Capítulo XII

ADA.

Anoche casi no pude dormir pensando si por casualidad de la vida me encuentre con él en la empresa y me reconozca.

¡Ay Dios sálvame de éste lío!... Te prometo que no veo más videos porn*s, pero por favor sácame de todo ésto con bien señor padre celestial del cielo.

Bueno amaneció, me levanté temprano, quise llegar antes que todos a mi puesto de trabajo. Al primero que encontré fue a Román, uno de los vigilantes.

—Buenos días — dije.

—Buenos días. Disculpe ¿A dónde se dirige?

Lo observé fijamente y le digo:

—¿No sabes quién soy?

—No. Disculpe señorita, pero no la conozco.

Entonces le digo:

—Pero, yo a ti sí, y sé muchos secretos tuyos, que si tu esposa lo sabe te pondrá de patitas en la calle.

—Perdón señorita, deje los juegos e identifiquese en la recepción sino se le negará el ingreso al edificio.

—¡Ay pero que carácter Román!. No conocía esa faceta tuya. Quién te ha visto, y quién te ve. Sobre todo hace un mes en el Royal Ríos Club con aquella morenaza entre tus brazos.

Se queda mirando con los ojos abiertos como platos y me dice angustiado:

—¿Quién eres, quién eres, dime qué quieres de mí?

No pude evitar reír y reír, y entonces le digo:

—Bobo, ¡soy yo, Elizabeth!

—¿Quuuéééé? — ¿Pero qué hiciste mujer? — estás irreconocible. Tremendo susto me has dado.

¿Tú eres loca?

¿Y por qué ese cambio?

¿Acaso mataste a alguien y te estás escondiendo?

¿A quién quieres impresionar?

¿No quieres que te reconozcan?

—Coño cálmate, pareces una metralleta. No chaval, no he matado a nadie ni me estoy escondiendo, solo quise cambiar un poco, tú sabes me cansé de lo mismo.

—¡Carajos! — ¿Un poco? — Estás cambiadísima. No pareces tú, pero estás muy hermosa.

—Gracias, pero te asusté y no me digas que no «jejeje» Chao pues, nos vemos.

Bueno, me dije. La primera prueba ¡superada!

Entré a mi oficina, y en la medida que van llegando mis compañeros pasan directamente a verme, a todos les encantó mi nuevo look, pero extrañados preguntaba porqué lo hice.

—Bueno, me cansé, fui al atelier de mi amigo peluquero, me dijo que me iba a cambiar el look por completo y acepté. Después que me vi me encantó el resultado, y luego me provocó usar lentillas color verde, y listo aquí estoy.

Está bien, de todas maneras sigues siendo muy bella dijo mi compañero Saúl. Todos aplaudieron sus palabras.

Me dice Ginette:

—Di la la verdad, lo hiciste por el presidente

¿No es así?

—¿Quuuéééé? — Estás loca — ¿Cómo se te ocurre?

—Bueno, lo digo porque como qué quieres quitarle protagonismo al presi.

—Ah ok — respiré aliviada. No chica, para nada, y todos reímos.

Así fue transcurriendo la mañana yo estaba bastante tranquila, hasta que un correo llegó convocando para una reunión a las 2 de la tarde en el auditorio con nuestro flamante presidente, de una vez me puse muy nerviosa. Lo veré, lo veré, lo veré otra vez. ¡Ay no!

¿A que santo se le pide para que no vean a uno?.

Empecé a decir algo, unas palabras todas locas:

—"Si tiene ojos que no me vea, si tiene ojos que no me vea, si tiene ojos que no me vea". No sé si funcionará, pero bueno ni modo, lo haré con mucha fe.

Pensaba, ¿Donde me sentaré para que no me pueda divisar desde donde él va a estar?... La verdad no aguantaba el nerviosismo.

A la hora del almuerzo en el comedor casi no pude comer, pero me reía mucho con los comentarios de la chicas tan "halagadores" para nuestro presidente.

