Capítulo IV

Volvimos a la pista, Y es que este hombre es perfecto, es como baila. Pues bueno, tenemos eso en común ya que a mí me fascina.

Mucho rato después mis amigos se acercan:

—¡Ada Ada, nosotros nos vamos!

Cuando voy a responder que me esperen mientras termina esta canción. El hombre a mi lado se detiene y dice:

—Tranquilo amigos. Ella se queda conmigo un rato más, no se preocupen estará bien, luego la acerco a su casa.

—¿Quuuééé? — lo miré interrogante.

—No, no, me voy con mis amigos ahora mismo.

—¿Que te pasa? — No vine sola.

—Ah, no pasa nada, disfruta un rato más, dicen los comploceros de mis amigos. —y concluyen:

—Nosotros vamos a nuestro club, el que es acorde para los dos.— dice Efrén guiñándome un ojo.

—No lo puedo creer — ¡Traidores! — les digo.

Se despiden y me dan un beso en la mejilla. Efrén susurra a mi oído:

—¡Cógetelo hasta que lo dejes sin leche! «jajaja» — eso sí, luego nos cuentas.

Solo de escuchar decir eso, me causa una sensación medio extraña y me pregunto:

¿Será qué hoy es el día? — ¡Ay, no sé qué pensar!

Bueno, nada. ¡Enhorabuena a lo que venga. Olé y Olé!

Entonces mrándome dice:

—Nos hemos quedado tú y yo nada más.

—¿Quieres que vayamos a otro sitio?

Antes de responder me acordé de lo que siempre mis amigos me dicen:

"Cuando un tipazo te invite a otro sitio, acepta sin peros, no te comportes como una mojigata"

—Bueno, está bien —respondo tratando de parecer muy natural, pero por dentro estaba que no aguantaba los nervios

Salimos del lugar y en eso le traen su auto, cortésmente abrió la puerta para que entrara, y hasta me ayudó con el cinturón de seguridad.

Luego hizo lo mismo y emprendimos el camino, no sé adónde, quizás a un motel.

Pero, me quedé asombrada cuando llegamos a un elegante edificio ubicado en la zona más aristocrática de la ciudad. Entró directo al estacionamiento, luego me ayudó a bajar del auto, me abrazó y caminamos al ascensor, una vez dentro y en marcha comenzó a besar y besar mis labios, y luego bajó al cuello. ¡Ay, no!...Si acaso tenía dudas pues ya no creo que las tenga. Esta es mi noche, bueno, mi madrugada, o sea, hoy es mi debut. Estoy asustada. ¿ y si no sé hacer las cosas? — porque una cosa es lo que he visto en los videos, pero una muy diferente es la realidad, ¡ay que nervios! ¿A qué santo se le reza para que ayude a una mujer en estos momentos? ¿Será a Don Juan tirón? — ¡Bueno, ayudame a hacerlo bien! «jejejeje».

Abrió la puerta de un bellísimo y confortable departamento, y por donde se mire es lujo. Me da hasta temor pisar la hermosa alfombra color crema.

De una vez y apenas me había sentado me invita a un trago, lo tomo casi de un tirón, por supuesto advierte mi nerviosismo, vuelve a besarme, pero sigo rígida, entonces se levanta y se dirige adentro.

Al rato sale, y me dice:

—Ven, vamos a relajarnos, tomaremos una ducha caliente.

Lo miro desconcertada.

No obstante me besa, y entre besos y besos dice:

—Tranquila, no te preocupes somos adultos.

¿Que puede pasar si nos bañamos juntos?

Y pienso sarcásticamente, no por supuesto nada puede pasar, lo único es que hagamos el amor, solo eso, algo que él hará todos los días, porque yo, nunca hasta ahora, «jajaja»

Toma mi mano y casi me arrastra al baño, que por cierto es tres veces más grande que mi habitación. Lo mismo que el hermoso yacuzzi.

Va besando y quitando mi ropa diciendo:

—Voy a ver que hay aquí dentro que me ha tenido loco, que ha nublado mis sentidos desde que te vi llegar esta noche.

Siguió besando y quitando toda mi ropa, hasta que quedé en ropa interior, pero no paraba de besarme, quitó mi brasier, y cuando vio mis p*chos los tomó entre sus manos como quien agarra unas frutas, y los comenzó a besar, de repente se interrumpe, levanta el rostro hacia mí, y con esa grisácea mirada pregunta:

—¿Son naturales?

Lo observo y asiento con mi cabeza. Entonces, lo veo como un niño con juguete nuevo, y con voz enronquecida comenta:

—Esto es magnífico, es que ahora no se ve con frecuencia así de hermosos y naturales. ¡Me encanta!.

Sentía mi cara arder de la vergüenza, nadie, hasta ahora los había visto. Sigo temblando entre sus brazos, pero ahora es peor, ya que se agacha y me quita la tanguita, la acerca a su rostro diciendo:

—Ahora es mía. Me la quedo de recuerdo.

No digo nada, no puedo mi rostro me arde. Me imagino que estoy roja como un tomate. En un santiamén se desnudó, pude advertir su masculinidad en todo su esplendor, es primera vez que veo uno personalmente. Me besa, me levanta en sus brazos y entramos juntos al yacuzzi. Para mí de cierta manera es un alivio, ya que el agua calientita me relaja. Y además así me aseo, ya que por más que sea, he transpirado por tanto bailar, y en varias ocasiones he ido al sanitario a hacer pis, así que me sentiré mejor.

Estuvimos dentro de ese mágico y relajante baño de espuma y de masajes por unos veinte minutos más o menos, mientras me besaba muy apasionadamente. Luego me envolvió en una gran toalla blanca, secó todo mi cuerpo incluyendo el cabello, también secó su cuerpo y me llevó a una gran cama de sábanas blancas.

De pie, frente a mí completamente desnudo y con tamaña erecci*n, y a modo de chiste dice:

—Te presento a mi gran amigo — Bueno, a decir verdad no es tan amigo, ya que a veces me traiciona. Así como hoy apenas te vio y de inmediato se levantó sin siquiera consultarme nada «jajaja»

Lo miré y medio sonreí apenada.

Entonces se acerca, me besa, y suavemente pregunta:

—¿Y no me presentas a tu amiga?

Observé fijamente sus bellos ojos y apartando suavemente la toalla que me cubre el cuerpo lo dejé ver mi rosa virgen.

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