CAPÍTULO 17

El príncipe levantó a la duquesa con sus brazos y comenzó a caminar dentro de la cabaña. No fue hasta que entraron a la habitación de Abraham que volvieron a besarse. La bajó por un momento para quitarle su abrigo, luego ella comenzó a retirarle el suyo, un acto que la tomó por sorpresa. Aquella timidez le pareció encantador al príncipe, tomó las manos de Diannel, le retiró el otro guante y las guió a su pecho.

—Tócame, Diannel… hacer el amor es un acto de dos personas, no de una.

Bajo la atenta mirada femenina, se quitó la camisa revelando su torso. Diannel se perdió en aquel cuerpo, primero acaricio sus brazos fuertes y pasó a su pecho para bajar a su abdomen. Acaricio las tres cicatrices notorias y supuso que fueron hechas por monstruos o espadas. Entonces, sintió las manos del príncipe detrás de su camisón, desatando el nudo lentamente.

—¿Tienes miedo? —le pregunto preocupado—. ¿Qué te asusta?

—Que no lo disfrute… —confesó asustada. ¿Y cómo no? Su mente aún recordaba el pasado y a los hombres que la tomaron a la fuerza una y otra vez. Pero su cuerpo no reaccionó ante ese temor—. Pero no quiero alejarte… ¿Por qué tu…? —siguió acariciando su cuerpo— ¿Por qué eres tan gentil conmigo, Abraham? ¿Por qué no solo me tomas y ya?

“¿Qué te hizo el imbécil de tu marido para creer algo así?” Abraham formó un puño con su mano ante la rabia por las palabras de Diannel “No… no debo asustarla”.

—Porque quiero que tú lo disfrutes —acarició sus mejillas para calmarla—. No olvides esto, Diannel: mereces ser amada, deseada y adorada… —la levanto por la cintura con cuidado para llevarla a su cama. Una vez ahí, la recostó con cuidado—. Cualquier hombre que te lastime, es un monstruo que debe morir gritando ¿lo comprendes?

—¿De verdad? ¿Realmente puedes hacerme sentir así? ¿Amada? ¿Deseada? ¿Adorada? —más que temor, sentía una enorme desesperación de saber si él podía cumplir todo eso.

—Sí, así que, olvídate de todo. En este momento, solo somos tú y yo.

¿Olvidar todo? Era algo imposible para Diannel, ¿Cómo podría hacerlo? Desde que regresó al pasado, su vida era recordar cada sufrimiento para cobrar venganza. Pero, no negaba el dolor que le causaba tener que seguir recordando. Tener a María le ayudaba a borrar temporalmente la imagen del niño que mató, Alder le ayudaba a dormir más rápido pero no a conciliar el sueño por completo.

Solo cuando Abraham la beso en su cuello en el palacio imperial se olvidó de todo por un instante. Cuando Joharel la beso, no pudo olvidar nada, pues el propósito de aquel contacto era provocar a Carmina. Pero no se comparó con el que compartió con Abraham después.

¿Acaso fue verlo sonreír sinceramente por primera vez? Era cierto que la sonrisa del 2° príncipe era una expresión difícil de ver. Y al reírse, lo hacía para burlarse de alguien, pero ¿una sincera? Ese gesto quedó grabado en la mente de Diannel junto al beso más que cualquier otro contacto que haya compartido con cualquier otro hombre. Su conciencia siempre le gritaba que nunca olvidara el dolor ni el odio. Pero recordarlo se volvía cada vez más pesado para ella. Si quería seguir viviendo con esas emociones hasta el final de su venganza, debía descansar de ellas de vez en cuando, aunque sea por una noche.

“Solo por esta noche, no quiero pensar en nada más”. Así que comenzó a olvidar y primero grabó en su cabeza que ahora solo eran ella y Abraham.

—No te esfuerces —le dijo él—, eso arruina el momento. Solo relájate, siente, mírame y sabrás que hacer luego.

El 2° príncipe comenzó besando su cuello con la misma pasión que aquel día y dejando más de una marca. Sus manos tomaron las de ella para colocarlas sobre su cabeza y acariciar cada palma para tranquilizarla. Ante esas sensaciones, Diannel cerró los ojos y suspiró más de una vez, sin darse cuenta, por esos dedos ásperos en sus palmas y la lengua y labios en su cuello. Sus pies se movían inconscientemente, el calor comenzó a apoderarse de ella.

