recuerdos, de tenerlos todos contigo seguro que tú misma podrías haberlo deducido.

No Molly, ella no fue.

– ¿Entonces quién?.

– Tengo algunos sospechosos, dos más que los otros pero ninguno al que pueda confirmar hasta ahora.

– Quiero nombres.

– Eso no será posible, prefiero evitar cualquier incidente así que al menos de que tenga pruebas sólidas no voy a decirte nada.

– Eso es tan contradictorio a lo que haces. ¿No sería más fácil sí lo supiera? Así sabría con quién tener más cuidado.

– Lo sería pero quiero ponerte a prueba. Necesito saber que tan inteligente eres y si no te convertirás en un estorbo.

– Ya te lo dije, no pienso seguir siendo la mascota de nadie.

– Pero tal como lo dijiste momentos atrás, quiero ver acciones no escuchar palabras.

– Está bien – Sonreí –, voy a demostrarte que digo la verdad y también voy a descubrir al culpable.

– Eso espero –Dijo serio–. Ahora lo de la

posible revuelta que se está formando allá afuera quiero que sepas que si estoy preocupado no solo por Haniel, si no también por otras personas que trabajan aquí pero sí algo llega a ocurrir quiero que tú y ella se dirijan a las afueras de la ciudad por el lado esté, por ningún motivo salgan por el camino de la libertad.

– No lo haré, no soy tan tonta como piensas.

– Bien entonces algo menos para preocuparme. Tendrán que salir con cuidado hacia el pueblo vecino de Shelomon, ahí podrán descansar y seguir por el camino de la calma, ¿Todo bien hasta ahí?.

– Creó que no eres muy conciente de lo que significa perder la mitad de tus recuerdos.

– Sabía que sería más difícil, al menos sabes cuál salida tomar.

– ¿Ves? Ya es algo.

En realidad no tenía ni idea de cuál era, pero estaba seguro que no sería muy difícil de encontrar, además llevaría a Haniel conmigo, ella definitivamente debía conocerla.

– No pasa nada –Suspiro–. Al final de cuentas pensaba llevarte algún día para que pudieran llegar sin problemas, solo que tendremos que hacerlo muy discretamente.

– Eso suena bien, soy buena memorizando lugares.

– Al fin dices algo bueno.

– ¿Ves como eres tú el que empieza las peleas?.

– De acuerdo, no nos desviemos del tema. ¿Tienes algo qué decir?.

– Solo tengo una duda.

– ¿Cuál es?.

– ¿Porqué tú no nos acompañaras?.

– ¿No fuiste tú la que dijo hace unas horas qué merecía el castigó?

– Estaba molesta y hablé sin considerar todos los hechos. Yo no soy quien para juzgar lo que merece los demás.

Él me miró con sorpresa y estubo mirándome por algunos segundos hasta que se recompuso.

– No puedo irme sin sacar a los demás del conflicto antes.

– Imagino que no les has dicho nada porque te preocupa que alguien lo descubra.

– Eso y que no puedo alterarlos por algo de lo que aún no estoy seguro.

– No había pensado eso.

Ambos nos callamos metidos en nuestros pensamientos, cada uno en su propia cabeza pero con el mismo conflicto.

Luego el se levantó y se alejo de la mesa.

– Hemos terminado por hoy, en unos días pasaré por ti y te llevaré.

– Oye –Lo detuve –. Gracias preocuparte por mi tía.

– No tienes nada de que agradecer, lo hago porque también es importante para mí.

– Aún así te lo agradezco. El tiempo que puedo pasar con ella es muy reducido.

– ¿Y eso a que se deberá?.

– ¿Es otro de los misterios que quieres que resuelva por mi cuenta?.

– Correcto. Ahora sí, debo retirarme; aún tengo cosas por hacer.

– Claro, nos veremos después.

Cuando estubo a punto de cruzar por el marco de la puerta lo llame de nuevo. Había algo que no quería decirle y dolía en mi orgullo, pero viendo bien la situación sabía que él seria de gran ayuda en el futuro y no sería conveniente que algo le pasará.

– Tú también cuídate.

Él solo me miraba por en sima de su hombro sin ninguna expresión en su rostro, asintió y se fue dejándome solo.

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