14. Más que un simple amuleto

(De vuelta al mundo humano)

Antes que anocheciera, Caín se tomó el tiempo para dejar en orden algunas cosas en su casa y preparar una pequeña maleta con ropa para su tía Julieta.

Él seguía con esa molestia que no lo dejaba pensar; inconscientemente su ira salía a flote emanando esa venganza que fluía por sus venas.

«Carajos. Imposible controlarme.», se dijo por dentro.

No debía olvidar las indicaciones que Bae le dejó dicho antes de irse.

La primera indicación era mantenerse alejado de los demonios de bajo rango que aparecieran ante él ya que era muy probable que se presentarán usurpando la identidad de los humanos.

Pero, ¿cómo reconocer si en realidad son demonios?

La percepción de Caín era excelente y su agilidad para captar algo fuera de lo normal era indiscutible; por lo tanto Bae pensó que Caín se las arreglaría sin problema alguno.

La segunda indicación consistía en no luchar contra ellos sin importar las provocaciones que escuchará, Caín no debía caer en la “tentación” y así inmediatamente avisarle a Bae o Madel.

Y por último, la indicación menos difícil de entender fue no revelar su ira, en pocas palabras, controlar sus emociones negativas; Bae fue muy firme y serio al decirle tal indicación.

Si la ira de Caín lo sobrepasaba, sus poderes aún desconocidos pondrían en riesgo su personalidad y al mismo tiempo, a la gente de su alrededor.

Bae no deseaba un desastre catastrófico en la humanidad.

Bueno, no debía ser complicado para Caín cumplir todo al pie de la letra, sin embargo…él era alguien fuera de respetar reglas o normas.

—¿No luchar contra ellos? Es absurdo. —masculló él.

Apenas pudo contenerse ante el extraño sujeto que estaba tras él ya que Isabela fue un obstáculo imprevisto…

...En el Hospital

...

Madel se encargaba personalmente de una vigilancia minuciosa con un disfraz de “enfermero” para evitar que otros demonios se infiltraran en las instalaciones del hospital e hirieran a Julieta.

¿Por qué hacerle más daño cuando ella estaba muy mal de salud?

Por la cuestión de atraer la atención de Caín y sacarlo de sus casillas.

En el pasillo, Madel no despejaba sus ojos sobre la habitación de Julieta.

Enseguida llegó uno de sus súbditos.

—¿Cómo va todo? —preguntó ella.

—No hay movimiento sospechoso.

—Ok. ¿Y allí abajo? —refiriéndose al Inframundo.

—Todo transcurre con normalidad. —respondió el súbdito.

Madel tenía en mente que los altos mandos como su hermano Jedeo estaban al pendiente de lo que sucedía en el mundo terrenal.

No obstante, descartó la idea que Jedeo tenía asuntos por resolver en el Inframundo.

—Cualquier información por muy insignificante que sea, házmelo llegar. —ordenó ella.

El súbdito asentío con una reverencia y se marchó de su vista.

«Algo no cuadra. A este punto, él ya debería estar enterado de mis movimientos. Después de todo, Caín es su objetivo.»

Madel estaba preocupada por la incertidumbre de no saber lo que pasaría con Caín en los días siguientes.

Él era el blanco de tiro del Príncipe Jedeo.

Sin embargo, no era el único interesado, sino que también las gemelas Citrus y Belzal: “las arpías”, como las apodó Madel, estaban tras Caín.

¿Quién de ellos estaba actuando primero?

«Mierda. Si esto se torna más complicado tendré que recurrir con el miserable de Seraph.»

La sola idea de buscar “ayuda” de su primo Seraph, la aborrecía.

Seraph, con un aspecto de ángel era un demonio oculto, bajo las profundidades del Averno.

Después del acontecimiento de hace años y su vínculo secreto con Yander (el desterrado)

Seraph desapareció para evitar sanciones por traición.

Así mismo, él pertenecía cómo miembro especial de la Primera Jerarquía del Averno.

Pasada la media noche…

Caín ya se encontraba en el Hospital para cuidar de su tía.

Después de un rato sentado, se encaminó a la cafetería pero antes de bajar por las escaleras, fue interceptado por un enfermero.

—Espera muchacho.

—¿Hm? ¿Qué pasa? —inquirió Caín.

—Soy Madel. —ella dijo de golpe.

—¿Ah?

Caín pusó una expresión en blanco.

«¿Puede convertirse en hombre…?»

Él fue muy perspicaz y no había duda que se trataba de Madel.

«Debe ser una mala broma de mal gusto.», se dijo por dentro.

Madel suspiró.

Claramente se percató que le causó repelús a su sobrino.

—Otro día te explicaré pero quiero avisarte que hay “personas” rondando el hospital para evitar algún tipo de percance. —avisó ella.

«Es decir que son demonios.»

—Uff. Entiendo.

Él no iba a especular porque ella tendría que ser un hombre.

—Algo más, voy a darte un obsequio.

Ella sacó de su bolsillo un collar delgado y plateado que llevaba colgando un pequeño dije una forma indescriptible.

Le extendió para entregárselo.

—Llévalo alrededor de tu cuello; esto te protegerá a ti y a lo que te rodean.

Caín entrecerró sus ojos observando dicho collar.

No sabía sí agarrarlo o no.

Madel: —No te hará ningún mal si lo llevas puesto. Es especialmente para ti, mi querido sobrino. Si llegarás a estar en peligro rápidamente estaría al tanto. —explicó.

Pero Caín seguía inmutado.

—Oye no lo pienses demasiado. Tómalo como un amuleto protector. —volvió a decir ella con elocuencia.

«¿Cómo se atreve a desconfiar de mí? Hiere mis

sentimientos.»

—Elisa usó uno de estos en el pasado.

Tan pronto dijo eso, Caín agarró el collar y se lo puso.

—Entiendo. Lo usaré a partir de hoy. —respondió él.

Madel sonrió por dentro.

“Hubiera mencionado el nombre de Elisa desde un principio.”

—Ejem. Perfecto, llévalo sin excusas. Tengo que irme ya.

—Bien.

—¿Tienes clases mañana?

—Mm. Si pero voy a faltar. No puedo dejarla sola. —contestó él.

Sino quien más cuidará de su tía Julieta.

—Comprendo pero espero que no faltes. No te tienes que preocupar, nosotros cuidaremos de tu tía. —mencionó Madel.

—Ya veré. Por ahora ella es importante que lo demás.

—Bien muchacho. Entonces nos veremos más tarde.

Madel se despidió de Caín.

Mientras él se dirigía a la cafetería…

En la habitación de Julieta, un ser oscuro e imperceptible se acercó a la débil mujer.

Solo bastó que la mano de ese ser se postrará en la cara de ella para hacerla caer en un sueño profundo y eterno…

En pocas palabras, la tía de Caín cayó en coma.

—Asunto terminado.

Aquel ser desapareció en un parpadeo.

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