6. Un malcriado

«¿Por un demonio?», se preguntó Caín, perplejo.

¿Cómo era posible?

¿Entonces qué había pasado hace años?

Él quería saber que ocurrió el día de aquel “incidente” ya que siendo un pequeño niño no recuerda muy bien lo que pasó esa noche helada.

—Entonces mi mamá…

—Mm. Es algo delicado decírtelo ahora pero primero escucha bien. —Madel hace una pausa para agarrar aire.

—Cuando me enteré lo que ocurrió fui directamente al hospital donde ya la tenían internada pero…

La expresión de ella se torna decaída.

—No pude entrar, no la pude ver ya que la aura que yacia alrededor de su habitación era descomunal y oprimente que sació con mi vitalidad. Supe de inmediato que el demonio desterrado ya la había atrapado. —termino por decir Madel.

Ella recuerda que los doctores la diagnosticaron con demencia algo que para la edad de Elisa era casi imposible.

Caín empuñó sus manos por imponencia.

A regañadientes preguntó lo siguiente:

—¿Qué hacía él? ¿Dónde estaba metido? —refiriéndose a su padre.

Bae sabía que esto era un asunto familiar por lo que no metió sus narices, dejó todo en manos de Madel.

Ella suspiró.

«Supongo que voy a tener que decirle lo esencial.»

—Te contaré porqué él no estuvo allí…

Entonces Madel empieza a narrarle lo que pasó con su padre Aish; en primer lugar le cuenta que él ya no era el mismo a causa de un castigo que obtuvo (sin decirle que había sido por salvar a Elisa cuando ella regresó a la superficie); y su mente era un torbellino.

Madel tuvo que omitir que ella también fue culpable en parte por aclarecer que Elisa y el pequeño Caín habían huido del país, diciendo que se fue con otro hombre.

Aish quien ya no era el mismo, creyó en Madel y en las demás afirmaciones entonces formó resentimiento y odio contra Elisa.

Cómo Caín se le fue impuesto el sello, ya nadie lo pudo rastrear ni siquiera lo reconocían a simple vista. Cualquier demonio que lo buscará se formaría una ilusión de otro niño.

Así fue como Aish creyó que Elisa huyó muy lejos sin saber que ella había sido presa de una mentira.

Madel continuó con la historia omitiendo ciertas partes que no le correspondían, aún.

Caín ya era consiente que su madre no trató de matarlo sino que esa noche irían por su papá, algo que no era así. También asimiló que el Ángel de la Muerte vivía en su interior gracias a que su mamá lo protegió.

—Quizás es muy poco lo que acabó de contarte pero lo demás le corresponde a tus papás. No estoy hablando a favor de Aish pero…nosotros somos demonios y hay algunos que se dejan llevar de engaños sin ver la realidad.

«Perdón Caín pero al parecer tú has olvidado que tuviste una hermana. No puedo decirte nada de ella.»

—¿Eso es todo…? —resopló Caín.

—Vaya, así que él solo admitió que lo traicionó. Si amaba a mi mamá…¿por qué prefirió escuchar a otros?

Madel no supo que responder a eso.

Ella sabía que el amor de ambos era mutuo y genuino.

—¿Por qué mi mamá está siendo resguardada por un demonio?

Caín se preguntaba si aquel demonio era demasiado poderoso como para que ellos no pudieran entrar a verla.

Bae: —Es un demonio desterrado; su nombre es Yander, hermano de ella y de tu padre.

Caín quedó estupefacto.

¿Ese demonio era su tío?

—Es un demonio que se obsesiono con tu madre. —añadió Bae.

«¿Qué mierda estoy escuchando?»

Caín oscureció su mirada.

Se cansó de escuchar barbaridades.

—Entiendo que tu propósito sea tu mamá pero con el sello que llevas es inútil que hagas algo al respecto. Aparte debes buscar la ayuda a tu padre…

—¡Me niego! No haré tal cosa. —exclamó él con la mirada fría.

No necesitaba la ayuda de él. Ahora que sabía un poco de la historia, no esperaba que después de tanto años su padre hiciera algo por su mamá.

«Esto se pondrá difícil. ¿Por qué detesta a su padre? Acabó de contarle sobre él pero parece que eso no cambiará nada.»

Para Madel era una situación complicada aún así no iba a revelar más sobre la verdadera historia.

—Él tiene el poder para destruir lo que acorrala a tu madre. —menciona ella tratando de persuadir al muchacho.

—¿Cómo eso ayudará? Dices que busque ayuda de él; todo este maldito tiempo que ha estado mi mamá allí cautiva con un demonio y nadie la ayudó. ¿Por qué buscarlo yo cuando puede serlo él? —dijo él con molestia.

«Porque él no sabe de ti.», dijo Bae por dentro.

Caín se pusó de pie.

—No lo buscaré. Yo mismo me las voy a ingeniar para ir a ese lugar. —dijo contundente.

—Ya te dije que es inútil. Eres menor de edad y los registros dicen específicamente que a tu edad tienes restringido visitar a tu madre. —menciona Bae.

Pero Caín solo crispo sus dientes.

—Piensa con la cabeza fría; estás molesto y lo entiendo. Pero dime llegas a los 18, el sello desaparece y eres un ignorante de lo que eres, ¿qué harás? ¿cómo podrás ayudar a Elisa si pierdes el control de ti mismo?

Las preguntas fueron choque para Caín.

Bae ya estaba irritado por la actitud de él.

—No cabe duda que eres como ella, nunca escuchan las advertencias y menos se saben compor—

—¡Bae ya basta! —le grita Madel.

“Estás pasando la línea.”, le dijo con la mirada.

Bae: —¡Tsk! Madel hay que enseñarle a este malcriado y obstinado como son las cosas. —gruñó.

Hubo un momento de tensión entre los tres.

«¿Cometí un error? Bae se está conteniendo contra Caín. ¿Qué hago ahora?», pensó Madel decaída.

Repentinamente Caín recordó las palabras de su tía Julieta:

—A veces eres un niño malcriado y me recuerdas a tu madre por eso trata de ser más sociable y cambia esa cara de poker.

También le había mencionado que tenía la personalidad tosca de su mamá.

¿En verdad era un malcriado?

Estuvo en peleas callejeras por un tiempo, se comportó como un idiota en ocasiones pero, ¿fue un malcriado?

De cierta manera, le afectó la palabra “malcriado.”

Caín suspiró profundamente y se volvió a sentar.

—Todavía estoy procesando que soy un semidemonio o lo que sea. —murmuró él.

—¿Qué tengo que hacer…para verlo?

Bae y Madel quedaron sorprendidos por la actitud pasiva e inesperada del muchacho.

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