Aunque el invierno no era muy extraño en el ducado Lershe, nunca han vivido uno tan fuerte como los de Verlur. En, Lershe, las estaciones duran igual y no eran exageradamente largas. Pero a Silvein Daphni Lershe no le impresionaba casi nada, ni siquiera el auténtico invierno de Verlur. Era una duquesa de mente fría, pocas sonrisas sinceras y nada de sumisión.
—Mi señora, estamos cerca de la cueva del lobo —dijo sir Arold, el 2° comandante en Lershe y 1° escolta de la duquesa.
—Tenía que ser en pleno invierno. Esta gente no bromea con sus largos inviernos —dijo Silvein en la comodidad de su carruaje y en compañía de sus doncellas: Judy y Elena.
—Las montañas blancas nunca permitirían estaciones cálidas —dijo su doncella Judy—. Es un milagro que esta tierra haya tenido una larga primavera.
—¿Por qué la duquesa Verlur la invito en esta estación tan fría? —se quejó Elena.
—Basta las dos Olvidan que es una mujer con mi misma posición. No la tomaría en cuenta si no fuera una verdadera duquesa.
—Lo que diga mi señora —dijeron ambas doncellas.
El carruaje tuvo problemas para avanzar desde que cruzaron la frontera, la nieve tapaba mucho el camino. Por suerte, no tardaron en limpiar las carreteras. Obvio que el estandarte del ciervo llamó mucho la atención. La familia Lershe es conocida por apreciar la pureza del linaje. Y aunque eran vecinos, nunca hubo negocios entre ambos ducados. La mayoría señalaba que el motivo se debía a que sus duques eran bastardos. Pero esos susurros no eran importantes para la Cierva Indomable. Solo reaccionó cuando su 2° comandante le dijo que por fin habían llegado al castillo de Verlur. Joseph y el 1° comandante Cristian salieron para recibir a la invitada junto a varios empleados.
—Bienvenida al castillo de Verlur, duquesa Lershe. Espero que su viaje haya sido placentero.
—Bueno, el frío es solo un poco más de lo que se vive en mis tierras. Pero, ¿Por qué me reciben puros sirvientes? ¿Dónde está su señora?
—Hubo un incidente en el castillo de las rosas, mi señora tuvo que retrasar su regreso. Pero me envió un cuervo esta mañana asegurando que estaba a dos días de regresar. Espero que pueda disculpar esta descortesía —respondió sir Cristian.
Joseph y Lola se sintieron intimidados desde que la duquesa Lershe llegó. No era de extrañar, era una mujer de la que se rumoreaba que asesinó a sus dos esposos. La gente solo hablaba de cuándo volvería a casarse. Pero sobre todo, ¿Cuándo podrá embarazarse? Pero aquellas preguntas eran dichas solo en la mente. Nadie quería acabar como los ebrios de bar o chismosas del mercado que osaron burlarse de la mujer que se hizo respetar a través del miedo y resultados. Cada hombre de su ejército era leal hacia ella, a tal punto de no permitir ni una sola falta de respeto.
—Nuestra señora fue atacada por la princesa de Arank —respondió sir Cristian nada intimidado—. Por suerte un sacerdote viajó con ella…
—¿La famosa rosa de Arank atacó a la duquesa Verlur? Necesito detalles, pero hace frío. ¿Mi habitación está lisa?
—Sí, la guiaré —hablo Lola muy nerviosa.
Sobra decir que los sirvientes se sintieron atemorizados. La presencia de una verdadera dama noble era demasiado para la servidumbre que sirvió por cinco años a una bastarda sumisa. Silvein se acomodó en su habitación, sus doncellas guardaron sus cosas y fueron a la cocina a revisar los alimentos. Sin duda daban una atmósfera distinta a Susan y Maydi. Tenían experiencia, sabían cómo dar órdenes, regañar y hasta humillar bien.
—Mi señora, al parecer es cierto: la princesa de Arank se volvió loca —dijo Judy.
—Así que es cierto, ¿Qué fue lo que pasó?
—Descubrieron a la princesa con su amante en la noche de su cumpleaños. Y eso no es todo, luego atacó sin pensarlo a la duquesa de Verlur. ¡La loca la apuñaló en el estómago!
