La villa tenía pocos sirvientes, los que se ocupaban de los exteriores estaban dormidos. Solo dos atendían a los recién llegados en la sala principal al calor de la chimenea. Alder se acostó cerca del calor, pero estaba atento a su ama y precavido con Abraham, el hombre que mató a sus padres.
—Veo que este pequeño ha crecido —Abraham se sentó en un sillón frente al animal— y todavía me odia con ganas. ¿Se ha portado bien contigo? —le pregunto a Diannel.
—Bastante bien —acarició la cabeza de su mascota para tranquilizarlo—. Es extraño que sea tan obediente considerando donde vivía antes. No tuve que esforzarme mucho para que obedeciera.
—¿De verdad? —el príncipe miró al animal a los ojos—, es muy extraño…
—María, deberías descansar, el frío aumentará bastante esta noche y los adultos hablaremos por muchas horas. ¿De acuerdo? —dijo Diannel.
—Sí, madrina —la pequeña le dio un beso en la mejilla y se fue a dormir guiada por la sirvienta de la villa—. Buenas noches a todos, no te esfuerces mucho, papá.
Issac y Elías no tardaron en venir al saber que su señora ya había llegado. Maydi saludo al joven sacerdote. Luis se quedó en su habitación ya que no era un aliado. Todos se sentaron en los sillones por orden de su señora, quien se levantó para estar frente a la chimenea y hablarles a todos.
—Quiero aclarar que Issac ahora forma parte de nuestro plan. Me habría gustado mantenerlo al margen, pero él realmente quiere supervisar el avance de la peste.
—¿Confías en él? —le preguntó Abraham.
—Por supuesto que no, confió más en su fanatismo por la medicina y enfermedades.
—La duquesa ha sido mi única patrocinadora que me ha dado todo lo necesario —Issac habló confiado—. No me gustaría traicionarla, menos cuando me dará la oportunidad de ver una increíble peste en cientos de personas.
—¿Entiendes que podrías perder la vida si nos descubren? —le preguntó el príncipe.
—No soy un idiota, su alteza… Yo velaré por mi vida en caso de que la situación empeore.
—¿En serio quieres tener a un hombre así en nuestros planes? —Abraham se molestó—. Creí que seríamos serios con esto, duquesa.
—Issac era el único indicado para descubrir la cura de la enfermedad, pero resulta que ahora pudo crearla. Así que, tenemos la ventaja de poder soltar una peste cuando y donde queramos. Sin embargo, tienes razón en que no es de fiar, por eso lo vigilaremos todo el tiempo.
—¿Cómo harás eso? Me enteré de que el duque va a “regresar” al castillo. Vine aquí por eso y también para advertirte de otro problema que viene directo a ti.
—Bueno, ya que todos aquí saben la verdad, le diré a su alteza que mi esposo está en el castillo. Fue atacado por una flecha envenenada cuando regresaba de Kolmat. Elías evito su muerte, pero el veneno es incurable hasta para el poder divino. Así que creó una capa para limpiar su cuerpo poco a poco. El tiempo estimado iba a ser no más de un año y eso fue hace casi medio año.
—¿Fuiste tú quien ataco al duque Verlur? —preguntó Abraham.
—Por supuesto que no, alteza. Fue un plan orquestado por su hermano, el marqués Helshen y el Templo. Claramente lograron crear un veneno que afectó a mi esposo, pero no contaron con su terquedad en morir. Aun así, gracias a eso he podido controlar a Verlur y darle beneficios a su causa: la duquesa Lershe, la esmeralda sangrienta y la oportunidad de derribar al Templo.
—Y las minas, o más bien… la mina de oro —el príncipe sonrió ante el gesto de la duquesa—. Sé que eres dueña de la mina de oro, por eso estoy aquí también.
—¿Desea que llene los cofres, su alteza?
—Para nada. Esto es información confidencial, así que espero que nadie diga nada o tendré que cortar sus cuellos. Varios comerciantes fueron atacados por fanáticos idiotas, se perdieron muchas cajas. La corona necesita reponer lo perdido antes de que acabe el año. Ya tienen deudas con mi maestra, así que ella ya no es opción.
—Quieren que les preste —Diannel comprendió todo el motivo de la carta del imperio.
—Más bien, que el duque les preste. No saben que eres la verdadera dueña de la mina de oro. Y ahora estás en una situación en la que tu propia gente podría matarte si su santidad decide hablar.