Abraham siguió besándola, luego pasó a sus labios, movió su lengua para entrar en la boca de Diannel, quien aceptó gustosa. Cuando sus manos fueron liberadas, ella no pudo evitar querer tocar más. Acarició la espalda del príncipe al ritmo de los besos. Mientras que él llevó sus manos al camisón molesto, desabotonó los botones de al frente con mucha torpeza.

—Me vuelves loco… —dijo al separar sus labios de ella—… realmente loco.

El príncipe se bajó de la cama, Diannel se apoyó en sus codos para ver lo que hacía. Abraham retiró las medias de sus piernas y comenzó a besar uno de sus pies. No creyó nunca que tendría al futuro tirano arrodillado ante ella, menos que le besara los pies. La situación le pareció tan curiosa y divertida que se rió un poco. Un gesto que emocionó a Abraham, así que subió sus besos de su pie hasta su rodilla mientras subía el camisón con su otra mano.

—La forma en que me miras… —dijo Diannel.

—Es porque te deseo, Diannel.

—Quiero que me sigas mirando así —le fascino ser vista de esa forma e intento algo atrevido que no creyó hacer nunca. Se sentó para quitarse el camisón comenzando primero con las mangas. Luego bajo el resto del camisón hasta su cintura.

— Quiero devorarte por completo —Abraham seguía con la boca en su rodilla, pero se quedó quieto admirando esa desnudez.

A pesar de que deseaba lanzarse hacia ella, se controló. Siguió besando su rodilla, pero mirándola a los ojos. Sus besos subieron por su muslo dejando marcas en el camino. Diannel agacho la cabeza, gimió suavemente por cada beso, caricia y sonrió cuando su entrepierna comenzó a sentir el aire de la habitación junto a un ardiente calor.

—Está ya estorba realmente —Abraham se levantó un poco para tomar el camisón y deslizarlo por las piernas de Diannel. Luego retiró su ropa interior con cuidado, sintió rabia por los molestos listones— Deberían quemar estas cosas, en serio…

Ambos se rieron juntos hasta que por fin Diannel quedó desnuda ante él. Lejos de sentir vergüenza, ella solo pensaba en que él también se desnudara. Y como si leyera su mente, el príncipe comenzó a retirar su cinturón junto a sus zapatos. Ahí fue cuando la vergüenza llegó a sus mejillas, apoyó su cuerpo en la cama y solo escucho al príncipe desnudarse por completo.

—Si yo te miro, también mírame, Diannel. No apartes la vista, no ahora.

Tomó valentía y se levantó de la cama. Admiro al príncipe completamente desnudo, había más cicatrices más pequeñas como rasguños en sus piernas, pero no eran muchas. Era la primera vez que veía a un hombre desnudo por completo. La noche de su boda, no vio a Oliver bien, no había luz y tenía bastante miedo como para abrir los ojos. Pero ahora era distinto.

—Diannel… —Abraham suspiro perdido en el cuerpo de su amante—, voy a besar cada parte de ti. Haré que olvides todo, no podrás pensar en nada más que en mí y en el placer que te daré.

—Muchas promesas… —llevó su cabello hacia atrás—, pero ¿las cumplirás?

Abraham la tomó de la cintura, la besó desesperadamente. Diannel aprendió el ritmo feroz de sus besos y comenzó a mover su lengua junto a la de él. Cayó en la cama con su amante sobre ella, pero no pararon de besarse. Y las caricias se hicieron presentes. Él decidió recorrer su cuerpo y comenzó por sus pechos. Ella gimió más fuerte clavando sus uñas en la espalda de Abraham.

—Se siente… se siente… tan… ¡ahg! —la mordió—, bien…

—Se sentirá mejor…

Los besos bajaron a su estómago donde sintió leves cosquillas. Las manos del príncipe separaron sus piernas con cuidado para bajar su boca aún más mientras subía sus manos.

—Espera… ¿Qué haces…? ¡Ahg! —la repentina sensación la dejó sin habla, la alteró a tal punto de mover sus piernas, levantar sus caderas y apretar las sabanas— ¡Maldición!

“¿Deseada? ¿Esto es ser deseada?”

Diannel no podía con tantas sensaciones y perdió la noción del tiempo por tal acto. No supo cuánto tiempo siguió besándola ahí y menos en qué momento llevó sus manos a su cabeza para que continuara. Su mente apenas podía nadar en el placer. Siguió así incluso cuando paró, respiraba agitadamente recordando el calor abrasador.

—Eres hermosa… —fue lo que dijo Abraham antes de hundirse en ella por completo.