—Mi señora, usted tenía razón sobre esa princesa
—Era algo obvio —dijo Silvein—. Lleva diez años comprometida, pero la gente estúpida creía en que solo quería conocer y aprender del mundo, que niña más patética. Pero nunca imaginé que cruzaría los límites hasta ese punto. El mayordomo dijo que su señora tuvo suerte al llevarse consigo a un sacerdote ¿verdad?
—Sí, mi señora —respondieron las doncellas.
“¿Suerte? Es obvio que lo planeó usted, duquesa Verlur. Cómo falló en la capital, hizo un último intento en el propio cumpleaños de su hermana”.
—Bueno, herida o no la duquesa prometió sanarme. Perderá toda mi amabilidad si no cumple con su promesa.
—Mi señora —Elena se acercó para cepillar su cabello—, ¿realmente cree que ella pueda ayudarla? El médico dio su diagnóstico y es considerado uno de los mejores.
—Y se supone que la duquesa bastarda era fácil de intimidar por su ambición. Pero ya se los dije ¿no? La mujer que conocí era contraria a los rumores. Así que quiero creer que en serio tendrá una solución.
—Si usted lo dice —respondió Judy—. Nuestra señora nunca desperdicia su tiempo en personas que no lo valgan. Ya deberías saber eso, Elena.
“Debe tener una solución. El médico dijo que ya no puedo tener hijos. Pero ella vino a mi jurando, con la Reliquia Sagrada en sus manos, que podría salvar el legado de mi familia”.
La Cierva Indomable recordó su infancia y adolescencia. Su tía solía burlarse de su estado, tratándola como una sirvienta para desquitar la ira de no nunca haber sido la duquesa. Los golpes e insultos eran para hacer a su sobrina tan sumisa que todo el ducado Lershe sería para su familia.
“Fingí por años ser una sobrina débil para ser la perfecta nuera de mi tía. Soporte hasta mi maldita boda con el idiota de mi primo para echar a mis tíos a la calle. ¡¿De verdad creyeron que el ducado sería suyo solo por tenerme encerrada?! Pudieron cambiar a toda la servidumbre y poner gente leal a su disposición y que me vigilaran. Pero nunca fue una opción con el ejército. Cada caballero, guardia y hasta los comandantes eran leales solo a mi familia”. El recuerdo de sus tíos y sirvientes tirados al castillo por caballeros y guardias siempre era el más favorito de todos. Nunca olvidaría el rostro de ira e incertidumbre de los intrusos en su castillo. “No perderé nada de lo mío solo porque no puedo tener un hijo” apretó la taza con rabia “Mis tíos lo pagarán caro. Tuve la gentileza de dejarlos vivos, pero decidieron conspirar contra mí junto al 1ª príncipe. ¡Van a pagar caro por burlarse de mí piedad!”
—Lamento la molestia —dijo una sirvienta que tocó la puerta—, pero la señora ordenó que se le presentara a una persona en específico. Si lo desea, puedo traerlo mañana.
—Está bien, si es alguien recomendado por ella, debe ser peculiar. Adelante.
La sirvienta abrió la puerta, se inclinó y dejó pasar a un apuesto hombre, con aires de arrogancia, despeinado y una mirada desinteresada.
—Buenas tardes —dijo Issac perezoso, irrespetuoso y altanero—, me llamo Issac, soy… ah… digamos que el médico personal de la duquesa.
—¡¿Cómo se atreve a presentarse de esa manera?! —gritaron ambas doncellas enojadas—. ¡Estás frente a la duquesa de Lershe, inclínate como se debe!
—¿Inclinarme? —Issac seguía indiferente— ¿No podemos ahorrarnos esas acciones innecesarias? El tiempo es primordial para mí, no me agrada gastarlo ni en este tipo de conversaciones. ¿O la gran Cierva Indomable me obligará a arrodillarme? —la sonrisa cínica de Issac fue tan notoria que las doncellas ardía de furia. Excepto Silvein, ella seguía tranquila.
—Tiene agallas para dirigirse a mí de esa forma. Acostumbro a cortar lenguas de arrogantes como tú en mis tiempos libres ¿Cómo ha sobrevivido con esa lengua? Eh… ¿Su nombre?