—Me encargaré del príncipe yo misma, su alteza.
—¿Cómo? Dejaste que este sacerdote se revelara antes de lo acordado y en tu propio castillo. Su santidad está pisándole los talones, es una suerte que aún no haya dado con su nombre. Y perderás parte de tu poder cuando la gente descubra el estado del duque.
—Nada de eso será un problema, su alteza, porque no perderé mi poder.
—¿Y cómo planeas hacer eso? ¿Mmm…?
—Mi esposo despertara en estos dos días —dijo Diannel asombrando a todos, menos a Issac quien ya lo sabía—. Con él despierto, no habrá caos en Verlur y su santidad perderá otra vez.
—¿El duque? —Abraham miró al médico—. ¿Encontró una cura para un poderoso veneno?
—Soy el mejor si se trata de medicina, alteza —Issac defendió su orgullo.
Abraham se frotó los ojos cansado y enojado. No sabía si era por la cantidad de trabajo que tenía o porque escuchaba “mi esposo” de la boca de Diannel. O bien podrían ser ambas cosas.
—La presencia del duque no estaba en nuestros planes. ¿Cómo hará todo fácil tener que lidiar con el Lobo Blanco? ¿Y cómo no perderás tu autoridad o la mina de oro?
—Admito que la presencia de mi esposo cambia nuestros planes. Pero le aseguro que aún podemos proceder. Desde que me volví la cabeza de Verlur, he plantado semillas para mis beneficios: lugares seguros, espías leales e informantes beneficiosos. Rodo está asegurado, hay papeles falsos para protegerme y todos los que pueden delatarme serán silenciados pronto.
—Duquesa, me ha dejado claro, desde que la conocí, que no es ninguna tonta. Pero las cosas han cambiado. Con el duque presente, debemos retrasar nuestros planes contra el Templo. Te daré tiempo para que no pierdas tu autoridad como duquesa.
—Sé que todo será diferente, pero le aseguro que no perderé mi autoridad…
—¿Y qué hay de las personas en el castillo? ¿Ellos te quieren lo suficiente como para ocultar tus secretos y no espiar a tus doncellas y escolta? Sé que querías acabar con el Templo este mismo año, pero entiende que ahora es imposible.
—¡Te he dado mucho para que puedas superar a tu hermano…! —Diannel se molestó.
—¡Pero mi hermano no es un idiota! ¡Y su santidad no es tu hermana! —Abraham estaba igual de molesto— ¡Esto ya no es un juego de niños, deberías saberlo! ¡Todos aquí lo saben! —los presentes bajaron la mirada y el príncipe se tranquilizó—. La emperatriz está atando mis manos con el ataque de los monstruos en Venesten y los fanáticos que causan estragos en la capital. Al mismo tiempo, debo asegurar el apoyo de varios nobles. ¡No puede hacer todo eso y luchar contra el Templo a la vez!
—Entonces… ¿Cuánto será el tiempo adecuado para atacar?
—Al año —respondió Abraham sin dudar. El rostro de Diannel demostraba su desacuerdo, pero antes de que pudiera decir algo, el príncipe prosiguió—. Es el camino más seguro para empezar a movernos. Aunque los rumores sobre tu sacerdote ya están plantados, debes esconderlo bien, moverlo de lugar en lugar para asegurar su vida. Yodiveira no se rendirá hasta dar fin con esos rumores y quemar a este joven delante de las multitudes. Mientras que el duque Verlur se asegurara de buscar cualquier indicio de traición por su intento de asesinato. ¿Qué harás si él descubre nuestra alianza? Perderás tu posición, tus conexiones, poder y a tu gente —Diannel miró a sus doncellas, a su escolta y al joven sacerdote—. Morirán antes de comenzar el contraataque.
“Lo sé… Sabía que no podría derrotar al Templo este mismo año. No con Abraham ocupado y mi esposo presente. ¿Cuánto tiempo más debo seguir viviendo en este asqueroso imperio? ¿Por qué debo soportar más?”
—Bien, esperare hasta que su alteza diga que es el momento —ella acepto—. Y le prometo que cuando el momento llegue, seguiré teniendo los mismos privilegios de una duquesa.
—No dudo eso —Abraham sonrió al ver que logró hacerla comprender—. Sé que podrás poner en su lugar a cualquier que intente pisotearte. Y por eso mismo, no te dejaré sola —Diannel miró al príncipe a los ojos—. Tendrás mi apoyo, lo que necesites para sobrevivir al duque y al supremo sacerdote porque ahora eres mi aliada, duquesa.
