CAPÍTULO 12

Después de tantos días, el emperador estaba presente en la reunión junto a la emperatriz y sus dos hijos. El consejo estaba conformado por cinco nobles: el conde Federico Luis Archen como el señor de las finanzas, el marqués Alejandro Axel Genon de los asuntos exteriores y el barón Sebastián Der Jell como el secretario mayor. El puesto de general era ocupado por sir Wester Han Viombert y el de alto sacerdote por Louden Kael Mirvan. Eran estos dos últimos los que no tomaron partido entre ambos príncipes. El general era leal al emperador y el alto sacerdote a  la fe pura del Templo.

En la cabecera de la mesa estaba el emperador Antonio, en la otra la emperatriz Eleonor. El 1° príncipe estaba al lado derecho de su padre y al izquierdo el 2° príncipe. El resto del consejo estaba según su orden de rango.

—¿Cuánto se perdió? —preguntó el emperador nada contento.

—Alrededor de cinco mil cajas, majestad —respondió el barón Jell—. Los fanáticos quemaron los productos de los comerciantes y el fuego se expandió por todo el mercado.

—Esto sin duda podría arruinar las negociaciones con los reinos extranjeros y con los ducados —dijo el marqués Genon—. Si no podemos garantizar la seguridad de sus comerciantes, dejarán de enviar sus productos. Y más de la mitad de lo que traen es importante.

—Los duques no pueden cortar relaciones comerciales con la capital —dijo la emperatriz..

—Dirán que no pueden enviar a su gente a morir —dijo el 2º príncipe mirando a su madrastra de forma retadora—, querida madre.

—Tal vez la orden del León Negro quiera garantizar la seguridad de los comerciantes —Eleonor no cedió ante su provocación—, ya que han fracasado en detener a estos fanáticos.

—Algo nada sorpresivo, considerando que la villa Venesten sufrió un ataque de los monstruos —continúo el conde Archen—. Como teniente de la orden, el 2 º príncipe no ha respondido por ese ataque. Si está muy ocupado, comparto la opinión con la emperatriz para que se encargue de la seguridad de los comerciantes. Así podremos evitar pérdidas de los comercios con los ducados o los reinos extranjeros.

—Mi orden pelea en Kiosef ¿Acaso el conde Archen tomará el lugar de su segundo hijo si este cuida comerciantes? ¿O lo hará su primogénito?

—Pero que irrespetuoso… —el conde Archen estaba a punto de decir cientos de exigencias.

—Suficiente —pero el emperador lo callo—. No dejaré que perdamos tiempo en roses absurdos, esta es una reunión del consejo, no un callejón de plebeyos. Estos fanáticos religiosos ¿Qué tan peligrosos son, Alto Sacerdote?

—No más que criminales de las calles, majestad —respondió Louden—. No tienen la fuerza ni la empatía como para considerarse rebeldes. Además, todos ellos hablan sobre su falsa diosa llamada Genys. El pueblo los odia y no ocultarían a ninguno de ellos.

—Entonces no hay peligro de una revuelta, pero ¿se podrá evitar la pérdida del mercado?

—Temo que no, majestad —dijo el barón Jell—. Varios de los productos eran alimentos necesarios, el resto eran minerales y artículos del extranjero que se iban a subastar en las casas.

—Imagino que el préstamo es la única solución —dijo Antonio—. Pero ninguno de los aquí presentes podrían aportar algo ya que también fueron afectados por este ataque.

—¿Qué hay de la duquesa Raintras? —preguntó Abraham.

—La corona ya tiene una gran deuda con mi hermana, príncipe Abraham —Eleonor ignoró la provocación de su hijastro—. Nadie aquí quiere sentirse más en deuda con ella.

—Estoy de acuerdo con mi hermano —dijo Joharel para la sorpresa de todos, incluso para Abraham—. Enfrentaremos una crisis económica si no resolvemos este asunto.

—Majestad, si me permite —habló el general Wester—, podríamos solicitar un préstamo del ducado con quien no hay relaciones comerciales: Verlur.

—El general tiene razón —el marqués Genon se puso de pie—. En el ducado Verlur se descubrieron tres minas. Podríamos pedir la ayuda del Lobo Blanco ahora que sabemos que volverá de Kolmat después de tan larga expedición. ¿Majestad?

—Eso me parece una mejor opción ¿Qué opina el resto del consejo?

—Que debemos acordar un contrato confidencial —hablo Eleonor—. Sería una noticia descabellada que la corona tuvo que recurrir al ducado Verlur para un préstamo.

—Tiene toda la razón, majestad —apoyó el conde Archen—. Pero no podemos esperar al duque. Todos sabemos lo ocupado que está cada vez que regresa de una expedición y más con esta que sin duda es la más larga que ha tenido y el problema que ocurrió en sus tierras. Sugirió enviar emisarios para firmar el contrato.

—Me ofrezco para ir, majestad —alzo la mano el general—. Puedo llevar al conde Archen también para que no haya ningún problema en los trámites.

—Aprecio su ayuda, general. Pero usted está a cargo del ejército imperial. Con el ataque de los monstruos que hubo en Venesten y estos fanáticos, lo necesito en la capital.

