19

Thomas/Sean

Al final, he vuelto por donde comencé.

Toco el timbre y Noah atiende luego de unos minutos, en pijamas con sombras violáceas bajo  sus ojos y una expresión molesta.

—Pasa.— Dijo.

Su voz suena lejana y sigue caminando hasta subir unas escaleras. Me limito a seguirlo en silencio hasta que llegamos a lo que yo creo que es su habitación.

Las cortinas colgando de unas escasas hebras y enredadas en las ramas de un mandarino sobre el ventanal de un costado. Una llamada emergente en la pantalla del ordenador y un desastre de hojas pintadas con acuarela.

Se sienta y agita su mano al ordenador.

—No me llamaste, ¿adonde esta Audy?

Su mirada se torna oscura. Voltea a la pantalla y el chico ahí continua tocando la guitarra.

—No-no se. No lo se, ¿de acuerdo? , estuve intentado de todo y yo...ni siquiera puedo dormir de pensarlo. Su tía no regresa, mis padres volvieron a Moscu y aproveche de hacer la denuncia pero-pero....

Me preocupa ver sus ojos cristalinos y el temblor de su cuerpo. El chico a través de la pantalla deja el instrumento y habla en un idioma que desconosco pero, suena dulce.

—Tranquilo...— Susurro, porque, yo mismo me estoy asustando.

—Dijeron que debía esperar 72 horas pero, para entonces ya eran muchos y aun así espere y cuando volví no hicieron más que "llegar a un acuerdo", ¡no resolvieron nada!

Parece alterado

—pretty boy please don't cry

(Chico lindo, por favor no llores)

Noah suspira y voltea de nuevo a la pantalla, sonríe suave.

Intercambian palabras incomprensibles para mi, de nuevo y apaga la pantalla.

— Voy a volver a mi casa hoy, mañana  por la mañana veremos que hacer para encontrar a Audy.

—Te acompaño.— responde a secas.

Alzo mis hombros, incómodo—¿Porqué?

El frunce sus labios.— No quiero quedarme aquí solo.

[...]

En la planta baja, ahora hay un chico muy parecido a Noah, su hermano, supongo. Le sonrio e intento saludar pero, en su mirada hay indiferencia.

—Saldré. Hay sopa en la nevera.— dice antes de salir arrastrando sus zapatos sin amarrar las agujetas hasta el porche.

Le coloco el casco, y ordeno los broches.— No importa si me aprietas, solo sienteté seguro de que no caerás.— dije antes de poner en marcha la moto.

La tomé del  Pub antes de venir. Quisiera decir que fue un favor, pero, en realidad la gané en una apuesta de damas chinas con los comensales y la jefa. En estos días me siento fuera de mi, haciendo cosas que considero impropias  de mi moral ortodoxa.

Hay una nube de humo que recubre los alrededores y no es hasta que llegamos cerca que no puedo creer lo que veo. La casa entera arde en llamas. Hay bomberos, patrullas y un grupo de hombres en traje azul marino y corbatas amarillas.

Noah se aferra a mi torso y las puntas del casco lastiman mi cuello pero no me inmuto.

Mi...

¡Mi madre!

—Se esta quemando, Thomas.—  él susurra contra mi espalda y su voz es lastimera.

Tomo un respiro antes de dar señales de querer bajar. Me acerco.

Un oficial me detiene con un una señal.

—Son mi familia.— digo sin más.

— Los heridos fueron trasladados.

Hay algo en mi que se consume.

—¿A donde...?

— El hospital departamental. Deberían estar en tratamiento ahora, no hay nada que ver aquí.

El viento que parece llevarse su capa oscura también mueve el fuego, soltando chispas e incendiando la otra parte del jardín.

Uno de los hombres de traje, rubio y de facciones duras se acerca a nosotros, con un arma de larga distancia al compás de su brazo y el complemento colgando a su espalda.

—Sean.

Parece un saludo.

Intento mantener mi postura indiferente, no porque crea que sentirme asustado ahora sea malo, sino, que estas personas hacen la atmósfera pesada. No me e dando cuenta cuando Noah esta a mi lado con su mano sobre mi hombro.

La mirada del hombre parece querer encontrar algo en mi.

—¿Quién es usted?

«¿Qué puedo preguntar en un momento así?»

El alza sus hombros y señala la camioneta. —Entren. Les estoy ofreciendo caminar por su cuenta.

El grupo que rodea la camioneta nos observa sin pestañear.

Y aunque podría intentar negociarlo, siento que no ganaría nada. Justo antes de que habrán las puertas Noah se acerca a mi, susurra tan suave.

“Que sepas, es un desperdicio que nunca me agradaras, hasta ahora."

No puedo reaccionar. Y sus palabras se repiten en círculos en mi cabeza, incluso creo verlas en un aspiral.

Cuando las puertas se abren...

—Espero que se alegren de verlo, él no puede pero si los escucha.

Al final del vagón, en la penumbra hay un cuerpo apuntado entre una fila de cajas empacadas con cinta amarilla. Parece dormido y con sus puños aferrados a la tela de un camisón beige.

Noah se sube de inmediato y corre a abrazarlo. Devuelvo mi mirada al hombre que parece ignorarme. Me subo y las puertas se cierran a mi espalda. Lo único que ilumina es un círculo fluorescente en el techo.

Noah me extiende la mano.— Esta helado. —dice

Lo comprendo cuando me acomodó a su lado. Audy esta frio y con la luz verde su piel parece azul. La sangre en sus labios es morada y tose.

—¿Puedes oírme? — pregunto, mas por escucharlo que por otra cosa.

Solo hay un murmuro.

Me quito la camisa y con ayuda de Noah logramos ponérsela.

—Hay que calentarlo.— Digo lo que es obvio porque el único sonido es el del motor del auto que no esta en marcha y de alguna forma, hablar me hace sentir menos asustado.

Traigo a Audy sobre mi regazo y sus quejidos son mas ruidosos. No ah intentado cubrirlo con su chal y lo abraza.

—Estaremos bien, Audy.— repite unas tres veces.

Cuando el auto se pone en marcha el peso de ambos para mi se vuelve un poco turbulento. Hay una caja vagando de un extremo a otro, que solo parece una sombra mas.

Noah le susurra una canción de cuna entre sollozos y yo solo puedo acariciar su cabello porque incluso mis manos tiemblan.

Cuando la camioneta se detiene y las puertas se habren en par, a mis ojos les cuesta adaptarse a la luz.

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