XI.

Alma no lo pudo resistir, era demasiado para su corazón. Ver, a su hermana, el ser que más quieres, el que te protegió ante todo llena de marcas y cicatrices era traumático.

Tras salir del cuarto donde su hermana, comenzó a correr sin parar, sin sentido. Buscaba algún rincón donde poder hacerse bolita y llorar hasta quedarse dormida pero, no contó que el espacio estaba plano, en el área de psiquiatría no debía contar con ese tipo de adaptaciones pues, los pacientes en su mayoría utilizaban ese tipo de escapatoria.

Con los ojos acuosos la pequeña siguió corriendo hasta chocar con un cuerpo, al instante supo de quién era, la fragancia del pelirrojo no era para pasar desapercibido. Sin esperarlo los brazos del hombre la rodearon, brindandole el refugio que tanto necesitaba

-Tranquila peque- instó con la voz cargada de sentimientos.

A pesar de ser un hombre cruel a la hora de combate, seguía portando ese corazón de oro que su madre se encargó de moldear.

-Es que... Es que... ¿Ya la viste?- balbuceaba, sus manitas tapaban su rostro

-¡Sí y estaba peor!- Milo y su forma estúpida de decir lo que piensa. - Lo importante es que ya está mejor, está sanando y ¡Valla que va muy bien¡- aseguró el pelirrojo,tratando de componer su mal comentado.

-Lo sé... no es fácil verla así- Alma clavo sus ojos tristes en los grises, provocando que el pelirrojo apartara un poco la coraza de su ser.

-Sé que no es nada fácil, yo mejor que nadie te entiendo- instó con calma -¿Qué te parece si vamos a casa?, te contaré una cosa sobre mí-

Alma accedió, realmente se sentía agotada, no era ni medio día, sus fuerzas habían desaparecido completamente.

Tomando el pequeño cuerpo entre sus brazos Milo comenzó a caminar, su condición física era impresionante. Tras 20 minutos caminando en dirección desconocida para Alma llegaron a un edificio de tabique rojo, parecía una sección con muchos departamentos y así lo era.

- Nuestro departamento es el cinco de la sección tres. Mañana te llevaré a que coloquen tu escáner, solo así podrás ingresar a él- Explicaba subiendo las escaleras del edificio, aún con ella en su regazo.

-Recuerdo como caminar sola- instó la morena tocando el pecho del pelirrojo, era un placer estar en esa pocision.

Milo sonrió ampliamente mostró aquella sonrisa que se niega a usar rotundamente - Yo no recuerdo que te hayas quejado en todo el camino, te dedicaste a disfrutar como la reina Isabel en su carroza.-

Alma dejó salir una ligera y linda sonrisa, acción que hechizo al pelirrojo por completo.

Los transeúntes del edificio no podían dejar de ver al gran pelirrojo sonreírle a la pequeña morena que traía entre sus manos, la imagen era para una postal.

-Aquí es, nuestro nuevo departamento- el pelirrojo bajo a Alma delante de una puerta marcada con el número once cero cinco.- Instalaremos tu número en cuanto te lo den- señaló debajo de la placa metálica con sus dígitos.

Milo alzo un poco la manga de su camisa, sobre el lector colocó su marca, está le dio acceso al departamento sumamente limpio y ordenado.

Alma dio un par de pasos, observando todo a su alrededor.

-¡Noo! - exclamó con asombro caminando velozmente al librero. En este se encontraba un baúl perfectamente colocado -¿Puedo?- La chica preguntó con los ojos llenos de brillo, Milo solo asintió con la cabeza cerrando la puerta a su paso

Alma tomó el baúl y con precaución lo abrió con la llave especial sobre ella.

-¡Son primeras ediciones!- sus ojos brillaron aún más- Amo Harry Potter.-

Inmediatamente, sacó el primer libro y lo llevo a su nariz, el olor era sumamente placentero.

-Debes pensar que soy una intrusa- volvió a colocar el libro con cuidado-aprovechada-

-Compartiremos departamento, todo lo que está aquí es tuyo y lo tuyo ahora será mío - Nunca imagino cuan satisfactorio sería pronunciar esas palabras.

*Maaau* Gomitas salió de alguna habitación, corrió a los pies de la pequeña ronroneando a su paso.

-¡Gomitas!, ¿¡Qué haces Aquí!?- dijo sorprendida tomando al gato entre sus brazos.

-Ahora también es mi gato, solamente que no tiene permitido estar aquí... será nuestro primer secreto- instó con su sonrisa de complicidad.

Alma lo observó con los ojos semi cerrados, ¡Algo quería este chico y no era plata!.

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Devoradora de historias.

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nomas tus chones

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