La mente de Elías fue invadida por la imagen de Maydi en llamas con sacerdotes gritando que se lo merecía. La manipulación de la duquesa era efectiva siempre que usaba a su joven doncella.
—Dejaré que ordenes tus pensamientos por un tiempo. Pero no será mucho, el príncipe Abraham ya plantó los rumores.
—¿Y qué hay sobre el duque? Con el ataque de los monstruos, la gente y el Templo exigirán ver a su señor de inmediato. Si se revela su estado, perderá su poder solo porque es usted.
—Sí, no tendré el poder porque soy yo, a pesar de que me corresponde. Por eso los comandantes anunciaran que ellos dirigirán todo. Claro que es una mentira, porque me seguirán respondiendo. Eso es todo, nada cambiará.
—Su santidad no se quedará quieto con esa mentira. Sabrá que usted seguirá teniendo el poder. Además, en cuanto sepan que el duque está herido e inconsciente, ¿Cuántos atacaran Verlur sabiendo que su señor está indefenso?
—Los comandantes protegerán a Verlur.
—Mi señora, eso estoy seguro de que sabe que su esposo es necesario.
—Sé muy bien que Yodiveira perderá con mi esposo despierto! Pero tú mismo dijiste que mi esposo no despertara hasta menos de un año.
—No puedo con el veneno que afectó a su esposo, ni siquiera con la nueva habilidad que obtuve. Pero usted que no dejaría nada al azar, ni siquiera la opción de despertar a su esposo. Porque hay una manera ¿cierto?
La duquesa caminó hasta la gran ventana de su habitación. Su mente tenía el nombre de otra persona: Issac Venmer. Desde que pidió estudiar la sangre del duque, sabía que daría con un antídoto. Era el hombre que descubrió la cura de la peste, el genio que aseguró sanar la infertilidad de la duquesa Lershe y el insensato que no teme perder la lengua.
—Claro que hay una manera. Ese loco irrespetuoso no puede engañarme.
En el viejo almacén del ala sur, Issac cosía la herida de un caballero que estuvo a nada de perder la mano. Los guardias que lo trajeron casi se desmayaron de solo ver cómo le daba a su compañero líquidos extraños mientras se reía de sus reacciones.
—Salve tu mano, caballero —dijo Issac—, es justo que me pagues como sujeto de prueba. Ahora, váyanse, la torpeza de brutos caballeros ensucian mis trabajos. Ya, fuera, fuera…
Los tres caballeros se fueron enojados pero sin decir nada. Un soldado se acercó a la entrada, Issac intentó correrlo pero este le dijo que la duquesa lo llamaba de inmediato al invernadero. El médico sonrió, se acercó a una caja y sacó dos frascos cuya liquidez era espesa y roja. Jugó con la pequeña botella entre carcajadas. Se puso un largo abrigo y caminó al invernadero.
El invernadero estaba construido para que las flores y plantas sobrevivieran y el calor se mantuviera dentro. Así cada señora del lobo blanco podría disfrutar el invierno completamente en compañía de otras damas. Issac suspiro viendo su aliento gélido, entró al invernadero donde vio a dos duquesas con sus doncellas. Hablando de cualquier cosa y riéndose de historias, mientras cuatro doncellas servían el té y acercaban los postres.
—Vaya —Silvein noto a Issac— ¿Qué trae el invierno? ¿Es un médico o un loco?
—Me considero ambos, duquesa Lershe —respondió Issac y miró a Diannel—. Mi señora, déjeme expresar el alivio que sentí cuando regreso con vida después de tan terrible ataque. Odiaría perder a mi única benefactora que tolera mis pedidos y experimentos.
—¡Grosero! —gritaron las cuatro doncellas al mismo tiempo.
—Tranquilas —dijo Diannel—. ¿Qué dicen si mis doncellas les dan un recorrido por las afueras del castillo? Su señora y yo tenemos mucho de qué hablar con este hombre.
Silvein ordenó a sus doncellas aceptar esa petición. En cuanto las cuatro se fueron, Issac se acercó a una silla para estar cerca de las duquesas. Cualquiera se hubiera sentido intimidado con dos damas de alto estatus. Pero él se sintió tranquilo, bebió té y comió macarrones a gusto.
—Y… ¿Qué dicen dos mujeres poderosas del imperio Leoveter?
—Sobre ti y tu confianza en que ya tienes una solución para la duquesa Lershe.
—Por supuesto, con su sangre me basto para saber lo que tenía y como curarla.
—Casi hago que lo decapiten cuando saco una aguja para sacarme sangre. Pero accedí porque era un hombre recomendado por usted, duquesa Verlur.
—El no fallará, se lo aseguro. Y tal vez, cuando esto acabe, podremos llamarnos por nuestros nombres. Ya tenemos una relación que podría considerarse algo amistosa ¿no cree, duquesa Lershe?
—Si realmente este hombre logra sanarme, la llamaré por su nombre el resto de mi vida. Cada vez que nos reunamos, diré que la duquesa de Verlur es mi querida amiga. Porque no es una aduladora que busco aprovecharse, es alguien que me vio cómo su igual y salvo mi linaje.