Más de una dijo:

—Chicas, qué rico debe ser estar entre los brazos y piernas musculosas de este hombre y pasar aunque sea una sola noche con él, es que yo le vendo mi alma al maligno con tal de eso, una sola noche, una nada más. «jajaja»

Otra dijo:

—Miren, por un hombre así lo dejaría todo, novio auto, empleo...¡Absolutamente todo!

—Pues sí lo llego a ver solo por un pasillo me lo violo, dijo otra.

—Yo lo secuestro y lo obligo a que me coja día y noche.

—Yo, si el pobre está estresado, le doy una mamada que nunca olvidará.

—Ese hombre debe tenerlo grandote como el. ¡ay que rico! me da escalofríos

—Chicas, hagan fila, nuestro hermoso presidente no puede esperar. Así que yo soy la primera.

—Miren nenas, a mi ninguna me gana, yo le hago un oral en asteriscos y en arroba «jajaja».

Todas reímos por un buen rato Y pensé, si supieran lo que yo viví con ese hombre hace apenas unas noches atrás se morirían de la envidia.

Pero en eso llega la señorita Esmeralda y dice:

—Chicas, dejen de estar soñando, aterricen por favor. Ese hombre es ajeno, tiene novia y se va a casar. ¿Es que acaso no vieron como se le nota que ama a su novia?

Es verdad, dijeron algunas.

Yo sentí una punzada como de dolor y tristeza. Pero ahí mismo me llamé a capítulo y me digo:

—¡Hey loca! — ¿Que te pasa? — tuviste tú momento con él. Baja de esa nube y más nada. Así que pilas locota.

A las 2 de la tarde ya estábamos en la reunión. Nuestro presidente comenzó a hablar, yo solo lo veía idiotizada y babeando, no escuchaba lo que decía, solo pensaba lo sucedido hace solo un par de noches. Pensaba que aún debe llevar mi olor en su piel y en sus labios. Se veía tan bello, tan hermoso. Lo recordé sobre mí, lo recordé cuando me hacía el mejor oral de todos los tiempos, lo recordé todo pintado con mi labial, lo recordé curando mi rosa herida, lo recordé durmiendo como un angelito. Mi angelito.

Desde dónde estoy sentada casi que en las nubes, puedo apreciar lo elegante y sobrio que se ve con ese traje, parece modelo de Dolce&Gabbana, y además, podía ver sus hermosos ojos grises que solo recordar el momento en que los miré fijamente, se me estremece el alma.

Ay no!... ¿Cómo trabajaré así? Aunque su oficina está en el último piso, sé que estará ahí, tan cerca. Yo que creí que no volvería a verlo nunca más en mi vida.

Salí de mi ensoñación cuándo sentí los codazos de Nairobi.

—Oye lo que dice, que no lo llamen señor, sino Gerald.

¡Ay papito rico! me la estás poniendo facilita mi Gerald. Exclama embobada

Solo sonreí con el comentario de ésta ninfómana. Y entonces me dispuse a tratar de escucharlo muy atentamente. Escuchar esa voz que me cantaba al oído, esa voz que pronunció las palabras más hermosas mientras me hacía el amor. ¡Ay no! siento escalofríos recorrer todo mi cuerpo.

Lo peor del caso es que éste Adonis tan hermoso no se acordará de lo vivido conmigo, estará tan acostumbrado a acostarse con diferentes chicas hermosísimas, que seguramente yo tan solo fui una más en su lista de conquistas.

Terminó la reunión. Me dirigí rápidamente a mi oficina. Al revisar mi móvil, miles de mensajes de mis locos amigos que querían saber cómo me fue en la reunión de la cual ya les había comentado ya que toda la mañana estuvimos conectados hablando sobre la reacción de mis compañeros, y sobre todo querían saber si lo había visto.

Sí amigos lo vi. Bello, hermoso, elegante, y como las estrellas... ¡Inalcanzable para mí!

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