-Nunca había visto a mi niña tan feliz. -Exclamó doña Chica sonriendo mientras observa por la ventana a Carol buscando a sus amigos.
-Es gracias a que estamos todos junto a ella para compartir este momento tan importante. -Aseguró Antonio.
-Gracias por darme el día libre señor. -Respondió agradecida doña Chica.
-No se preocupe por eso, usted es como una madre para Carol, usted era la persona que con más razón tenía que estar presente en su cumpleaños -Replicó Antonio.
-Y no sabe lo feliz que me hace saber eso porque ella es como una hija para mi señor. -Le responde doña Chica.-Primero mi carta de libertad, luego me dio trabajo aquí y ahora me da el día libre para poder disfrutar del día especial de mi niña, señor, usted es realmente un ángel, señor.
Antonio sonríe bajando su mirada mientras está apenado.
-Mi hijo siempre fue así, cuando era un pequeño niño él y su hermano Samuel ya pedían que les diéramos cartas de libertad a los esclavos que teníamos en la casa. Claro que mis amistades de ese tiempo no entendían mucho eso, decían que solo era una fase. -Recuerda la madre de Antonio.
-Me alegra que lo entendieras, sabía que lo harías. -Le dice Antonio a su madre.-Están equivocadas, porque su deseo porque todos fueran libres creció a tal punto que llegó a comprar esclavos únicamente para darles su carta de libertad.
-Eso es algo que le agradezco a dios todos los días. -Le contesta doña Chica.
Eso sucedió hace 13 años (exactamente dos años antes del nacimiento de Carol), en ese momento era algo que recuerda muy bien, ella estaba junto a los demás esclavos esperando ser comprada. Ella únicamente deseaba que la persona que la comprara no fuera tan mala como su dueño anterior, pensaba que un dueño bueno podría ser mucho pedir así que se conformaba con uno que no fuera tan ruin.
Ella creyó que estaba preparada para el momento en que la compraron, pero la verdad es que nada podía prepararla para eso y nada de lo que ella se hubiera podido imaginar tenía que ver con la inmensa sorpresa que se llevaría ese día.
Además, ella pudo ver a un joven Antonio Walker de 24 años con su característico cabello largo así cubriendo completamente sus orejas, pero dejando ver sus patillas (Un estilo que mantuvo incluso ahora). Antonio estaba junto a su esposa Doña Joaquina, Chica intentaba ver de reojo, ya que donde había estado no se permitía que viera a sus "dueños" a la cara.
Chica pudo notar que Antonio veía a los esclavos con una expresión seria en su rostro. Normalmente, él se llevaba a los que se veía que habían sido más maltratados, pero por lo que pudo todos tenían la espalda marcada por latigazos.
-¿Ya los viste? -Le preguntó Doña Joaquina a Antonio.
-Sí, están muy maltratados. -Le respondió Antonio observando a los esclavos.
Aunque eso era algo que bajaba su valor, también dejaba ver un gran desgaste en el esclavo, algunos argumentaban que esos demostraba que esos esclavos eran fuertes y claro esta no era la excepción.
-Así es, usted mismo puede verlo resintieron todo, son muy fuertes. -Dijo el vendedor de esclavos intentando convencer a Antonio.
-Yo creo lo contrario. -Objeto Antonio observando las espaldas de ex esclavos.
Había 7 clavos en esa fila incluyendo a ella y en esta ocasión la compró a los 7.
Él se la llevó a su hacienda y al llegar comenzó a hacerle preguntas que la confundieron bastante a pesar de que eran las mismas preguntas a los esclavos uno por uno hasta llegar a Chica:
-¿Cómo se llama usted señora? -Preguntó Antonio observándola con una sonrisa.
-Chica. -Le respondió Chica algo asustada.
-¿Solo es eso o tiene apellido? -Preguntó Antonio con curiosidad.
-Chica Lopes. -Respondió sin levantar la mirada, no se atrevía a verlo a los ojos.
-¿Cómo se siente? -Le había preguntado Antonio.
-Bien, señor. -Respondió Chica asustada, sin levantar la vista para verlo.
-Bien. -Exclamó Antonio sonriendo antes de voltearse a ver al último esclavo de la fila, él era el novio (ahora esposo) de Chica.-¿Cómo se llama Usted?
-Me llamo Iván. -Le respondió.
-¿Solamente Iván o tiene apellido? -Preguntó Antonio con curiosidad. A todos los esclavos les pregunto lo mismo.
-No tengo apellido, señorito. -Respondió sin levantar la mirada, no se atrevía a verlo a los ojos.-Solo soy Iván.
-¿Cómo se siente? -Le había preguntado Antonio.
-Bien, señor. -Respondió Iván asintiendo con su cabeza.
-¿Está seguro? -Le preguntó Antonio sonriendo.-Las marcas que vi en su espalda durante la venta me dicen otra cosa
-No se preocupe, señorito. -Le respondió Iván a Antonio.-Esas heridas ya sanaron
Para Antonio no era algo gratificante hablar con esclavistas, pero esta era por una buena causa.
Una vez habían llegado a su hacienda el señor Antonio Walker reunió a sus nuevos esclavos frente a él, ya que quería darles la bienvenida y dar un anuncio muy importante.
-Hola a todos -Saludo Antonio sonriente.-Quiero darles la bienvenida a todos aquí.
Los esclavos se encontraban de pie frente a él intentando estar en una postura lo más derecha posible al oír las palabras de su "dueño".
-Quiero decirles que no van a ser esclavos ni un día más, yo voy a liberarlos hoy mismo. -Exclamó sonriendo.
Todos los esclavos se quedaron boquiabiertos incluyendo a Chica, aunque pensando que tal vez era una broma de mal gusto decidieron no prestarle mucha atención. Antonio se quedó en silencio unos instantes esperando una respuesta, pero ellos estaban muy desconfiados y no querían entusiasmarse por nada.
-¿Qué creen sobre eso? -Les preguntó Antonio.
Ellos lejos de responder bajaron su mirada a excepción de Iván que si contesto a lo que Antonio había preguntado:
-Pienso que el señorito no debe burlarse de nosotros. -Iván Protesto con algo de temor.
-No entiendo lo que quieres decir. -Exclamó Antonio.
-Iván. -Exclamó Chica volteando a verlo.
-No, déjelo hablar. -Suplico Antonio en tono serio.
Ambos guardaron silencio mientras Antonio y Joaquina esperaban que él respondiera.
-Dígame, ¿Qué es lo que quiso decir? -Le preguntó Antonio a Iván.
-No quise decir nada, disculpe señorito. -Suplico Iván bajando la mirada.
-No tenga miedo, para nosotros es importante lo que usted opine, Iván. -Objeto Joaquina.
-Es verdad, por favor digamos. -Suplico Antonio.
-Decía que la libertad fue algo que dimos por perdido hace mucho. -Replicó Iván con un gesto de resignación.
-Eso cambia hoy. -Aseguró Antonio. -Cuando los llamé vengan conmigo, por favor.
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