—Si dice la última parte tendrá que dar muchas explicaciones —habló Issac—. Solo digan que son grandes amigas, el resto callara la boca con solo verlas. Sólo mírense: una duquesa famosa por matar a sus maridos y la otra por ser amante de ¿un príncipe? ¿O de dos tal vez?
—Que rápido llegan esos rumores a tus oídos, Issac —Diannel se apoyó en la silla—. ¿Fueron los sirvientes o los presos que te envié?
—Ambos, pero más los sirvientes. Los presos que me envió no tenían mucho que decir cuando los usé como sujetos de prueba.
—¿Utiliza a hombres con vida para probar sus medicina? —preguntó Silvein.
—Si tiene curiosidad, ¿puedo enseñarle cosas aún más aterradoras?
—O tal vez yo te enseñe cosas realmente aterradoras.
—Veo que se llevan muy bien —Diannel paró la tensión entre ambos—. Aquí solo hay personas ocupadas, así que vamos directo al punto: Issac, ¿puedes curar la infertilidad?
—¿Qué clase de pregunta es esa? Ya lo hice, cumplí, mi señora —colocó un frasco al centro de la mesa—. La flor de la luna tiene efectos que no pueden ser curados por el poder divino. Siempre me pregunte el motivo y obtuve la respuesta gracias a la sangre del duque, quien fue atacado por la creación de un veneno bastante potente. La persona que quería matarlo, sabía que debía crear el más poderoso y letal veneno. Entonces, si hallaba la cura para ese veneno, era sencillo sanar la infertilidad de una mujer que bebió la flor de luna en un té, en pequeñas cantidades.
—Dices que bebiendo eso, ¿estaré sanada? —preguntó Silvein dudosa.
—Debe beberlo regularmente, dos veces al día, dos horas antes de cada almuerzo y luego dos horas después. Su menstruación debe volver un mes después, pero aun debe seguir consumiendo el antídoto. Si decide compartir la cama con alguien, no le beba cinco días antes. Y de nuevo, esperar otros cinco para beberlo en caso de que no hubiera embarazo con el mismo horario. No es nada difícil y ya le preparé cajas con esta cura.
—Ese líquido rojo, ¿Cómo se llama? —pregunto la duquesa Verlur.
—La flor de la luna es la base del veneno, entonces… que se llame Reina Roja: la matrona de todos los antídotos contra el rey de los venenos: Verikel.
Las doncellas regresaron pronto, Silvein llamó a dos de sus escoltas para que Issac les diera más del antídoto. En cuanto llegaron, Issac les dio tres cajas, cada una con sesenta frascos.
—Muy pronto habrá noticias de un nuevo heredero del ducado Lershe —dijo Diannel—. Espero que la duquesa me invite a la celebración de ese día.
—Por supuesto, si es que funciona —Silvein tomo un frasco de reina roja y lo miró atentamente—. ¿La duquesa Verlur le gustaría darme a su brillante médico?
—Temo que no será posible, Issac aún tiene trabajo que hacer. Cuando haya terminado con lo que le pedí, será libre de irse a donde quiera y con una buena recompensa.
La duquesa de Lershe se retiró a su habitación a planear su viaje de regreso. No quería quedarse más tiempo en Verlur en pleno invierno aun cuando sabía del ataque de los monstruos. Diannel intentó detenerla, pero Silvein era terca y confiaba en sus caballeros y ellos en sí mismos. Al día siguiente, ambas duquesas se reunieron en una cómoda sala para hablar en confianza.
—Como ya debe saber, he decidido apoyar al 2° príncipe en su reclamación al trono. Después de todo, no perdonaré al 1° príncipe por intentar eliminar mi linaje.
—Y aún desconfía de la duquesa dorada, ¿verdad?
—¿Usted no? Le conté esa historia para demostrarle que no es una mujer que se conformaría en ser la abuela de un emperador. Tendría el poder de controlar el imperio si pone a su alumno e hija en el trono. Pero ¿en serio cree que ese es su propósito?
—No soy muy cercana a la duquesa, apenas pude sobrevivir a una conversación con ella.
—Pues yo nunca confiaré en alguien que no revela sus verdaderos propósitos.
—De pronto siento una gran curiosidad sobre cómo logró convencerla.
—Fue una conversación larga. Pero descubrí que hasta él sospecha de la duquesa dorada. Fue algo sorprendente, esa mujer salvó su vida cuando era un niño, lo entrenó y educó para que sea un gran emperador. Yo misma confirme esa educación, puede parecer grosero, mujeriego y hasta lunático. Pero resultó ser alguien más detrás de esa máscara, justo como su hermano mayor. Solo que, el 2° príncipe demostró responsabilidad, honor, fuerza y determinación.
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Comments
Bertha Ramirez
van a ser comadres las duquesa Silvein y Diannel si funciona la medicina de Isaac 😅
2024-07-06
0
juana cova
En serio, que busca la duquesa de Raintras?, pudo ser emperatriz, pero escogió otros caminos más obscuros
2022-12-12
7
Estefany Sanchez Carmona
jajajaja 😂😂😂🤭
2022-12-04
0