XVII.

En la mayoría de los cuentos de princesas, en especial de Disney la mayor trama es una bella damisela en apuros. Un dragón que custodia la torre, una madrastra cruel o una malvada bruja que piensa usurpar la belleza o voz de la chica llega como villana y, sea cual sea el caso siempre existe un príncipe acompañado de noble corcel para rescatar a la bella chica.

Alma siempre soñó con eso, que algún día su príncipe azul la rescatara de la insoportable bruja, o en este caso de la oscuridad.

-¡Por favor superiora! Deseo ir a apoyar en Francia- Alma caminaba detrás de una señora no muy mayor con cabellera recogida en un moño, de piel apiñonada y rostro parcialmente impenetrable.

- Ya te dije que no Once cero seis, las reglas son claras. Nadie, absolutamente nadie puede ir a apoyar siendo practicante- La señora acomodo sus lentes, subiendolas por el puente de su nariz observaba la tabla de próximas cirugías.

-Siento mucho contradecirla pero, varias de mis compañeras, de igual manera practicantes están activas en Francia o España- Alma investigó anteriormente, siempre es bueno alegar con fundamentos.

La superiora apartó la vista del tablón, muy pocas veces lograban sorprenderla.

-Once cero seis... escúchame atentamente...- Estaba a punto de iniciar un discurso pero Alma la interrumpió.

- Usted siempre me dice" Sal del manto de los Once", "Demuestra que estás aquí no solo por tirarte a once cero cinco"...- sus ojos denotaban algo de furia contenida - Estoy intentando salir del manto... de la protección y ¿Qué sucede? Once cero cinco vuelve a interferir.

Porque bien sé que él le pidió que me mantuviera aquí, pero en serio necesito demostrar no solo a ustedes, sino también a mí que puedo hacer todo lo que me proponga- Extasiada se encontraba.

La superiora entendía como se sentía aquella chica pero era casi un suicidio desobedecer una orden de los once.

- Lo siento mucho pero tengo órdenes que seguir-

La superiora se dio media vuelta, realmente esa chica era tenaz, lástima que no pudiera hacer nada.

- La entiendo y a la perfección- Grito detrás de ella - ¿Qué objetivo tiene que este aquí?, lo doy todo para no hacer nada- sus ojos se acuaron - Lástima que usted no pueda hacer nada siendo la superiora... todo este tiempo ha sido una perdida total.- Alma se dio media vuelta un tanto sonriente, sabía que la psicología inversa funcionaria.

- Cero seis- La voz de la superiora soñó en cada rincón- Sales en el próximo vuelo, mañana a las 7:00 hrs te necesito aquí, solo con lo necesario, un par de productos de higiene personal y dos cambios de ropa- dicho esto la señora volvió a sus tareas habituales

Alma sonrió, al fin su plan había funcionado a la perfección.

•••••

Al siguiente día, cuando el sol caía Alma piso tierras Francesas, claramente estaba que iban con identidades usurpadas.

Una bodega destartalada era la tachada perfecta para ocultar lo que realmente sucedía en aquel país. Al llegar se encontró con la tarea más difícil de su vida, ayudar a múltiples mujeres con heridas de violación, maltrato físico y psicológico. Se le partió el corazón al observar a las más pequeñas, niñas en condiciones deplorables, con la piel violácea en el mejor de los casos y en el peor, con falta de alguna extremidad en potencial de putrefacción o, golpes que dejaban a la vista el hueso.

No pudo evitar sentir el corazón apachurrado. Cuando visitó por primera vez a su hermana estaba muy marcada pero, nunca pensó que tan dañada estaba cuando Milo la rescató.

-Once cero seis, como puede observar aquí lo que faltan son manos, así es que manos a la obra

Deje su equipaje en algún rincón y comience a atender a los heridos- Una chica de ojos marrones, brillantes como la luna hablaba fluidamente.

Alma asintió con la cabeza y, dejando su equipaje comenzó a atender a los heridos.

Definitivamente venir a rescatar a su princeso no sería tarea fácil.

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