Capitulo XIII

Gerald.

—"Buenas tardes" — Creo que todos me conocen, desde hoy comenzaremos a recorrer juntos un camino laboral quizás nuevo para mí.

Es necesario que sepan que aquí se mantendrá todo igual. Yo no vengo a cambiar nada en absoluto, así que por supuesto todo debe mantenerse tal cual como está.

Aunque por otro lado, debemos estar consciente que nada es perfecto y por lo tanto deben haber problemáticas, me gustaría que se sientan en plena libertad de dar su opinión, incluso, sugerencias en lo que consideren pueden ser fallas que afecten el día a día laboral. Por favor no se sientan intimidados o piensen que por opinar respecto a circunstancias se pudiesen tomar represalias. ¡No, eso jamás! —Si alguno quiere opinar, tiene la palabra

Un señor levanta la mano.

—Adelante amigo;

—¿Cuál es su nombre?

—Mi nombre es Remigio Narváez.

—¿Desde cuando trabaja en esta empresa?

—Trabajo desde hace dieciocho años en esta empresa en el departamento de arquitectura. Por supuesto señor Hans que lo conozco desde hace algunos años atrás, aunque claro en la última década casi no lo había visto. Así que bienvenido.

—Hay una situación que me viene preocupando desde hace tiempo, y es la problemática que se presenta en la mañana a la hora de entrada por el fuerte flujo del personal, pareciera que los ascensores no se dan abasto ante la gran demanda a esa hora. Perdemos más tiempo allí que trasladándonos desde nuestros hogares hasta acá, aparte que aunque venimos con buena disposición terminamos estresados, entonces nos afecta nuestro día laboral.

—Quisiera saber si habrá alguna solución que se pueda implementar señor Hans.

—Muchas gracias Remigio — Disculpe,

—¿Qué edad tiene usted?

—Cuarenta y dos.

—Primero que nada, y antes de adentrarnos en el importante planteamiento que nos hizo Remigio, quiero abrir un paréntesis para comunicarles lo siguiente:

—En ésta empresa nadie es más que otro asi se vista de traje y corbata, eso no significa nada en absoluto, y aunque a partir de hoy, yo tenga el puesto de mi padre, no se dejen intimidar por eso que no me hace mejor que nadie, mejor que ninguno de ustedes, cada quién dentro de lo que desempeña es importante, por ejemplo, el equipo que se encarga de limpiar los cristales de la fachada de éste edificio, ustedes deben haber visto que es un trabajo arriesgado e importante, yo no me atrevería a colgarme por medio de unos arnés a una altura de tantos metros, y menos con implementos de limpieza en la mano para proceder a trabajar. Son unos valientes, y asi como ellos todos los son, el personal de mantenimiento que precisamente mantienen impecable las oficinas, el servicio de cafetería, los mensajeros, servicios generales, administrativos, técnicos, ingenieros, seguridad, miren, todos, absolutamente todos son importantes que imagino se encuentran en este auditorio, todos conforman un engranaje poderoso para el buen funcionamiento de la empresa, mis respetos para ustedes.

Es así, que el único señor está en los cielos, bueno, para los que según su religión lo consideren así. Entonces, en lo que a mí respecta les invito a que me traten como uno más de ustedes y me llamen por mi nombre, simplemente Gerald, nada de señor, y no consideren que pueda representar una falta de respeto, por supuesto que no, ya que el hecho "de" no implica "qué". Fijense en este caso, Remigio perfectamente me puede tutear ya que soy menor que él, y así no lo fuese un cargo no puede hacer distinta a una persona. Todos somos iguales, y por lo tanto les reitero me traten como uno más de ustedes.

—¿Estamos claros con eso?

—Además yo soy un muchacho.

—¿O es que me veo muy viejo?

Todos rieron.

—Ahora bien, referente al planteamiento de Remigio, por cierto gracias por tus palabras, pues la verdad yo lo presencié ésta mañana, incluso, después averigüé si todos los ascensores funcionaban y la respuesta ha sido afirmativa, de hecho, son seis de cada ala, sin embargo son insuficientes para el gran flujo de personal que entra a esa hora.

—¿Ustedes creen que puede haber una solución?

—¿Cuál pudiera ser?

Veo que todos se mueven en sus sillas y hablaban entre ellos

—Señores queremos escuchar sus opiniones, sus sugerencias, hablemos, busquemos entre todos una solución. Somos un gran equipo de trabajo.

Se levanta un hombre muy bien trajeado.

—Hola Gerald, mi nombre es Marlon Rubinstein, trabajo desde hace diez años en el departamento de personal. Lamentablemente esa inquietud la tenemos todos aquí, sin embargo, conversando con un grupo de empleados hemos considerado que, si se dividen los horarios de entrada en grupos con díez minutos de diferencia. Por ejemplo:

Grupo A — 8:00

Grupo B — 8:10

Grupo C — 8:20

Grupo D — 8:30

Se pudiera obtener buenos resultados, quizás se negocie con los empleados a ver de qué manera pudieran cumplir con el horario establecido qué es de 8 a 4 de la tarde,

—¿Qué opinas?

