20

Thomas/Sean

Nadie volvió para bajarnos o decir algo tan pronto como las puertas se abrieron. Hay silencio. Noah y Audy se han quedado dormidos y no parecen querer despertar.

Me los quito de encima con tanto cuidado que siento una eternidad pasar por cada movimiento. Al llegar a la orilla, puedo ver que estoy es una especie de bodega, bastante grande. La caja que venía rodando por el camino a terminado aquí; intento sacudirla pero es liviana, al abrirla solo hay un montón de papel picado.

Seguí revisando los alrededores. Puertas abiertas, nadie  a la vista, cajas, costales y escaleras plegables. Si esto es un plan de Marcus, no quiero saber lo que imagina.

En una esquina, hay un grifo que no deja de gotear y la acumulación de agua no llega hasta a la alcantarilla. Es inquietante seguir el ritmo de las gotas que no alcanzan a hacer presión suficiente para expandirse sino dejar que la cantidad de liquido se desborde.

Un disparo suena en escalas hasta aquí.

«¿Cuando escuchas algo como eso huyes o corres hasta ahí?»

Por el umbral las sombras de montones de hombres con corbatas amarillas corren sin agotarse. Quizás mi mirada se cruzo con alguno pero, no pude sentirlo.

Al salir puedo ver que el salón es amplio, demasiado color cascarón para mi gusto. Ellos rodean algo.

Murmuran.

—¡Sean, pasa aquí!

«Ese es Marcus...»

Cuando empiezan a apartarse, siento mis cuerpo desplomarse y un brote infinito de gusanos que carcomen mis intestinos.

Un charco de sangre fluye como una quebrada en dos escasas escaleras. Marcus esta sentado tan pacífico como fuera de esta escena.

Mi madre esta tirada ahí...

El arma esta en su mano...

Mi...

El grito que sale de mi garganta duele, como si halara al extremo las cuerdas de una guitarra tensa, pero, en mis oídos es un sonido sordo.

Muchos voltean a la nada. Marcus alza su mirada.

Mis manos han chocado contra el suelo húmedo y al llegar al cuerpo que aun palpita, sus ojos estan vacíos y oscuros. No hay lágrimas pero la gota de sangre empujada por el sudor desde su frente a hecho ese trabajo.

Al tomarla entre mis brazos ella intenta hablar, pero, sus labios tiemblan.

Todo a mi alrededor se a vuelto borroso, hasta ella.

Mi mente quiere refugiarse al  evocar su imagen en los momentos que la recuerda serena y tan vivida como una pintura de acrílico, no obstante, ese pensamiento...

“Hay cosas que no podemos controlar" había dicho ella y esas palabras me llevan a una escena mas especifica. No me recuerdo a mi o a ella, el alrededor o el clima. Solo mi perro tendido en el piso. Era una adorable motita. Yo no podía comprender como su pelaje blanco había sido consumido por el rojo.

“Hay cosas que no se pueden controlar”

En los ojos de mi madre habían chispas de colores por las velas de cera y aun así podía notar los moretones en sus pómulos y labios rotos.

“No lo puedo evitar”

Sollozo tras sollozo al otro lado de la puerta.

Y ahora que su respiración es  constante quisiera abrazarla mucho mas porque se siente como arena entre mis manos. Porque ella se desmorona. Porque solo en mis recuerdos ella podría seguir respirando hasta que yo también deje de hacerlo.

Marcus tiene esa chispa de superior mientras observa.

— Ya se acabo, ¿no?— Es tan irritante escuchar su voz.

—Ella se suicido, no me mires así. Agradecele que por esto no tendrás que morir tu. — Irritante.

—De todas formas, ¿te gusto el viaje?, hubiera ido por ti a ese estúpido escondite pero, me facilitaste el trabajo.

—¿a donde esta Kai?— estoy ignorando su discurso inútil.

Sus ojos se iluminan.

—¿Recuerdas que siempre quisiste una piñata en tu cumpleaños, Sean?

«¿como puede recordar esto ahora?»

—Ven conmigo.— Él tiende su mano.

Antes de que pueda soltar el cuerpo de mi madre él me lleva a rastras hasta la habitación final. Bastante parecido a la antigua casa.

Al abrir la puerta la siento que quiero vomitar.

»—¿Sabes?, no es que yo nunca quisiera comprarte una piñata, es solo que estaba esperando la ocasión. Claro que esta no es la mejor, pero, me gusta, ¿estas de acuerdo?

Un cuerpo putrefacto y cubierto por larvas de moscas cuelga casi sobre el humbral. La puerta esta manchada por la sangre seca.

Marcus toma mi rostro entre sus manos y me inmoviliza frente a la escena.

»—Kai se ve diferente, ¿verdad?, es una pena que él mismo decidiera el lugar. Tuvimos que traerlo de la casa hasta aquí.

« Estonces el incendio...»

No hay nada más que sentir dentro.

— Saldré, pero, no se alegren. Hay escoltas en cada y puerta y si intentan escapar tendrán un...castigo.— fueron sus ultimas palabras antes de palmear mi espalda.

No puedo moverme.

No puedo dejar de ver como la piel casi se desprende del hueso seco y pálido.

Su vida fue consumida por larvas y polillas...   

«¿Qué me queda por hacer?»

—No tengo nada. No me queda nada.— apretar mis brazos es instintivo. Se siente como un mecanismo sin descanso. La piel contra mis uñas se rompe y hay un chorro de lagrimas tibias lavando mi rostro.

—¡Sean!

Los gusanos han llegado hasta mi corazón o quizás el sentimiento de ahogarme es imaginario.

—¡Sean!, ¿adonde estas?

Mis piernas, aun si creí que podría correr por mucho tiempo se sienten blandas y solo puedo sentirme pesado.

—¡Oh!, estas aquí. — Noah se puso de cuclillas a mi lado, tocó mi frente y sonrió.— El coronel nos dió sopa ca-

Se detuvo en seco. Sus pupilas dilatadas se han encontrado con el cadáver descompuesto y amoratado.

Me abrazó.

No puedo sentirlo.

Respira.

Es molesto y siento que podría romperme en sus brazos.

Susurra palabras dulces y de consuelo como si hablase con una criatura débil y pequeña. Me siento miserable.

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