El príncipe puso su mano en el hombro de la duquesa aún con el oso gruñendo de fondo. Pero no podía pensar en ese animal mientras miraba a su aliada a los ojos. Diannel se sorprendió del trato que recibió: el futuro tirano no bromeaba con ella con coqueteos o sarcasmo. Él era sincero, la miraba como su igual, la reconocía como una poderosa aliada ofreciéndole apoyo.
“Y se supone que iba a quedarme sentada para mirar el caos que este hombre iba a provocar. Pero ahora estoy en el mismo escenario que él y me da su apoyo”.
—De acuerdo… —Diannel desvió la mirada al darse cuenta de que lo observaba demás—. En ese caso, quiero que envíes a Issac y Elías a salvo con la duquesa Lershe. Ahí, ambos podrán estudiar y prepararse para el momento idóneo.
—Seguiré las órdenes de la duquesa —dijo Issac—. Reduciré el antídoto lo suficiente para que el poder divino pueda hacer el resto. Tomará tiempo, pero me servirán los presos, que espero que me sigan enviando, y la presencia de este sacerdote.
—¿Por qué con la duquesa Lershe? —preguntó Elías.
—Estarán a salvo con ella, ya le envié un cuervo a su castillo. Cuando ella lo lea, ustedes estarán cerca de su hogar y no podrá rechazarlos. Apoya el reclamo del 2° príncipe. Sobre los presos, estoy segura que no se negara en hacer tal favor.
—¿Y cuándo volveremos a Verlur? —Elías seguía angustiado.
—Cuando sea el momento —respondió el 2º príncipe—. Deberías estar contento, estarás en el lugar más seguro y con grandes comodidades. Yo mismo le pediré a la duquesa Lershe que asegure tu vida sin importar lo que pase.
—¿Qué hay de Luis, mi señora? —preguntó Giovanni— ¿Debo matarlo?
—No… el actor debe irse del continente. Ya no es necesario y no abrirá la boca, de eso estoy segura. Luis aceptara el enorme pago sumado a lo que estaba ganando todo este tiempo. Así que, me gustaría que su alteza lo ayude a tomar un barco fuera del imperio hacia el oeste — Abraham no parecía convencido de ese último pedido pero aceptó y preguntó si necesitaba algo más—. Creo que será una larga noche, deberíamos pedir algo de comer.
La reunión duró hasta altas horas de la noche. Issac dio más detalles de la peste, Elías habló sobre su poder. También se determinó el destino de varios cabos sueltos, el de marqués y lo que hacer por los siguientes meses hasta que sea el momento adecuado de actuar. Cuando por fin se retiraron, Abraham se retiró a descansar al igual que Issac y Elías. En la pequeña sala se quedaron la duquesa y sus tres subordinados de más confianza. Los cuales estaban preocupados por todo lo que escucharon y decidieron, sobre todo Giovanni. Diannel había decidido dejar a su escolta y a María atrás temporalmente. Sabía que los comandantes y varios caballeros le exigirán a su esposo que fuera echado. Además, Giovanni no era un caballero y tenía la dificultad de los crímenes de su apellido. Pero no solo ellos dos se quedaban atrás, Maydi no volvería al castillo tampoco por otro asunto: ella debía ser la intermediaria a las afueras del castillo junto a Giovanni. La duquesa había hecho que sus doncellas y escolta aprendieran a enviar un lenguaje de señales desde la distancia para enviar mensajes cortos. Ya lo usaron para arruinar la fiesta de té de la emperatriz, pero ahora sus doncellas debían usar todo lo aprendido siendo precavidas. Susan enviaría señales desde la torre oeste del frente y Maydi lograría verlas desde un edificio alquilado en Garsha. Entonces, escribiría una carta a Giovanni quien actuaría según el mensaje enviado.
“Si no puedo protegerlos, entonces no estoy preparada para vengarme del Templo”.
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Comments
Bertha Ramirez
valla que Diannel es fría y calculadora /Determined//Determined//Determined/
2024-07-06
0
Sandra Chavarría
wow Dian si que resulta ser tan buena Estratega... amo este personaje
2023-07-08
0
Mayra Coaquira
Luisss es un gran cabo suelto😱... no estaré tranquila hasta saber cómo se conoció con Diannel. por qué confía en el? 😖
2023-01-18
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