—Déjame ir padre —Joharel se ofreció—, el duque de Verlur sabrá que hablamos en serio si un miembro de la familia imperial va a negociar en persona.

—De ninguna manera —Abraham se opuso—, te recuerdo que tuviste diferencias con la duquesa Verlur. No creo que su esposo te reciba con gusto.

—Da igual las diferencias personales. Mi hijo es el 1° príncipe del imperio, cualquier duque tiene la obligación de recibirlo y escucharlo —la emperatriz defendió a su hijo.

—¿Querías ir tú, hermano? Te recuerdo que tienes deberes en la capital, debes encargarte de los fanáticos y resolver el misterio de los monstruos. Y hablaré con el duque, no con su esposa.

—Bien —Antonio terminó el asunto—, ahora sigamos con el siguiente tema. Sé que faltan dos meses para el aniversario de victoria, pero estoy seguro que los preparativos están comenzando.

La reunión del consejo terminó luego de varios temas. Joharel se fue con el conde Archen para determinar el asunto del préstamo con el duque Verlur. Abraham se fue directo a su palacio donde Daniel lo esperaba en su oficina.

—Explícame el motivo por el cual el duque de Verlur regresara de Kolmat —le dijo a su asistente muy enojado.

—Justo iba a decirle… —Daniel mantuvo la distancia—. La duquesa junto al 2° y 4° regimiento fueron atacados por monstruos de Kolmat. Afortunadamente, llegó a salvo al castillo, pero hubo muchos muertos. El supremo sacerdote junto al pueblo exigieron el regreso de su señor. La duquesa anunció que regresaría luego de siete días máximo. También se dice que en el castillo, un sacerdote realizó un milagro al salvar a varios heridos de gravedad. Muchos aseguran que se trata del sacerdote bastado de los rumores. La duquesa afirmó que el sacerdote se fue de su castillo sin dar su nombre. Y su santidad está en la Cueva del Lobo para el regreso del duque.

Dos errores fatales: la intervención de Yodiveira antes de lo predicho y la aparición de Elías frente a cientos de ojos en el castillo de Verlur. Abraham sabía que podría haber consecuencias. No esperaba que Diannel pasara por tantos problemas.

—Mi viaje a Verlur para la cacería ya está programado, pero iré para una visita corta.

—Su alteza, ¿está seguro de ir? La emperatriz podría intentar algo.

—Mi hermano irá de inmediato a Verlur para la solicitud de préstamo. Lo que no sabe, es que la mina de oro no es propiedad del duque, sino de su esposa. Debo ir para advertirle, al menos sabrá cómo prepararse para tal molesta visita.

—Entiendo, pero debe volver. Tiene reuniones importantes con varias personas, alteza.

—Lo sé, no tardaré mucho, tan solo es una visita corta.

Cuando la noche cayó, Abraham salió de Venesten de incógnito hasta el bosque de Lowen. Al asegurarse de que nadie lo siguió, soltó al dragón negro y este no dijo nada. El 2° príncipe se subió a los lomos de la bestia y ésta alzó vuelo provocando una fuerte ventisca que asustó a los animales a su alrededor. Al llegar a cielos despejados, Abraham extendió su mano mientras miraba los pueblos tan pequeños debajo de él. Entonces, las nubes se acumularon debajo para ocultarlos de la vista humana. El dragón aumento la velocidad del vuelo y el 2º príncipe se agacho en la montura hacia adelante y espero llegar lo más pronto posible.

Esa misma noche, en el palacio imperial, la emperatriz y su hijo hablaban sobre la posibilidad de aliarse con el duque de Verlur. Eleonor buscaba una forma pacífica y beneficiosa para que el Lobo Blanco los apoyara,

—Nada funcionara —le dijo Joharel—. Intente matarlo y el duque lo sabrá en cuanto “regrese” de su expedición.

—¿Vas a decirme que no tienes un plan de emergencia para Verlur?

—No, si lo tengo —Joharel miró a su madre directo a sus ojos azules—. Actualmente, quien tiene el poder en ese ducado es la duquesa. Le ofrecí un trato pero ella me rechazó. Sin embargo, ahora está en una situación en la que no podrá negarse. Le ofreceré una solución para su terrible problema a cambio de su apoyo, porque ella es la verdadera dueña de la mina de oro.

Eleonor se asombró de escuchar eso. Nunca imaginó que la duquesa bastarda hubiera sido capaz de robarle a su propio esposo.

—¿Cómo es que esa bastarda hizo algo así?

—Es porque necesita poder, aunque no le guste en realidad.

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Comments

Bertha Ramirez

Bertha Ramirez

Diannel, es más cabron@ que bonita 😅

2024-07-06

2

Ana Fernandez

Ana Fernandez

Mmmm esto se pone cada vez más complejo, y se desarrolla lento, aaaaa ansiedad!!!

2022-12-30

0

juana cova

juana cova

La verdad Diannel tendrás que despertar a tu viejo, contarle solo lo que te convenga y seguir sin confiar en muchos incluyendolo

2022-12-12

4

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2 PRÓLOGO
3 PRIMERA PARTE: EL LOBO BLANCO Y LA DUQUESA BASTARDA
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