Ambos gimieron juntos, se miraron a los ojos, entrelazaron sus manos como si no quisieran separarse en ningún momento. Los movimientos del príncipe fueron lentos al principio, siempre cuidando de que ella lo disfrutara tanto como él. Luego, aumento la velocidad poco a poco al ver como ella deseaba más. Volvió a besar su cuello y bajó un poco más sin soltar sus manos.

—Diannel… —gimió su nombre, beso sus labios, todo sin parar de moverse—. Di mi nombre, quiero que lo digas… por favor —la mirada de Abraham mostraba la desesperación y el deseo por escuchar su nombre de esos labios apetitosos.

—Abraham… —ella cedió ante su pedido—, Abraham… ¡uh! —y no imagino lo que provocaría—, alto… es… ¡agh! —el príncipe soltó sus manos para sostenerse de la repisa de la cama, Diannel llevó las suyas a su espalda y no pudo evitar clavar sus uñas— ¡Es demasiado…!

—No es suficiente… —dijo—, no lo es… ahg… Diannel, quiero más de ti.

—¡Ahg! —gimió y gritó a la vez, pues el príncipe la levantó de la cintura rápidamente. Se sentó para que ella estuviera encima. Diannel llevó sus manos a sus hombros para sostenerse. Él la movía de arriba hacia abajo. Las fuertes sensaciones aumentaron todavía más— ¡Me volveré loca!

—¡Si…! —dijo el contento mordiendo su hombro— vuélvete loca… ¡Ah!… como yo…

La pasión entre ambos continúo. La habitación se llenó de sus gemidos, besos, sonidos lascivos que los excitaban todavía más. El calor los abrazo a ambos y se aferraron fuertemente al otro, mirándose con deseo, besándose entre gemidos y mordiéndose de vez en cuando.

—¡No me sueltes! —Diannel suplicó desesperada, abrazándolo por su cuello—, por favor no me dejes… Bram —se ahogó tanto en el placer que ya no sabía lo que decía, pero Abraham sí.

—Nunca… —le dijo—, te lo prometo —la abrazo el resto de la noche—, te tendré en mis brazos para siempre, Diannel.

“Mi cabeza está vacía, la voz de mi conciencia no está. Me siento tranquila, segura y feliz. Solo me importa el calor que siento ahora, eso es lo único que sé”.

De por sí, ya era tarde cuando terminaron su reunión, así que fue más tarde cuando unieron sus cuerpos. Se quedaron dormidos justo cuando salían los primeros rayos del amanecer. Se abrazaron como si temieran ser separados y no hubo ninguna pesadilla que los levantara. Por primera vez, dos personas atormentadas lograron dormir tranquilamente.

Al mismo tiempo, en la cueva del lobo, Lola iba camino al ala sur para limpiar personalmente la habitación del duque. Desde que cayó dormida, ella era la única permitida para tal tarea. Llevaba consigo un recipiente con agua y toallas colgadas en sus brazos.

“La duquesa desapareció sin decir nada y los comandantes no dicen nada”.

Lola frunció el ceño ante la actitud y cobardía de la señora del castillo. Entró a la habitación pasando por los guardias. Abrió la puerta y al cerrarla, soltó el recipiente de la inesperada sorpresa: la cama vacía y un hombre de cabello blanco parado en el centro de la habitación. Lola derramó lágrimas ante el milagro,

—¿Su excelencia? —su alegría al verlo se mezcló con el temor de que fuera un sueño.

—¿En dónde está mi esposa? —fue lo primero que pregunto y eso congeló el rostro de Lola en una expresión confusa e indignante—. Te hice una pregunta, Lola ¡¿En dónde demonios está mi esposa?! ¡Diannel está a salvo, ¿verdad?!

El Lobo Blanco había despertado antes de lo previsto y su esposa no estaba en su castillo, en su vista o en sus brazos. El duque Oliver Hanz Verlur volvería a tomar el control de su ducado, aunque las cosas cambiarían por ciertas razones. Y en su despertar, los monstruos de Kolmat rugieron de ira y miedo al sentir la presencia de su mayor enemigo.

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Comments

Guadalupe Montor

Guadalupe Montor

rayos!!!!
que fuerte 🫣

2025-03-08

0

Bertha Ramirez

Bertha Ramirez

maldito Oliver, que lastima que era necesario que despertarás

2024-07-06

1

Alicia Quintana

Alicia Quintana

x fin una noche de pasión para Diannel

2023-07-08

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