Limpió su rostro antes de llegar a su casa. No quería que su madre la viera en esas condiciones, puesto que la bombardearía con insistentes preguntas y no tenia deseos de platicar con nadie.
Agradeció al hombre que la dejo hasta la puerta de su casa. Encontró la puerta abierta y ahí estaba su padre sentado en el comedor.
Olivia entró, saludo a su padre, y este le devolvió el gesto. No le preguntó cómo había sido su estancia en casa de los Lennox, ni como estaba.
Fue ignorada, como si nunca se hubiera apartado de su lado.
Dejó su equipaje en su habitación y salió nuevamente. Su madre no se veía por ningún lado.
- ¿Mamá? – pregunto a su padre.
-En un momento llegara, probablemente esté en su tienda- le contestó y eso fue todo.
Olivia se percató que la casa estaba impecable. Se preguntaba quien la limpio, puesto que su madre no era capaz de hacerlo y ¿su padre? No, sería descabellado solo de pensarlo.
Nuevamente, regresó a su habitación y tomó su libreta, donde, con el recuerdo vivo, comenzó por trazar en una hoja, el cielo lleno de estrellas que había compartido junto a Julius.
Horas después, la señora Wendell apareció. Muy contenta; Olivia la prefería de esa manera. Siempre era mejor su estado de ánimo alegre a cuando estaba molesta, pues liberaba su frustración en ella.
En cuanto puso un pie en casa y su esposo le informó que Olivia, estaba en la habitación, se apresuró, directamente a ella.
-Cuéntame, ¿funcionó? ¿Hiciste lo que te dije? - su madre parecía estar ansiosa por saber los detalles de su visita en casa de los Lennox.
-Por favor, dime que hiciste algún movimiento, no te quedes callada- comenzaba a elevar la voz, poco a poco. Al ver que su hija no abría la boca para soltar ninguna palabra.
La actitud de ella cambio de un momento a otro, llenándose de frustración. Vio la libreta que estaba en mano de Olivia, la agarró y la estrelló contra la pared más cercana.
-¡¿Ahora eres sorda?! Estoy diciendo que me des detalles de lo que sucedió-
No solía ser obstinada, pero no quería conversar acerca de lo que vivió ahí; quería apreciarlos, sin que fuesen manchados por su madre.
-No suc.sucedio na.da- dijo al final.
La señora Wendell soltó un alarido, liberando su molestia.
- ¿Cómo pudiste desperdiciar ese momento? Inclusive tuviste oportunidad en la celebración del cumpleaños de la señora Lennox-
Aunque sabía que podría ser golpeada por ello, algo de lo que dijo la hizo alzar su cabeza y mirar a su madre que estaba furiosa con ella.
- ¿Cómo sa.bes acer.ca de la ce.celebración? - preguntó Olivia\, intrigada.
-Bueno, la señora Edwards me contó sobre ello, inclusive fue a pedir que hiciera un vestido para ella- la molestia que antes se expresaba en su rostro, se apaciguó de pronto.
Recordó la noche de la celebración, la señora Edwards no parecía estar usando un vestido nuevo, no es que conociera su guardarropa, pero si conocía el estilo que diseñaba la tienda de su madre, y el que se había puesto esa noche, no era para nada parecido alguno que ella, haya realizado alguna vez.
Decidió dejar el tema de lado, pues no veía razón de porque le parecía interesante.
-¿De verdad no contaras nada? ¿No sucedió nada que sea digno de decirme? - preguntaba su madre. Había desaparecido su furia, y se sentó en la cama junto a Olivia, como si fueran buenas amigas.
El recuerdo del beso, fue lo primero que apareció en su cabeza, lo desecho pues no quería hablar de ello con su madre, conociendo la insistencia que mostraba la señora Edwards terminó por contarle de algunos momentos que paso junto a Lidia y Connor.
No pudo evitar sentir deseos de llorar, puesto que no volvería a vivir un momento como aquellos.
