4. El reflejo de “Chandler”

El silencio se apoderó de la sala.

Madel y Bae se miraron entre sí mientras que Caín, apenas lograba estabilizar su mente y cuerpo.

El aura que emanaba era sumamente oprimente y dominante.

—Vaya, creo que acabamos de irritar al muchacho. —pronunció Bae con apicè de sarcasmo.

Era demasiado evidente que Caín estaba en un estado defensivo.

«Más que eso han hecho.», se dijo Caín por dentro.

No es que su poder se saliera de control sino que “algo” más lo controlaba en su interior y él no podía describir dicha sensación de superioridad.

—No imaginé que tu poder se saliera de control. —comentó Madel.

—Esto no es salirme de control. Fue un sentimiento indescriptible al escuchar todo lo que me han dicho. —dijo Caín con una expresión neutral.

¡¿Era un sentimiento y no su poder?!

Ellos no pudieron comprender lo que Caín había dicho.

Él aún seguía procesando el hecho que fuera hijo de un demonio; increíble e ilógico a la vez.

Maldijo un par de veces en silencio.

Por otro lado, Madel se sintió culpable.

—Es culpa nuestra decirte todo de golpe. —dijo ella con la voz angustiada.

—*suspiro* Necesito aire fresco.

Caín se sintió sofocado; vió los pedazos de vidrios de la mesa y no pudo evitar sentirse “anormal.”

Madel se levantó del sofá para sacarlo.

—Ok. Ven conmigo. Bae tu encárgate de limpiar este desastre. —ordenó ella.

—¿Ah? ¿Qué? —chistó él.

Bae suspiró frustrado.

«Que bien. Me toca hacer el trabajo pesado.»

Madel y Caín salieron por la puerta trasera de la cocina, llegando a un extenso patio con un hermoso jardín de rosas rojas, resplandecientes por los rayos del sol.

Él respiro aire fresco, justo lo que necesitaba para apaciguar su molestia interior.

Era complicado asimilar lo que era en realidad.

Con los ojos entrecerrados miró al cielo, cuestionándose cómo su mamá se había enamorado de un demonio…

Al mismo tiempo que se preguntó cómo era posible que los demonios existieran.

¿Entonces también existen los ángeles?

—Tienes mucho que pensar así que te daré tu espacio. —mencionó Madel.

Después de todo, él necesitaba tiempo para pensar a solas, sin embargo, más preguntas abundaron en su cabeza.

Cómo por ejemplo, ¿A qué se refería con protegerlo?

¿Cuál era el verdadero motivo por lo cuál lo habían buscado?

—Espera. —pidió él.

La miró a la cara; una expresión seria, lo cual

Madel capto muy bien inclusive el aura que emanaba de imponencia.

Alguien que está dispuesto a saber la verdad a cualquier costo.

—Quiero saber un poco más de mi mamá.

—Hm. Ya veo. ¿Qué es?

—¿Tienes alguna fotografía de ella? —preguntó él.

Ella hizo un gesto indescriptible para él.

Madel: —Lamentablemente no tengo ninguna foto de tu mamá. —contestó.

Ella dijo la verdad y Caín lo supo de inmediato aunque sintió decepción por no conseguir lo que anhelaba desde hace mucho tiempo.

—Bueno. Me da curiosidad en verla ya que con el pasar del tiempo he olvidado su voz y su rostro, tan solo queda su nombre… —dijo él con un profundo sentimiento de melancolía.

Nadie tenía fotos de su mamá y eso era extraño para él.

«Me gusta el color ámbar de sus ojos, son muy naturales pero es un misterio que se tornen a lavanda.»

Madel quería investigarlo cuánto antes mucho más por el peculiar lunar de Caín.

—Buscare la forma de conseguir una foto de ella. —dijo sonriente.

Caín se sintió aliviado.

—Y no te da curiosidad de conocer a tu…

—Por ahora no tengo ni la mínima intención de verlo. —respondió Caín, contundente y firme.

Ya era suficiente para él saber que su padre es un demonio y no quería verlo para nada.

—Oh comprendo; ponte cómodo, en un momento continuamos con la charla.

Él asentío con la cabeza.

Antes que Madel se fuera del jardín, pregunto lo siguiente: —Y por cierto, ¿el color de tu pelo es natural?

Ella quiso saber si el pelo ondulado y rojizo era natural ya que era diferente al tono de Aish y de

Elisa, sin embargo, lo más curioso es que el color era idéntico cuando Aish tomaba su forma humana como Chandler.

Era como una paradoja.

Fueron viejos recuerdos para ella; fue como ver a Aish de joven.

—Si lo es.

Ella sonrió al escuchar la respuesta y se marchó de allí.

Caín no prestó demasiado atención a la pregunta y se sentó en una silla junto de la rosas rojas.

Se quedó mirando fijamente las rosas.

...Entonces tuvo un recuerdo sutil, cuando tenía 15 años…

...

Un día nublado con una lluvizna ligera, él caminaba cerca de un parque cuando escuchó el maullido de un gato.

Por algún motivo, percibió una vibra negativa.

Con un excelente sentido auditivo encontró de inmediato al pequeño gatito que se encontraba en medio de muchas rosas rojas.

Caín lo observó por unos segundos con la mirada fría mientras que el felino seguía maullando con desesperación.

"¿Está asustado?", se preguntó él.

El pobre gatito estaba atrapado y temeroso de la lluvia.

Caín no dudo en sacarlo de allí.

Metió su mano entre todas esas rosas sin

importar los leves rasguños que se hizo por las espinas; logró sacar al gatito y éste salió huyendo.

Él se pinchó y una gota de sangre se deslizó por su dedo cayendo sobre las rosas.

La lluvia se hizo más fuerte.

Antes que se fuera de allí, atisbo que las rosas habían tomado un color oscuro; las rosas se marchitaron en cuestión de segundos ante su vista, dejándolo pensativo.

Para ese entonces ya no le parecía extraño que él no fuera un humano normal.

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