—Tsk… —odiaba esa actitud arrogante—, Issac Venmer. Y sigo vivo porque siempre he sido más listo que cualquier arrogante noble.
Tanto Issac como Silvein pertenecían a clases sociales totalmente diferentes. Pero si algo tenían en común, es un orgullo bastante alto. Ninguno deseaba perder ante el otro, porque sabían que ceder era perder y odiaban no ganar.
—Es obvio que no teme a la muerte, señor Venmer —Silvein se levantó, lo miro a los ojos mientras avanzaba hacia el—. ¿Confía mucho en su talento como para que no le corten el cuello?
—Por supuesto, si fuera un idiota no tendría el valor para no arrodillarme ante gente como usted —Issac no se inmuto ni al tener a la Cierva indomable tan cerca. Y a pesar de que era más alto, la duquesa no rebajo ni un gramo de su arrogancia.
—¿Gente como yo? No existe gente como yo.
—Que graciosa es usted, duquesa —Issac se rió y acercó su rostro al de Silvein—. “La Cierva indomable” ¿no es un apodo demasiado irónico? Por más que un ciervo sea salvaje, no deja de ser una presa tan fácil de matar en el bosque.
—El apodo vino de mi gente, pero no me avergüenzo de ello. Mi familia escogió el ciervo como estandarte por dos razones. La primera fue por la leyenda del guardián del bosque, el segundo motivo fue porque un ciervo le dio la victoria a mi ancestro durante la conquista de Cafder.
—¿Trata de ocultar la debilidad de su apodo con la historia antigua y aburrida de su gente?
—Solo quiero advertirle una cosa: —el acercamiento de rostros no retrocedió, ni las miradas retadoras— menospreciar a alguien por como se ve es el peor error que uno pueda cometer. Me dicen cierva porque soy delicadamente hermosa, pero como el animal que le dio la victoria a mi ancestro, siempre doy sorpresas inesperadas a mis enemigos.
—Ya veo… —Issac dejo de hablar solo para mirar la cara de Silvein. Y en algo tenía razón: era una belleza delicada, pero sus ojos eran como los de un depredador—. Pero también soy alguien que da sorpresas, duquesa. Yo soy el hombre que salvará el linaje de su familia —su mano se dirigió atrevidamente al vientre de Silvein.
—¿Cómo te atreves a tocarme? —la duquesa apartó la atrevida mano sobre su vientre.
—La duquesa Verlur me comentó de su estado, lo que le dieron y por cuánto tiempo. Conozco a detalle todo sobre su salud, Cierva Indomable. Pero siempre es necesario mirar al paciente de más cerca y hasta tocarlo.
—Insisto, ¿Cómo sobreviviste con esa lengua tan atrevida? Podría hacer que te corten esa mano solo por tocarme.
—Ah, si… la arrogancia de los nobles en castigar a los que se les oponen con heridas permanentes —Issac bostezo cansado—. Pero en mi caso no funcionan, duquesa Lershe. Le acabo de decir que soy la única persona que salvaré el linaje de su familia.
—Y solo por eso, ¿te crees intocable?
—Por supuesto, no hay nadie más que yo. Ningún médico podrá curarla y el poder divino no es una opción por el tipo de veneno que consumió. Pero para su buena suerte, me encargaré de derrotar al veneno que devora su fertilidad cada minuto de su vida.
Esa fue una tarde algo tensa, ¿pero que se esperaba si dos personas como Issac y Silvein llegaron a conocerse? La primera impresión no fue buena para ambos, pero fue más que suficiente para dejar en claro la clase de personas que eran ante el otro.
Diannel esperaba que todo en el castillo estuviera bien. Le dijo a Issac que se presentara ante la duquesa Lershe apenas llegara. Pensó que sería bueno que su nueva aliada conociera al hombre que sanará su fertilidad y el legado de su familia. Sin embargo, recordó la personalidad de ambos y temió que algo malo sucedería
“¿Por qué pienso en eso? Ambos son adultos, no es como si fueran a pelearse como niños”.
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Comments
Bertha Ramirez
pues si, silvein e isaac pelearon como niños 😂😂😂
2024-07-06
0
Ysalpez
me encanta autora el doctor y la cierva ojala se queden como pareje
2023-06-27
0
Car KLove
Me río de Janeiro!
2023-06-10
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