Cuando se despidió de su amiga, lo hizo para siempre. El hecho de ser utilizada le calo en lo más profundo.
No estaba en condiciones de escoger amigos, pero, descubrir que fue utilizada para acercarse a Julius, aun cuando Lidia conocía sus sentimientos hacia él, sonaba como una burla.
Miró a su madre y no pudo evitar darle la razón.
-Ten.ias raz.on mamá- dijo, y un nudo comenzó a formarse en su garganta.
- ¿Qué sucede? ¿ocurrió algo más? - pregunto extrañada\, al ver los ojos acuosos de su hija.
-No quie.quieren ser mis a.amigos- mencionó y para entonces, las lágrimas que estuvo conteniendo comenzaron a fluir como una cascada.
Al parecer, el llanto que tuvo horas antes en el carruaje no fueron suficientes.
Buscando consuelo, se acercó a su madre, y se recargo en su hombro, esperando que acariciara, aunque sea su cabeza y la envolviera en amor maternal. Deseaba que le dijera que todo estaría bien.
La señora Wendell, no sabía cómo reaccionar. ¿acaso si llego a beber de la botella y esta era una secuela de aquella infusión? Se sentía confundida. Olivia, nunca había mostrado ese comportamiento, su primer instinto fue apartarla de ella.
Pero no lo hizo, torpemente le dio palmaditas en la espalda, era lo único que podía hacer, pues la mirada perdida y el rostro lloroso de su hija, no la conmovían en absoluto.
-Te lo advertí- fue todo lo que dijo la señora Wendell.
Y Olivia, sintió como una oleada de más llanto se aproximaba.
Una semana ya había pasado, desde aquella noche, y Julius aun no podía descubrir a la persona culpable que ingresó esa botella a la cocina.
Una parte, él tomaba responsabilidad de ello, pues fue el quien tomo de la cocina sin verificar, pero, por otro lado, esa botella no ingresó por si sola.
Cuando preguntó acerca de ello, a los encargados del área de la cocina, nadie sabía de dónde provenía.
Se quebraba la cabeza buscando y no encontrar pista alguna.
Solo había ido a dar una vuelta por la casa de sus padres, tanto para investigar acerca de la bebida, como del estado de salud de la abuela Lennox.
Se dirigió a su madre que estaba sentada en la sala.
-¿Cómo sigue la abuela?- preguntó y eso hizo sacar de sus pensamientos a la señora Edwards.
- Ha mejorado un poco\, al menos despierta\, come un poco y vuelve a recostarse- Julius no veía como eso podría ser una mejoría.
-Es increíble, como de un día para otro, cambia la situación de uno- realmente no es que se tratase de algo improvisto, la abuela Lennox, ya estaba muy avanzada en edad, era inevitable que enfermara.
-Ni siquiera pudimos festejar como se debía, inclusive obtuvimos un obsequio para celebrar- comenzaba a divagar su madre.
-¿De verdad? Que era- pregunto su hijo, no estaba interesado, pero conocía a su madre y ella deseaba que le preguntara aun cuando no lo decía.
-La señora Wendell, obsequió una botella de vino, para celebrar reunidos. Muy amable de su parte, tal vez, al saber que su hija estaría de visita, deseaba comprar la amabilidad hacia ella, puesto que la pobre tiene un impedimento al hablar – era de su conocimiento que Olivia, tenía problemas al hablar, pues había escuchado de ello, de la boca de otras personas. Por eso aquella vez que estuvo en su casa y ella se negó a hablar, le seguía el juego, pues parecía estar más cómoda con ello, y lo último que deseaba era hacerla sentir mal, en su propia casa.
Pero por ahora, la atención de Julius estaba completamente en las palabras dichas por su madre. Aquella botella, fue un regalo de la madre de Olivia.
Rápidamente conectó lo de aquella noche, con la señora Wendell. No conocía perfectamente a esa mujer, pero había algo en ella, que le hacia desconfiar.
¿Por qué la señora Wendell, haría algo así?
Necesitaba descubrirlo.
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