Cuando el emperador abandonó la resistencia, Felipe aún mantenía su supuesta calma. Sus pupilas dilatadas volvieron a su tamaño original. Su dentadura de conejo ya no lastimaban su delgados labios. Sus fuertes manos ya no crujían. Salió de la silenciosa habitación y se retiró a su aposentos.
Beatrice despertó de su estado de shock y se apresuró a llamar al mayordomo.
—¿Señora, se encuentra bien?
—Si... limpia aquí y llama a las sirvientas, necesito descansar.
—Como ordene.
Como se ordenó, el mayordomo llamó a las sirvientas para escoltar a Beatrice a su habitación. Beatrice se sentía débil, tal noticia no la esperaba. Ya era noche y el camino de espinas que trajo el emperador ya había sido recorrido. Antes de salir completamente de la habitación Beatrice dijo:
—Mayordomo... lo que pasó en esta habitación... se queda en esta habitación.
Ya sabes que hacer.
—Sí señora.
Lo que quiso decir Beatrice era el de "silenciar" hechos. No solo a los sirvientes sino también a las señoritas con las que Felipe se había encontrado antes de la llegada del emperador.
Ellas no podían ser asesinadas, después de todo pertenecían a la nobleza. Si desaparecían, la reputación de la familia del emperador estaría en juego y a Felipe se le inculparía por esto.
Simplemente se inventaria una excusa creíble y se las escoltaria a sus respectivas residencias.
Al día siguiente en la habitación de Felipe, los sirvientes esperaban en la puerta para despertarlo. El rostro durmiente de Felipe era perfecto. Sus largas pestañas brillaban con la llegada de la luz solar. Su esculpido cuerpo desnudo lucia como un cuadro pintado con vibrantes pero delicadas pinceladas. Las sábanas solo cubrían la parte inferior de su cuerpo y su virilidad salía a relucir espléndidamente.
—Mi señor, es hora de despertar.
Su baño ya está listo, también su ropa.
Además la señora Beatrice desea que lo acompañé para desayunar.
Felipe abrió los ojos, ya era de mañana. Recordó la escena de la noche anterior, frotó suavemente con sus fuertes manos su rostro, cerró nuevamente sus ojos y se apresuró a responder:
—Muy bien. Dile a mi tía que bajaré en un momento.
—Sí mi señor.
Felipe se levantó de la cama, buscó una bata y se dirigió a tomar un baño. Luego cambió su relajado atuendo a uno que marcaba su belleza. Ya estaba listo y rápidamente bajo al comedor quién Beatrice lo esperaba impacientemente.
—Buenos días... tía.
—Toma asiento, Felipe.
Beatrice ya no podía esperar para conocer las respuestas que Felipe daría a sus preguntas.
¿Felipe, que vamos a hacer?
¡¿Un matrimonio... para tí?!
¿Que es lo que piensa hacer el emperador casandote con esa chica?
—Esta bien tía. Ese matrimonio para mí no significa nada.
Esa mujer se arrepentirá de haber aceptado casarse conmigo.
—Felipe... Ella es una mujer que fue elegida por el mismo emperador.
Definitivamente debe tener algo que llamó la atención del emperador.
—Lo sé. Mi tío nunca da un paso adelante sin tener un plan de por medio. El nunca prestó demasiada atención a mi comportamiento... y ahora hace esto.
En definitiva tiene un plan para mí. Además el lugar de encuentro es "Hell".
—Ese lugar estará repleto, habrá muchos ojos sobre tí y esa chica. Tendrás que ser cuidadoso Felipe.
Entonces... ¿irás a la reunión para conocer a esa chica?
Felipe alzó en alto la mirada frívolamente. Llevó su mano a su rostro para desordenar su fino cabello y dijo: Claro que sí.
La expresión en su rostro era la de un zorro descarado, apunto de quitarle el sustento a un indefenso conejo.
—Veremos que apariencia tiene mi futura esposa.
•••
El día del encuentro también llegó para Felipe. Felipe era un hombre "estúpido" pero sabía como causar una gran impresión. El atuendo elegido para él, era un traje azul oscuro que resaltaba su rubia cabellera. Sus ojos color morado comparados con reluciente zafiro satisfacían su ego. Un par de gemelos para resaltar sus grandes extremidades superiores, un precioso accesorio para un solo oído y un calzado digno de un noble de su categoría.
—Señor hemos terminado. La hora de su reunión se acerca, tiene que salir de inmediato.
—Lo tengo.
Felipe salió de su habitación, y bajó por las escaleras luciendo la belleza que se le había otorgado. Beatrice lo esperaba para despedirlo.
—Felipe. Confío en ti mi querido sobrino.
—Gracias tía, pero me tengo que ir. Mi futura esposa me espera.
Sería una falta de educación que esperara por mucho tiempo... ¿verdad?
Beatrice entendió las sarcásticas palabras de Felipe, y atinó a terminar su conversación con una arrogante sonrisa.
—Tienes razón.
—Volveré.
Felipe subió al carruaje y se puso en marcha.
Felipe había salido a tiempo para llegar a la reunión. Pero hizo que el cochero conduciera lento, solo para retrasar el encuentro e incomodar a Phenia.
—Esto es tan infantil. ¡Maldición!
Ha.... Será mejor que me apresure. Y terminé todo este molesto asunto para invitar a mis chicas.
Cocher–
—Mi señor nos está siguiendo los caballeros del emperador. ¿Que quiere que haga?
Felipe se asomó por la ventana del carruaje y se percató quien lo seguía. Era los caballeros dorados. Un grupo de hombres dedicados solamente a la protección del emperador. Para que el emperador enviara a su mejor grupo de escoltas significaba solamente una cosa.
"La reunión debe concretarse a cualquier costo"
Y Felipe no debía arruinarla. Ellos estarían vigilando muy cerca la situación. Pasando desapercibidos para la aristocracia pero no para Felipe, quien conocía el carácter del emperador. Felipe volvió a su asiento. Un leve sonido de dientes rechinando se escuchó.
Felipe no tenía otra opción más que obedecer la orden del emperador. La capa de hielo delgado que el emperador puso sobre él, no podía ser rota
Suspiró por unos segundos y se preparó para dar una nueva orden.
—Cochero, apresúrate. Debemos llegar a Hell cuanto antes.
—Sí señor.
Los caballos relincharon fuertemente. Fuertes pisadas sacudieron la tierra. El carruaje había sido puesto en marcha para llegar a la hora pactada.
El carruaje llegó a su destino.
Felipe aún seguía en la mira de los caballeros dorados del emperador. El había llegado primero. Así que por ahora todo iba bien. Felipe arregló su ropa, suavizó su mirada, relajó su fornido cuerpo y salió del carruaje.
Ya era hora de que su futura esposa hiciera su aparición en el lugar.
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Updated 45 Episodes
Comments
Salomé Páez
* Las imágenes faltan *
2024-08-02
1
Emiux Emiux
🤭🤭🤭🤭 que estúpido tendrá que ser, que hasta el emperador tiene que arrearlo 🙈🙈🙈🙈 que vergüenza de hombre
2024-01-18
2
Jessyy Shapparrita Nuño
la tía será como un grano en el c...1🤮
2023-08-25
3