XIX.

Desfachatez, actitud de una persona que obra o habla con demasiada desvergüenza, falta de conocimiento o de respeto.

Esa palabra definía a la perfección al viejo francés.

Al escuchar la voz de Milo se dio media vuelta, ya no tenía escapatoria a menos que su hijo Christopher llegara a tiempo con un séquito de hombres, cosa que no iba a pasar hasta en media hora.

- Jajaja- se empezó a reír escalofriantemente- Eres su hijo ¿no es así?, eres hijo de Monique- su español era bastante malo.

Al escuchar el nombre mal pronunciado de su madre Milo arrojó su arma al suelo, segundos después la mascarilla cayó junto al arma

-Eres idéntico a ella, podría hacerte las cosas que le hice a tu madre- se ofreció el desvergonzado.

-Maldito, hijo de puta- Se acercó peligrosamente tomando al francés del cuello. Lo aprisionó contra la pared queriendo deshacer la sonrisa de su rostro.

El pecho del pelirrojo ascendía y descendía con violencia, cada parte de su ser deseaba venganza.

- Te borraré esa maldita sonrisa del rostro, te haré sufrir todo lo que hiciste sufrir a mi madre- instó con rabia, fragmentos de saliva salían disparados sin sentido.

-¿¡Crees que soy estúpido!?, niño mientras tú vas por la liebre ella viene a mí.

Mi muerte está asegurada, en cinxo minutos ya no viviré, he aplicado una sustancia que parará mi corazón en ese tiempo.- La risa de Bouchain se escuchó con eco.

- Entonces pagarás en diez minutos lo que le hiciste a mi madre- Descargó su puño en el rostro del francés.

El gordo cayó al suelo pero su sonrisa no se esfumó. -¿¡Crees que esto acabará aquí!?, te equivocas, esto lo manejo yo pero, tengo descendientes y personas que se encargan del trabajo sucio... no es tarea sencilla acabar conmigo.

Hace tres años que te entrometiste a mi burdel ¿Crees que no lo sabía?, mi alma fue caritativa, deje salir un gran botín de chicas pues ya no me servían, la mayoría estaba infectada con VPH, preferí que vivieran unos días más a meterles un tiro entre las dos cejas-

Milo estaba en total shock, pensaba que Bouchain no podía ser más cruel pero se equivocó.

- Eres un desgraciado.- instó con violencia.

El casquillo de su bota dio justo en la dentadura del francés despojándolo de un par de piezas dentales.

Cegado por la ira comenzó a quitar la ropa del hombre.

-Ha ... haz lo que quieras- balbuceó entre el charco de sangre- mi cuerpo está anestesiado, no siento nada- Era verdad, el viejo ni siquiera movía sus extremidades.- Mi legado continuará-

El cuerpo yacente comenzó a convulsionar, el pulso cayó muy bajo que no resistió el estado.

Tal como lo dijo, Bouchain murió sin sufrimiento.

Milo estaba muy furioso, ¿Cómo es que hicieron tanto para nada?, años de práctica deportiva, miles de chicas rescatadas, más de cuarenta burdeles en baja y ¿El problema persistía?.

Con rabia comenzó a patear el cuerpo sin vida del francés, rabia por no poder cumplir su palabra, su madre no había sido vengada como él quería.

-¡Nooo!- patraña con más fuerza -¡Nooo!-

-Vamos Milo es hora de irnos- Mattheo se encontraba detrás de él, viendo la desgarradora escena.

-¿Co.. cómo es que este imbécil no pago todo lo que hizo?- lágrimas contenidas comenzaron a descender

-Milo es hora de irnos- insistió el amigo

-¡No me iré!, no así- señaló el cuerpo

-Milo, ya no hay nada que hacer- instó sintiendo la tristeza de su amigo.

-Algo tiene...- sintió un piquete en el brazo.

- Lo siento bro pero no hay otra forma- se disculpó ante el calmante que aplicó sobre su amigo.

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