—Muchísimas gracias. La verdad es que pareciera una solución bastante viable. Ahora bien señores, oigan bien, no seré yo el que tome esa decisión. Lo más acertado es que se reúnan los departamentos competentes, estudien los pros y los contras, y procedan a ejecutarla. Recuerden lo que les dije, yo no vine a cambiar nada, a menos que sea sumamente necesario. Demás está decirles, que cómo cualquier empleado acataré le decisión que implementen.

Se levanta una chica.

—Hola Gerald y bienvenido. Bueno yo pienso que lo de dividir en grupos pudiera ser viable. Sin embargo, considero que se debería vía e-mail realizar una encuesta, y que cada quien opine si está de acuerdo o no, y luego del resultado sea cual fuere, proceder a organizar los grupos. Pero es importante tomar en consideración la opinión de todos los que laboramos aquí

—¿Qué tú crees?

—¡Hola!

—¿Cómo te llamas?

—Ah disculpa, soy Denisse y trabajo en finanzas.

—Gracias Denisse, si claro, también se puede estudiar esa posibilidad, aún así vuelvo a repetirles, no soy yo el que tendrá la última palabra en esto, son ustedes. Así que lo más idóneo es que deben debatir las opciones que manejen. Es más, pueden crear mesas técnicas para el debate.

Bueno, así estuvimos hablando de todo un poco, nos relajamos bastante, de hecho me invitaron a que los visitara en sus respectivos departamentos. Incluso, hubo un empleado que me dijo:

—Gerald, cómo joven que eres igual como la mayoría de nosotros, nos gustaría que participaras en las actividades deportivas que organizamos, tales como fútbol, béisbol, y básquet. Bueno, los viejitos juegan softball «jajaja».

—¿Te parece?

—Por mi no hay problema, si quieren organizamos entre todos lo que quieran, yo participo, no se preocupen, amo el deporte, inclúyanme en todo muchachos, yo los apoyaré. No obstante les digo algo, en fútbol soy malo, en béisbol regular, pero en básquet, ahí si es verdad, me los llevo a todos por los cachos. «jajaja»

Terminó la reunión y salí con un aire distinto. Espero haberles causado una buena impresión.

Regreso a mi oficina y le digo a Peggy

—¿Sabes? — No quiero esta oficina

—¿¡Por qué!?

—No me gusta, me siento como apartado, como si estuviera en el reino de Dios. Yo quiero estar lo más cerca, lo más accesible a los trabajadores, a los empleados. Tampoco quiero ese letrero de presidente en la puerta, no me gusta esa estigmatización.

—¿Qué sugieres Gerald?

—¿Será qué puedo cambiar de oficina? — no me importa si es pequeña, no necesito todo un piso, de verdad que no entiendo, si para firmar cualquier documento solo necesito dónde apoyarme y un bolígrafo —Así que me gustaría que estuviese cerca de los departamentos que son más visitados por los empleados.

—¿No te parece?

—Ah bueno, siendo así entonces será en segundo piso, ahí están los administrativos qué son los más frecuentados por los empleados.

—Okey, me encantaría.

—Está bien Gerald, tranquilo, mañana me pondré en eso.

Y así termina mi primer día en la empresa.

Una vez en casa, converso con mi padre y lo pongo al tanto de mi primer día, sobre todo de la reunión, y me dice:

—Gerald, tu eres el que debe tomar las decisiones, yo no tengo nada que ver con la constructora. Así qué haz lo que consideres necesario. Ahora bien, para tu beneplácito te diré, que me ha gustado lo que me has contado. ¡Qué bueno... Sigue tus instintos!

Terminó nuestra conversación y en eso entra una videollamada a mi móvil. Es Dubraska, a pesar de las horas de diferencia me ha llamado para saber cómo me había ido. Bueno le conté mi primer día, reímos un rato, también me cuenta su primer día en la productora, todo bien

—Amor, me estás haciendo mucha falta, y eso que solo llevamos dos días separados. —Me dice con tristeza.

solo la miro, sonrío, y me pregunta.

—¿Y tú cómo lo estás pasando sin mí?

La verdad no supe ni que responderle.

¿Qué le iba a decir? — que ni siquiera he pensado en ella ni un solo segundo.

¿Cómo decirle que mis pensamientos los ocupa desde hace dos días otra mujer que me tiene loco? así que solo le digo,

—Nos acostumbraremos.

Se despide.

—Bueno mi vida, hablaremos mañana, trataré de cuadrar el horario.

okey mi amor.

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Comments

yenifer marquez la escritora ✨

yenifer marquez la escritora ✨

Vamos a cuánto le dura el amor Dubraska y gerad

2024-05-13

0

C Matacruz

C Matacruz

desgraciado infiel y tal vez la dubraska a lo mejor también le sea infiel 😞😡😔😱😆🤔😉☺️😛😃😏😁😯🤪😄😮🙃🙂😜😀😲😝😊

2024-04-23

3

Maria Perez

Maria Perez

ya me preguntaba como hacian con el horario, si ella esta el alemania y el en brasil, por lo menos son 6 o 7 horas de diferencia.

2024-03-28

1

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