En la hacienda las cosas iban de mal en peor y Carol podía sentirlo mientras estaba acostada con su madre sentada junto a su cama. Carol se tapó la cabeza con las sábanas y cerró sus ojos en un intento por alejar los malos pensamientos de su mente, pero su temor era creciente. Juntando sus manos ambas comenzaron a orar pidiendo por qué su padre estuviera bien, mientras Antonio se encontraba custodiando la parte de la casa junto a la escalera que va a las habitaciones junto a Iván mientras el resto fueron a asegurarse de que no hubiera nadie en el resto de la casa. Pero Jorge logró apuñalar con un cuchillo a uno de ellos desde atrás cuando se encontraba distraído. Antes de que pudiera gritar Jorge le tapó la boca con su mano.
-No es nada personal. -Le dijo Jorge con una sonrisa
Martin lo observó de reojo mientras comenzaba a perder el conocimiento por lo que lentamente Jorge iba dejándolo caer al suelo hasta quedar inconsciente. Jorge no sintió una pizca de remordimiento al ver a Martin en el suelo, ni pensó en si lograría sobrevivir en lugar de eso simplemente limpio el cuchillo en el pantalón de Martin para luego volver a enfundarse en su cintura.
-Voy a necesitar esto. -Dijo Jorge tomando el arma que sostenía Martin.
En su habitación Carol seguía despierta, Joaquina le decía que intentará dormir que para cuando despierte todo habría terminado y estarían bien pero por más que quisiera no podía dormirse, ella estaba esperando a que su padre fuera a verla y dijera que todo estaba bien.
Carol se destapó haciendo sus cobijas hacia un lado.
-¿Que haces? -Le pregunto Joaquina.
-No voy a dejar que lo lastimen. -Protesto Carol.
-No vas a salir de aquí. -Le ordeno Joaquina.
-No puedes impedirlo. -Le contesto Carol molesta mientras se ponía de pie.
-Dije...
-Es mi papá. -Exclamo Carol molesta.
Los ojos de Carol habían vuelto a brillar y cambiar de color de su celeste natural a un azul, algo que sorprendió a Joaquina a la vez que para su sorpresa comenzó a sentirse cansada solo con ver a Carol a los ojos, tan cansada que simplemente se quedó dormida.
-Lo siento mamá... -Se disculpo Carol luego de levantarse de la cama de un salto.
No sabía cómo hizo eso pero tampoco se pondría a pensar, no tenía tiempo para eso y su preocupación crecía más a cada segundo al ver que el tiempo pasaba. Ella hizo algo a lo que no estaba acostumbrada ni pensó que lo haría en algún momento; desobedecer a su madre.
No importaba si se molestarían con ella después, tampoco importaba si la castigaba, lo único que para ella era importante en ese momento era asegurarse de que su padre estuviera bien. Cualquier tipo de castigo valdría la pena si al conseguirlo salva la vida de sus padres.
Ella caminó muy lentamente intentando no hacer ruido, paso a paso se dirigió hacia la puerta sintiendo la suave caricia de la alfombra en la planta de sus pies.
El camino de su cama a la puerta nunca se le había hecho tan largo, el tiempo transcurría muy lentamente para ella en ese momento. Podía sentir a su corazón palpitando velozmente mientras ella se acercaba más y más hacia la cuando
halago hasta que puso su mano sobre el picaporte de la puerta.
El capitán se dirige a toda velocidad hacia la hacienda junto a Rogelio y los demás, la batalla continua con bajas en ambos grupos hasta que un grito de "Deténganse" hizo retroceder a los quilombolas. Zumbi los había hecho detenerse algo que ellos no entendían, pero obedecían sin dudar a su líder.
Zumbi no podía pasar por alto que ellos eran todos los que estaban en la hacienda, no había esclavos y si había esclavos ellos estaban enfrentándolos. Eso fue lo que más le llamó la atención y algo que no podía pasar por alto.
-No tienen que pelear con nosotros, venimos a salvarlos. -Replicó Zumbi.
-¿Destrozan todo y dicen que vienen a salvarnos? -Protesto a uno de los empleados de la hacienda apuntándole con su arma.
-Venimos a darles su libertad, nos dijeron que estaban siendo maltratados aquí. -Replicó Zumbi.
-¡Todos aquí somos libres! ¡Tenemos nuestra carta de libertad! -Objeto el empleado de hacienda.
-¿Qué hacen aquí entonces? -Pregunto Zumbi confundido.
-¡Nosotros trabajamos aquí! -Le respondió el empleado.
-No lo sabíamos, a nosotros nos dijeron que ustedes estaban siendo maltratados -Le contestó Zumbi confundido y apenado.
-¡Váyanse de aquí! Ahora! -Le dijo apuntándole con su arma.
Eso no tenía sentido ¿Todos eran libres en esa hacienda?
-Vuelvan al Quilombo todos. -Les ordenó Zumbi.
-Pero...
-Dije que vuelvan todos al Quilombo! -Repitió Zumbi firmemente.
Los quilomberos en silencio comenzaron a retirarse del lugar a excepción de Zumbi.
Carol salió de su habitación intentando no hacer ruido, pero el rechinido de la puerta no cooperó mucho con eso.
Antonio e Iván no llegaron a escuchar el sonido de la puerta, aun así Antonio sí pudo oír otra cosa que los hizo voltearse.
-Hola señorito Walker. -Dijo Jorge entrando donde él estaba con el arma en su mano.
Antonio al verlo inmediatamente levantó su mano para apuntar, algo que Iván que era algo que esperaba hacer hace bastante tiempo.
-¡Jorge!, ¿Te di tu libertad y así es como me pagas?
-Yo no soy Jorge. -Le dijo Jorge apuntando. -Te traigo un mensaje de mi ama.
-¿Ama? -Le pregunto Antonio.
-La señora Merga dice que te verá en el infierno. -Le dijo Jorge.
-El único que irá serás tù. -Exclamó Iván apuntando también.
En ese momento entra Zumbi acompañado de dos empleados de la hacienda los cuales le apuntan a Jorge al verlo apuntando a su jefe.
-¡Esperen, nadie disparé! -Suplico Zumbi levantando sus manos. Su mayor sorpresa además de pensar de donde Jorge había sacado un arma de fuego en sus manos era saber si alguien más había resultado herido. Lo único de lo que él estaba seguro era de que necesitaba que todo termine lo más pronto posible para evitar que se derrame más sangre.
-Jorge baja esa arma ahora.
-No voy a bajarla, tengo que matar a todos los Walker. -Protesto Jorge con una sonrisa.
-Tú y yo vamos a hablar muy seriamente cuando todo esto termine.-Le advirtió Zumbi a Jorge. -Baja esa arma ahora.
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